Quedan claras varias cosas detrás del espectáculo político- mediático de liberaciones fallidas y del regreso de Clara Rojas y Consuelo González: estamos ante un Estado incapaz de salvaguardar la vida de sus asociados; ante un gobierno ciego ante el dolor y ante un Presidente a quien habrá que investigar y procesar en su momento por incumplir el mandato constitucional de preservar la vida de los colombianos; estamos ante un actor armado -Farc- sumido en el más profundo odio hacia los civiles e incapaz de comprender cuál debe ser su papel hoy cuando los principios del Estado moderno han sido relegados por la imagen de libertad, orden y confort del discurso neoliberal; y peor aún, estamos ante unas Farc convertidas en un macro cartel con cuyas ganancias sepultaron, sin que sus comandantes se hayan percatado de ello, un proyecto político, viable en su momento; estamos ante un periodismo de declaraciones que sólo atisba a encender las grabadoras, pero que es incapaz de reconocer que cada protagonista, que cada fuente, miente, oculta o hace incomprensible el conflicto armado, sus circunstancias y las opciones que hay para superarlo; y estamos ante una sociedad civil que no tiene cómo exigirles, a unos y otros, respeto, así la fragmentación y polarización la caractericen y la hagan, por ello, frágil ante los embates del Estado, del gobierno de Uribe, de las empresas mediáticas y por supuesto, de las Farc. Y por el lado de Venezuela, estamos ante un comandante Chávez a quien habrá que recordar como una posibilidad política, económica y social que se perdió por sus excentricidades y por su megalómana personalidad.
Germán Ayala Osorio
Enero 23 de 2008
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