YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 16 de diciembre de 2016

EL PAPA, URIBE Y SANTOS

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Resulta vergonzoso, infantil y hasta ridículo llevar y ventilar las “diferencias[1]” y la “enemistad” entre Uribe y Santos al Vaticano. Por supuesto que la “mediación” de 50 minutos del Papa Francisco resultará infructuosa porque la mediatización de la “pelea” entre el Presidente y el hoy senador Uribe Vélez, oculta el trasfondo real de las “rencillas” protagonizadas por estos dos políticos.

El gran error es haber llevado al Vaticano un asunto político que si bien no constituye un asunto de Estado que ameritara la mediación del sumo Pontífice, si expone con claridad las difíciles condiciones en las que se dará la implementación del Acuerdo Final (II), firmado entre las Farc y el Gobierno de Santos. Y está claro que la figura del Papa de poco o nada servirá para detener a quienes desde ya harán todo para oponerse a la implementación de lo acordado y firmado en el teatro Colón.

El asunto nuclear que no exponen los Medios se puede expresar así: Santos, hijo de la rancia burguesía bogotana, optó por negociar el fin del conflicto con las Farc, con el interesado respaldo de la “comunidad internacional”, que sabe que es más seguro invertir en un país en paz. Por ello el interés de las Multinacionales en venir a Colombia, bien a extender sus proyectos extractivos, o para operar unos nuevos, justamente en los territorios que las Farc abandonarán una vez se desmovilicen.

Por supuesto que la negociación política con las Farc implicó ceder en algunos asuntos no estructurales en la operación del Estado y el Mercado, que obviamente alimentan las “diferencias” entre el Presidente y el ex mandatario antioqueño. Hablo en particular de lo que tiene que ver con la Reforma Agraria Integral, el modelo de justicia transicional y la participación política de los miembros de las Farc.

La tozuda postura de Uribe se explica por los miedos[2] que le producen la entrada en vigencia de la Jurisdicción Especial de Paz y el informe que pueda entregar en unos años la Comisión de la Verdad; y también se opone a la revisión del modelo de producción agrario, dado que en su condición de ganadero y latifundista, a toda costa defiende el gran latifundio y la agroindustria. Finalmente, Uribe[3] defiende los intereses de unos sectores de poder que dentro del Establecimiento se oponen a la ampliación de la democracia y a la posibilidad de darles un respiro a las comunidades indígenas, afro y campesinas, sempiternas víctimas de los actores del conflicto y por supuesto, del modelo latifundista, agroindustrial y ganadero que auspicia el senador Uribe.

Lo que parece que no tiene claro el Papa Francisco es que Uribe[4] y Santos son dos neoliberales. Uno, educado y diplomático; y el otro, montaraz y rústico.  Lo único que los podría diferenciar es que el primero, durante ocho años, buscó acabar militarmente con las Farc, al tiempo que consolidaba el modelo económico extractivo, afectando en materia grave el medio ambiente y valiosos y estratégicos ecosistemas naturales. Y el segundo, se hizo elegir Presidente, amparado en la popularidad de Uribe y tomó la decisión de parar la guerra interna, el desplazamiento forzado y la generación de víctimas, sin desatender la receta neoliberal y mucho menos abandonar la reprimarización de la economía.

Insisto en que es un error hablar de las “rencillas” entre Uribe y Santos, sin explicar el trasfondo que bien podría explicarlas y matizarlas, si la Gran Prensa no hubiese convertido estos asuntos en una pelea para el disfrute de la galería. Y resulta bochornoso “internacionalizarlas” con la tierna mediación del Papa Francisco, negando el ya señalado trasfondo y minimizándolo hasta el punto de hacer creíble y posible que en 50 minutos se pueda zanjar lo que está profundamente anclado a la historia de un país desigual, manejado por una élite mezquina y corrupta, que mira con desdén los proyectos de vida de campesinos, afrocolombianos e indígenas y su permanencia en territorios y zonas “aprovechables” económicamente.

Algunos piensan que no habrá paz en el país sin el concurso de Uribe, por ello la insistencia en “acercarlo” nuevamente al Presidente Santos. Con o sin Uribe, una parte del Establecimiento estará presta a oponerse a la construcción de una paz estable y duradera. El problema no es Uribe, sino los que hay detrás de él y lo que este defiende[5]. Lo demás, es comidilla para un periodismo de parroquia que pone sus focos en peleas y discursos altisonantes para ocultar lo que realmente constituye un asunto público: las relaciones entre el Estado, la Sociedad y el Mercado.

Adenda: la cita pactada con el Papa, solo sirvió para que aparecieran risibles “memes” de esa mediática y novelada “relación” entre Santos y Uribe, así como ácidos comentarios en torno al publicitado encuentro.




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