Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Se acerca la hora y el momento
para que los colombianos votemos el
plebiscito. Será una jornada electoral que bien puede marcar un quiebre
histórico, cultural, político e institucional para el país. De lo que suceda,
seremos responsables directos todos aquellos que estamos habilitados para
votar. De manera indirecta, serán responsables quienes tomen la decisión de
abstenerse de participar de esa jornada electoral.
Ante la pregunta de qué pasará si
gana el NO, bien la vale reflexionar sobre ese lejano, pero posible escenario,
en especial porque nadie tiene claro, ni siquiera el Gobierno, qué pasará si la
negativa de los votantes triunfa sobre el SÍ.
En caso de que el NO triunfe, se
trataría, sin duda, de un duro revés político para el Proceso de Paz y para el
Acuerdo Final. Sería un enorme guantazo a la posibilidad de cerrar un ciclo de
violencia y pasar una página sangrienta de nuestra historia moderna.
¿Qué hacer ante ese posible
escenario? Lo primero que el Gobierno debe hacer es salir a reconocer el
resultado y convocar a las instituciones que acompañaron al Gobierno en su
campaña para sacar adelante el plebiscito, para que de inmediato, con dicho
respaldo, contrarrestar las voces de
quienes muy seguramente buscarán anular lo negociado en La Habana. En el mejor
de los casos, propondrán “renegociar” lo ya negociado.
En uso de sus facultades
discrecionales y como máximo responsable del orden público, y como Jefe de
Estado y de Gobierno, el Presidente debe adoptar medidas, quizás excepcionales,
para mantener el orden y frenar las intenciones de quienes aprovecharán dicho
resultado negativo para invalidar cuatro años de negociaciones y muy
seguramente para desestabilizar al Gobierno. Dentro de dichas medidas está, por
ejemplo, convocar a los partidos de la Unidad Nacional, a la institucionalidad castrense y a sectores
de poder de la sociedad civil, para orientar decisiones jurídico-políticas que
sirvan para contrarrestar la fuerza política que pueda desatar semejante
resultado.
Un revés político de esa
magnitud, se enfrenta con firmeza política y con el ofrecimiento de salidas
jurídico-políticas que garanticen la gobernabilidad y para este caso, la
defensa del Acuerdo Final y la consecuente finalización del conflicto.
Ante un eventual triunfo del NO,
Santos deberá hacer ingentes esfuerzos para cerrarle espacios institucionales a
todas aquellas fuerzas que de inmediato exigirán el desconocimiento de lo
pactado en La Habana. Como Jefe de Estado, Santos deberá actuar con toda
firmeza, para que lo acordado en Cuba no se deseche.
De esa manera, se puede aceptar
la derrota político-electoral, pero ello no puede conllevar al cierre del único
camino que le quedaría al Acuerdo Final: el Congreso de la República. Con todo
y los problemas históricos de legitimidad que arrastra el Congreso de la
República, esa instancia de poder sería la única capaz de enmendar el craso
error que cometería esa parte del electorado que le apueste al NO en la jornada
electoral que se avecina. Y para blindar ese único camino que nos queda, deberá
contarse con el apoyo irrestricto de las altas Cortes y por supuesto, de las
Fuerzas Militares.
Eso sí, el lejano triunfo del NO,
con un estrecho margen sobre el SÍ, facilitaría un poco más las acciones para
el Gobierno; un guarismo estrecho daría mayor espacio para maniobrar al
Gobierno.
Ahora bien, si gana el SÍ, como
esperamos quienes hemos asumido la postura ética de defender la vida de civiles
y las de los combatientes legales e ilegales, el camino a recorrer nos deberá
llevar hacia el cumplimiento de lo acordado en La Habana.
Sin duda, el triunfo del SÍ
ofrece mayor claridad sobre lo que puede suceder. Todo lo contrario sucede con
la posibilidad de que se imponga el NO, dado que este negativo resultado viene
acompañado, de manera natural, de grandes incertidumbres sociales, políticas e
institucionales, que los colombianos deberían de considerar muy bien, porque no
sabemos qué estarán desde ya preparando los sectores políticos, militares y
sociales que de tiempo atrás se oponen a las negociaciones de paz y a la firma
del Acuerdo Final.
Si los ciudadanos actuamos con
responsabilidad histórica y política, la única opción que nos queda es votar SÍ
al plebiscito. Por el contrario, Votar NO es abrir un abanico de miedosas y
tenebrosas posibilidades que una sociedad democrática no debería de darse el
lujo ni siquiera de considerar.
Eso sí, no dejo de lamentar lo
dicho por el Presidente cuando afirmó que de ganar el NO, hasta allí llegaría
el Proceso de La Habana. Ojalá las circunstancias no le obliguen a echar para
atrás semejante sentencia.
Desde esta tribuna de opinión,
invito a mis estudiantes, familiares, amigos, amigas, lectores y lectoras,
asiduas y furtivas de mi Blog, para que voten SÍ. Soy consciente de que la paz,
como proceso histórico, apenas se pondrá en marcha con la firma del Acuerdo
Final que suscriban Gobierno y Farc-Ep. Con el SÍ, nos espera una larga y ardua
tarea para proscribir la guerra y dejar atrás ese carácter vindicativo de
aquellos que creen que al votar NO, le están aportando a la reconciliación y a
la construcción de la paz. Nos veremos en las urnas, ese domingo histórico.
Imagen tomada internet: https://www.google.com.co/search?q=si+al+plebiscito&espv=2&biw=1024&bih=679&tbm=isch&imgil=istEBfbrsNWJ8M%253A%253BPUDdEzDHI17yyM%253Bhttp%25253A%25252F%25252Fradiomacondo.fm%25252F2016%25252F08%25252F08%25252Fel-si-para-el-plebiscito-y-en-el-plebiscito%25252F&source=iu&pf=m&fir=istEBfbrsNWJ8M%253A%252CPUDdEzDHI17yyM%252C_&usg=__Ti00rR0cJ64pSJng4OKLc2iN6BU%3D&ved=0ahUKEwjR4rnF8NXOAhVLSSYKHTjYDW0QyjcIIw&ei=0mK7V9GxNsuSmQG4sLfoBg#imgrc=istEBfbrsNWJ8M%3A
No hay comentarios.:
Publicar un comentario