YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 11 de mayo de 2016

LA RESISTENCIA CIVIL DE URIBE

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Uribe Vélez nuevamente se impone en la agenda política (pública), con la anuencia de los medios de comunicación y por las mediatizadas circunstancias en las que discurre la vida en ciudades capitales de Colombia. Y lo logró esta vez, gracias a que el periodista y director del Noticias Caracol, Juan Roberto Vargas[1], le entregó, sin cortapisas, un inmejorable espacio público televisado para que el político y montaraz ganadero y latifundista, intentara confundir a las audiencias, al tiempo que destapó su proyecto político de resistencia civil frente lo que logre acordar el Gobierno de Santos con las guerrillas de las Farc y ojalá, con el propio ELN.

El llamado a la resistencia civil[2] frente a lo acordado hasta el momento en La Habana y frente al Acuerdo Final que las partes decidan firmar, hay que leerlo a la luz de varias circunstancias contextuales que el periodista Juan Roberto Vargas no estaba ni preparado ni interesado en develar, para no indisponer[3] al combativo político antioqueño.

La primera circunstancia hace referencia a los temores que Uribe Vélez tiene alrededor del futuro funcionamiento de la Jurisdicción Especial de Paz pactada entre las Delegaciones de Paz de Farc y Gobierno, los miedos que le produce tempranamente la Comisión de la Verdad y por supuesto, los ajustes institucionales y la nueva institucionalidad que Santos logre establecer y la que se generará en el campo, una vez llegue la hora de implementar lo acordado en La Habana en materia de política agraria. En este último punto, Uribe, como ganadero y latifundista, teme que la viabilidad de sus negocios y los intereses de sus amigos del gremio ganadero se pongan en riesgo por esas nuevas realidades económicas, sociales y culturales que el posconflicto impondrá, desde la perspectiva del Gobierno de Santos, en aquellos territorios en donde históricamente Uribe y sus áulicos han mandado a sus anchas, incluso, apelando al apoyo de fuerzas ilegales.   

La segunda circunstancia está asociada a unos hechos que nuevamente involucran a miembros de sus familias. Hechos que tienen que ver con la aparición de sus hijos en los llamados Panamá papers. Así las cosas, es posible que el hábil y combativo político haya utilizado el “papayazo” que el canal Caracol y el director de su Noticiero le brindaron, para generar una cortina de humo suficientemente grande para intentar ocultar las maniobras financieras que claramente ponen en entredicho el respeto a las normas nacionales sobre la existencia y el manejo de recursos económicos en los llamados “paraísos fiscales”.

Ahora dejemos de lado esas dos circunstancias y miremos lo que puede significar la postura asumida por Uribe Vélez de resistirse civilmente a lo acordado en La Habana.  En primer lugar, resulta a todas luces llamativo, contradictorio y para muchos de un enorme cinismo, que justo sea Uribe quien llame a la resistencia civil, cuando él mismo, como Presidente, Jefe de Estado, comandante supremo de las fuerzas armadas y responsable del manejo del entonces Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)[4], haya perseguido, estigmatizado y aceptado el asesinato y la violación de los derechos a quienes osaron hacerle oposición política en aquellos días en los que a través de su política de seguridad democrática, llamaba “terroristas vestidos de civil” a todos aquellos que criticaron sus decisiones como gobernante o que simplemente lideraban procesos comunitarios.

Precisamente, fue Uribe Vélez quien dispuso perseguir al movimiento indígena y campesino que hizo resistencia civil frente la imposición del TLC con los Estados Unidos y en ocasión de la “política ambiental” con la que Uribe entregó a diestra y siniestra licencias de exploración y explotación minera, comprometiendo la vida de indígenas, afros y campesinos.

En segundo lugar, llama la atención que Uribe, con la mínima idea de ciudadanía que le acompañó como Presidente, anuncie que se declara en resistencia civil frente a la enorme posibilidad de que un Gobierno logre ponerle fin al conflicto armado con las Farc. Como ciudadano, Uribe Vélez expone su débil y acomodaticio espíritu democrático en la medida en que la resistencia civil supone el ejercicio de una ciudadanía comprometida con la defensa de asuntos públicos y con las mayores exigencias a un Estado social de derecho que deviene débil y precario, justamente por la acción política y clientelar de gobernantes como Uribe Vélez y de funcionarios como el actual Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado[5], entre otros. 

En tercer lugar, la postura asumida por el senador del Centro Democrático resulta inconveniente y hasta peligrosa en la medida en que su decisión muy seguramente abrirá las puertas para que paramilitares y bandas criminales entren a respaldar su posición y acciones políticas, dado que dichos grupos ilegales comparten con Uribe Vélez sus preocupaciones por lo que pueda suceder en el campo una vez se firme el fin del conflicto en La Habana y se inicie la fase de implementación de lo acordado entre el Gobierno de Santos y las Farc. Pasarían, posiblemente, de hacer resistencia civil, al surgimiento de grupos ilegales de clara oposición armada a las nuevas relaciones Estado-Sociedad-Mercado que se espera se generen en el posconflicto[6].

Y en cuarto lugar, la resistencia civil en la que se declara Uribe Vélez y a la que invita a los miembros del Centro Democrático y en general a los ya pocos colombianos que siguen sus ideas políticas, terminará polarizando aún más a la opinión pública en torno a la continuidad de la guerra o la búsqueda de una paz negociada. Y por ese camino, enrarece y ‘calienta’ el escenario electoral previo a la refrendación del acuerdo que finalmente resulte de las negociaciones de La Habana. Justamente será allí, en ese escenario electoral en donde podrán morir y cesar las acciones de resistencia promovidas por el senador y ex presidente Álvaro Uribe Vélez, siempre y cuando resulte aplastante el SI[7], a lo acordado en  Cuba. Por el contrario, si triunfara el NO, la resistencia civil promovida ganaría espacio y la legitimidad con la que hoy no cuenta. Debemos convertir ese SI rotundo, en una sólida aplanadora en la que lentamente viajen montados los anhelos de paz de las mayorías en Colombia. Y así, poco a poco, iremos  “aplastando” el discurso guerrerista de aquellos que le temen[8]  a explorar  maneras no violentas de resolver los conflictos y las diferencias.

De cara a la declaratoria de Uribe Vélez, las Delegaciones de Paz de Farc y Gobierno están obligadas a superar los nudos gordianos que hoy tienen frenada la firma definitiva del Acuerdo Final que ponga fin al conflicto armado. Entre tanto, el presidente Santos debe insistir en brindarle todas las garantías para que el ex presidente y senador puede ejercer con libertad sus acciones de resistencia, así no exista un movimiento social y político que ofrezca mayor legitimidad a la resistencia civil propuesta por el político de marras.

Hay que insistir en que Uribe exhibe un carácter mesiánico que le impide aglutinar alrededor de él un proyecto político de alcance nacional con el que se busque consolidar el Estado como un orden moralmente superior a sus asociados. Claramente, Uribe[9] seguirá representando a esos sectores premodernos que a través de actividades legales e ilegales, históricamente han llegado al Estado para someter las instituciones y la institucionalidad, a los intereses de latifundistas y ganaderos que se resisten a que la prosperidad y el bienestar arropen a las grandes mayorías.




Imagen tomada de www.youtube.com


[2] Comparto esta acepción de Resistencia Civil, sin que ello desconozca la existencia y el sentido de otras: “La resistencia civil es una forma de acción política consistente en la ejecución de estrategias que no conllevan violencia contra el adversario con el que se sostiene un conflicto, sino que se orientan a seducir a la opinión pública amplia para que voluntariamente decida no seguir depositando su obediencia y cooperación respecto del poder controlado por dicho adversario…” Tomado de: http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/17027

2 comentarios:

Nidianasa dijo...

El asunto con Uribe es que, sabe con la mas clara seguridad que siempre habrá de encontrar idiotas útiles para sus fines, que además son estrictamente personales y familiares.

natural mente dijo...

Uribe tiene mucho miedo por que ya no tiene Argumentos y ahora busca pólvora para salir huyendo !!
Jefe de Estado, comandante supremo de las fuerzas armadas y responsable del manejo del entonces Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)[4], haya perseguido, estigmatizado y aceptado el asesinato y la violación de los derechos a quienes osaron hacerle oposición política en aquellos días en los que a través de su política de seguridad democrática, llamaba “terroristas vestidos de civil”