Por Germán
Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Uribe Vélez nuevamente se impone en la agenda
política (pública), con la anuencia de los medios de comunicación y por las
mediatizadas circunstancias en las que discurre la vida en ciudades capitales
de Colombia. Y lo logró esta vez, gracias a que el periodista y director del
Noticias Caracol, Juan Roberto Vargas[1],
le entregó, sin cortapisas, un inmejorable espacio público televisado para que
el político y montaraz ganadero y latifundista, intentara confundir a las
audiencias, al tiempo que destapó su proyecto político de resistencia civil
frente lo que logre acordar el Gobierno de Santos con las guerrillas de las
Farc y ojalá, con el propio ELN.
El llamado a la resistencia civil[2]
frente a lo acordado hasta el momento en La Habana y frente al Acuerdo Final
que las partes decidan firmar, hay que leerlo a la luz de varias circunstancias
contextuales que el periodista Juan Roberto Vargas no estaba ni preparado ni
interesado en develar, para no indisponer[3]
al combativo político antioqueño.
La primera circunstancia hace referencia a los
temores que Uribe Vélez tiene alrededor del futuro funcionamiento de la
Jurisdicción Especial de Paz pactada entre las Delegaciones de Paz de Farc y
Gobierno, los miedos que le produce tempranamente la Comisión de la Verdad y
por supuesto, los ajustes institucionales y la nueva institucionalidad que
Santos logre establecer y la que se generará en el campo, una vez llegue la
hora de implementar lo acordado en La Habana en materia de política agraria. En
este último punto, Uribe, como ganadero y latifundista, teme que la viabilidad
de sus negocios y los intereses de sus amigos del gremio ganadero se pongan en
riesgo por esas nuevas realidades económicas, sociales y culturales que el
posconflicto impondrá, desde la perspectiva del Gobierno de Santos, en aquellos
territorios en donde históricamente Uribe y sus áulicos han mandado a sus
anchas, incluso, apelando al apoyo de fuerzas ilegales.
La segunda circunstancia está asociada a unos
hechos que nuevamente involucran a miembros de sus familias. Hechos que tienen
que ver con la aparición de sus hijos en los llamados Panamá papers. Así las cosas, es posible que el hábil y combativo
político haya utilizado el “papayazo” que el canal Caracol y el director de su
Noticiero le brindaron, para generar una cortina
de humo suficientemente grande para intentar ocultar las maniobras
financieras que claramente ponen en entredicho el respeto a las normas nacionales
sobre la existencia y el manejo de recursos económicos en los llamados
“paraísos fiscales”.
Ahora dejemos de lado esas dos circunstancias y
miremos lo que puede significar la postura asumida por Uribe Vélez de
resistirse civilmente a lo acordado en La Habana. En primer lugar, resulta a todas luces
llamativo, contradictorio y para muchos de un enorme cinismo, que justo sea
Uribe quien llame a la resistencia civil, cuando él mismo, como Presidente,
Jefe de Estado, comandante supremo de las fuerzas armadas y responsable del
manejo del entonces Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)[4],
haya perseguido, estigmatizado y aceptado el asesinato y la violación de los
derechos a quienes osaron hacerle oposición política en aquellos días en los
que a través de su política de seguridad democrática, llamaba “terroristas
vestidos de civil” a todos aquellos que criticaron sus decisiones como
gobernante o que simplemente lideraban procesos comunitarios.
Precisamente, fue Uribe Vélez quien dispuso
perseguir al movimiento indígena y campesino que hizo resistencia civil frente
la imposición del TLC con los Estados Unidos y en ocasión de la “política
ambiental” con la que Uribe entregó a diestra y siniestra licencias de
exploración y explotación minera, comprometiendo la vida de indígenas, afros y
campesinos.
En segundo lugar, llama la atención que Uribe,
con la mínima idea de ciudadanía que le acompañó como Presidente, anuncie que
se declara en resistencia civil frente a la enorme posibilidad de que un Gobierno
logre ponerle fin al conflicto armado con las Farc. Como ciudadano, Uribe Vélez
expone su débil y acomodaticio espíritu democrático en la medida en que la
resistencia civil supone el ejercicio de una ciudadanía comprometida con la
defensa de asuntos públicos y con las mayores exigencias a un Estado social de
derecho que deviene débil y precario, justamente por la acción política y
clientelar de gobernantes como Uribe Vélez y de funcionarios como el actual
Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado[5],
entre otros.
En tercer lugar, la postura asumida por el
senador del Centro Democrático resulta inconveniente y hasta peligrosa en la
medida en que su decisión muy seguramente abrirá las puertas para que
paramilitares y bandas criminales entren a respaldar su posición y acciones
políticas, dado que dichos grupos ilegales comparten con Uribe Vélez sus
preocupaciones por lo que pueda suceder en el campo una vez se firme el fin del
conflicto en La Habana y se inicie la fase de implementación de lo acordado
entre el Gobierno de Santos y las Farc. Pasarían, posiblemente, de hacer
resistencia civil, al surgimiento de grupos ilegales de clara oposición armada
a las nuevas relaciones Estado-Sociedad-Mercado que se espera se generen en el
posconflicto[6].
Y en cuarto lugar, la resistencia civil en la
que se declara Uribe Vélez y a la que invita a los miembros del Centro
Democrático y en general a los ya pocos colombianos que siguen sus ideas
políticas, terminará polarizando aún más a la opinión pública en torno a la
continuidad de la guerra o la búsqueda de una paz negociada. Y por ese camino,
enrarece y ‘calienta’ el escenario electoral previo a la refrendación del
acuerdo que finalmente resulte de las negociaciones de La Habana. Justamente
será allí, en ese escenario electoral en donde podrán morir y cesar las
acciones de resistencia promovidas por el senador y ex presidente Álvaro Uribe
Vélez, siempre y cuando resulte aplastante el SI[7],
a lo acordado en Cuba. Por el contrario,
si triunfara el NO, la resistencia civil promovida ganaría espacio y la
legitimidad con la que hoy no cuenta. Debemos convertir ese SI rotundo, en una
sólida aplanadora en la que lentamente viajen montados los anhelos de paz de
las mayorías en Colombia. Y así, poco a poco, iremos “aplastando” el discurso guerrerista de
aquellos que le temen[8] a explorar
maneras no violentas de resolver los conflictos y las diferencias.
De cara a la declaratoria de Uribe Vélez, las
Delegaciones de Paz de Farc y Gobierno están obligadas a superar los nudos gordianos que hoy tienen frenada
la firma definitiva del Acuerdo Final que ponga fin al conflicto armado. Entre
tanto, el presidente Santos debe insistir en brindarle todas las garantías para
que el ex presidente y senador puede ejercer con libertad sus acciones de
resistencia, así no exista un movimiento social y político que ofrezca mayor
legitimidad a la resistencia civil propuesta por el político de marras.
Hay que insistir en que Uribe exhibe un
carácter mesiánico que le impide aglutinar alrededor de él un proyecto político
de alcance nacional con el que se busque consolidar el Estado como un orden
moralmente superior a sus asociados. Claramente, Uribe[9]
seguirá representando a esos sectores premodernos que a través de actividades
legales e ilegales, históricamente han llegado al Estado para someter las
instituciones y la institucionalidad, a los intereses de latifundistas y
ganaderos que se resisten a que la prosperidad y el bienestar arropen a las
grandes mayorías.
Imagen tomada de www.youtube.com
[2] Comparto esta acepción de Resistencia Civil, sin que
ello desconozca la existencia y el sentido de otras: “La resistencia civil es una forma de acción política
consistente en la ejecución de estrategias que no conllevan violencia contra
el adversario con el que se sostiene un conflicto, sino que se orientan a
seducir a la opinión pública amplia para que voluntariamente decida no seguir
depositando su obediencia y cooperación respecto del poder controlado por
dicho adversario…” Tomado de: http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/17027
2 comentarios:
El asunto con Uribe es que, sabe con la mas clara seguridad que siempre habrá de encontrar idiotas útiles para sus fines, que además son estrictamente personales y familiares.
Uribe tiene mucho miedo por que ya no tiene Argumentos y ahora busca pólvora para salir huyendo !!
Jefe de Estado, comandante supremo de las fuerzas armadas y responsable del manejo del entonces Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)[4], haya perseguido, estigmatizado y aceptado el asesinato y la violación de los derechos a quienes osaron hacerle oposición política en aquellos días en los que a través de su política de seguridad democrática, llamaba “terroristas vestidos de civil”
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