Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Por las circunstancias
institucionales, jurídico-políticas y las prácticas innobles que rodearon la
reelección del Procurador General de la Nación y su posterior anulación por
parte del Consejo de Estado, el titular generalizado en la prensa colombiana
debería ser el mismo con el que se titula esta columna: ¡Cayó Ordóñez!
Eso sí, hay que celebrar la caída
de quien violó la Constitución y convirtió la Procuraduría General de la Nación
en el más grande Cuartel Moral desde donde desconoció fallos de la Corte
Constitucional, persiguió a miembros de la llamada comunidad LGTBI, a políticos
impíos y a todo aquel que no compartiera su particular forma de entender los
derechos, la igualdad y el respeto a la diferencia.
Pero al tiempo que celebramos la
salida y caída de este ladino y oscuro funcionario, debemos lamentar el tiempo que se
tomó el Consejo de Estado para anular la amañada reelección de Ordóñez[1], de
la que participaron por lo menos 80 senadores y por supuesto, los magistrados
de la Corte Suprema de Justicia que lo ternaron en su momento.
Los daños a la institucionalidad
son enormes. Ordóñez Maldonado debilitó no solo la imagen de la Procuraduría
como ente de control y disciplinario, sino la misión misma del Jefe Ministerio
Público, convertido en un abad, que con rejo y biblia en mano, fungió más como
un Regenerador y Mesías Moral, que como defensor de los derechos humanos y de
la función pública.
Tres largos años para anular lo
que desde un principio se sabía que devenía ilegal y con una alta dosis de
ilegitimidad resulta impresentable y en lugar de consolidar una eficiente y
transparente institucionalidad, el mensaje que manda a otros funcionarios es
que mientras no esté expresamente prohibido en la Constitución o en la ley,
entonces todo está permitido. Como alumno aventajado del Todo Vale, Ordóñez
Maldonado birló la ley, se burló del Consejo de Estado e irrespetó a todos los
colombianos que buscan y exigen mayor igualdad y respeto a la diferencia, desde
diversas prácticas y espacios públicos y privados.
Si, cayó Ordóñez, pero sigue en
pie la inmoralidad en lo público, en la política. Prueba de ello es la reacción
del senador Uribe Vélez al conocer el fallo:”Caso Procurador: Una reelección no prohibida se debería entender
autorizada por prevalencia del derecho
fundamental a la participación[2]”.
Por lo actuado, Ordóñez debió ser
sancionado e inhabilitado. Algunos dirán que es suficiente con su tardía
expulsión de la Procuraduría. Ahora le queda confirmarse como pre candidato
presidencial bien del Centro Democrático o del insepulto partido Conservador, para las elecciones de 2018. Como todo no se pueda dar al tiempo, por ahora nos
quedamos aplaudiendo su caída. ¡Por
fin Cayó!
Imagen tomada del portal lasdosorillas.com.co
[1]
Véanse, entre otras, las columnas Cinismo puro y Habemus Procurador, publicadas
en el blog www.laotratribuna1.blogspot.com
[2] Tomado de su cuenta de twitter. A
este mensaje le contestó Rodrigo Uprimny, uno de los demandantes de la
reelección de Ordóñez Maldonado.
1 comentario:
Efectivamente, es una de los mejores cambios que hay a nivel de Estado, desafortunadamente la manera como hizo emerger prejuicios moralistas, del tipo edad media, han dejado perversas huellas en las mentes ya confusas de muchos colombianos.
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