YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 29 de octubre de 2012

A PROPÓSITO DE LA ASAMBLEA DEL PARTIDO DE LA U

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Lo que debería de ser un escenario de discusión política e ideológica alrededor de unas tesis, quedó convertido en un simple tire y afloje entre dos ‘líderes’ políticos que de tiempo atrás le vienen haciendo un flaco favor a la democracia y a la discusión política de asuntos públicos.

Sus historias como funcionarios públicos dan cuenta de actividades encaminadas a naturalizar la debilidad del Estado y de esta manera sacar provecho particular y sectorial a esa bien provocada labilidad estatal. Uribe y Santos son avezados políticos cuyas carreras públicas han estado más al servicio de clientelas institucionalizadas, que realmente al servicio de la Nación y de la sociedad en general.

Su pobreza discursiva es enorme. Sólo han sido capaces de exhibir públicamente un discurso falaz con el que defienden sus ‘obras’ de gobierno. No exponen tesis alrededor de lo que debería ser un Estado moderno, un Estado social de derecho, desde las exigencias de un neoconstitucionalismo; o cómo profundizar la democracia en los términos en los que habla Chantal Mouffe.

Por el contrario, estamos ante empobrecidos discursos que sólo prueban que sus liderazgos van en contravía del bien común, por cuanto se originan y se fundan en orígenes de clase, para el caso de Santos y en un claro origen emergente, para el caso de Uribe. No estamos ante políticos con gran capacidad intelectual, ante ensayistas  o escritores, estamos ante burdos ‘líderes’ políticos que de tiempo atrás defienden unas ideas de país que sólo sirven a los mezquinos intereses de ricos empresarios, Cacaos y de fuerzas globales.

En la Asamblea del Partido de la U sucedió lo que pasa cuando no hay ideas, cuando no hay tesis, cuando no hay un discurso elaborado: el enfrentamiento verbal entre dos ‘líderes’ clientelistas, incapaces de convocar a distintos sectores societales para fortalecer no sólo la colectividad en disputa, sino el Estado democrático que juraron defender.

Uribe sigue leyendo el país desde una reducida visión de seguridad. La misma con la que pensó y diseñó su política de seguridad democrática. Es decir, una idea de seguridad asociada a la doctrina de seguridad del Estado que no necesariamente permite la ejecución de una política de seguridad integral, sistémica y pensada desde múltiples perspectivas. No. Lo de Uribe es la amenaza terrorista, lo que borra de tajo el histórico conflicto armado interno que sufre el país.

Nuevamente la guerra y no el conflicto político, social y económico que está de fondo, se elevó como tema sustancial, esta vez para una Asamblea de un débil partido político, que sin duda es una micro empresa electoral.

Al final, el encuentro político sirvió no sólo para confirmar el distanciamiento entre dos expresiones de la Derecha colombiana, sino para darle ánimo a Uribe para que por fin dé vida jurídica y política al Puro Centro Democrático con el cual buscará en 2014 llegar al Congreso de la República y ojalá, reconquistar en cuerpo ajeno la Presidencia.

AUV, incapaz de pensar el país desde ámbitos distintos a la guerra, enfrentó a su ex ministro de Defensa exhibiendo su clara oposición al proceso de diálogo que recién se instaló entre el Gobierno de Santos y la cúpula de las Farc. Como guerrerista consumado, el Ex Mesías antioqueño arremetió contra el proceso de diálogo.

Así recogió EL TIEMPO lo expresado por Uribe Vélez en la señalada Asamblea de una colectividad ideológica y políticamente pegada con babas: “El expresidente dijo que "no se puede permitir el retroceso" y dejar que "un grupo terrorista" haga política con todas las formas de lucha. "Si el discurso de las Farc en Oslo era para la galería, puede ser que (Hugo) Chávez invite a las Farc a negociar (...) y que él financie las elecciones para la toma del poder con la Marcha Patriótica", sostuvo Uribe. Agregó que "la paz con impunidad es flor de un día" que "obstaculiza el perdón"[1].

Las pullas lanzadas por AUV  tuvieron eco y respuesta en el ladino Presidente Santos, quien señaló: “No vengo como un rufián a demostrar quién manda en el barrio”[2].

De esta manera, los dos protagonistas confirmaron su debilidad discursiva, así como su incapacidad para comprender los problemas y las realidades del país más allá de las lógicas clientelistas de partidos y movimientos políticos que no recogen las demandas sentidas de la población. Uribe y Santos dejaron claro que ellos mismos son expresiones de una Derecha anquilosada y poderosa, que los usa como figuras democráticas, pero que realmente actúan como inteligentes marionetas de sectores financieros y empresariales que de tiempo atrás se alzaron con las instituciones del Estado, debilitándolas de tal forma, que tanto éstas, como millones de ciudadanos colombianos, están sometidos a la dictadura del mercado.

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