YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 7 de enero de 2015

PACTOS DE NO AGRESIÓN Y CESE BILATERAL AL FUEGO

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


El cese unilateral al fuego, decretado por las Farc desde finales de 2014, es una expresión significativa del desescalamiento del conflicto. Falta tan solo que Santos dé la orden a los comandantes de las Fuerzas Armadas para que asistamos al esperado cese bilateral del fuego y por esa vía, se acerque la firma del fin del conflicto armado entre el Estado y las Farc. Allí Santos demostrará si realmente tiene el control y la unidad de mando de las Fuerzas Armadas.

Eso sí, hay que esperar que unidades farianas cumplan con lo establecido por el Secretariado y  que las fuerzas militares disminuyan los operativos como una forma de corresponder al gesto del enemigo interno, y por esa vía, consolidar el desescalamiento de las hostilidades. Incluso, que esta postura sea respetada por aquellos grupos radicales que bien pueden existir dentro de las Farc y dentro de las propias fuerzas militares.  No se necesita que el Presidente, en su calidad de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, dé la orden de cesar los operativos militares. Tan solo se necesita de la razonable decisión de los oficiales con mando de tropa, para no atacar a las Farc, manteniendo una prudente distancia de los campamentos en los que puedan estar “concentrados” los guerrilleros. Es cuestión de conservar la vida y por ese camino, aportar de manera significativa al proceso de paz.

En las circunstancias en las que transcurre este conflicto armado interno ha sido posible constatar “ceses bilaterales no declarados”, que se dan y se explican por decisiones que toman tanto oficiales del Ejército, como comandantes guerrilleros, en precisos momentos de las vidas de estos hombres en armas.

La breve historia que voy a contar a continuación, tiene un doble propósito: de un lado, invitar a los soldados de la Patria, a que dejen de lado la búsqueda de resultados operacionales (léase, “dar de baja” o matar al enemigo), y silencien sus fusiles, mientras se firma el fin del conflicto. Los exhorto a que cuiden sus vidas y que piensen por un instante que los problemas del país no se solucionarán matando guerrilleros. El otro propósito de esta columna es rendir homenaje a quien desde algún lugar del universo, vigila y guía mi vida y decisiones.

Voy a contar el caso de un Oficial del Ejército, del arma de la Caballería, que en una ocasión estableció una especie de “pacto de no agresión” con unidades de las Farc que rodeaban al municipio de Morales (Cauca), pueblo  que el Oficial cuidaba y patrullaba con sus tanques Cascabel y Urutú.

Dicho “pacto de no agresión” se dio de esta manera. El Oficial, casado y con tres hijos, patrullaba la zona de Morales, en el departamento del Cauca. Ubicado a las afueras del municipio, y en plena época de navidad, lo visitó un niño de unos 14 años de edad. El muchacho llevaba un mensaje de un comandante guerrillero, que desde las montañas cercanas vigilaba los movimientos de dicha unidad militar. El joven informó al Oficial que los guerrilleros estaban arriba en la montaña. La respuesta del entonces Capitán fue clara: dígales que mientras no se metan con el pueblo y con su gente, no hay problema.

Aunque el desenlace en esta ocasión fue feliz, años después, en absurdas circunstancias, el entonces Capitán murió en una base en zona montañosa de Jamundí ( murió en el grado de Mayor). Paz en la tumba de ese hermano que le sirvió a un país que en esos momentos le apostaba a la guerra y al triunfo militar. Como me hubiera gustado hoy, discutir con él, las circunstancias en las que transcurren las negociaciones de paz en La Habana.

De esta forma, guerrilleros y militares, en esa zona y en ese específico contexto territorial y cultural (época de navidad), “pactaron no agredirse”.  Esa misma actitud la podrían asumir oficiales que tengan hoy bajo su mando unidades contraguerrillas. Resulta innecesario poner en riesgo las vidas de jóvenes soldados profesionales, suboficiales y oficiales cuando la negociación con las Farc avanza en La Habana y se vislumbra el fin del conflicto.

Y  aquellos que señalan que un cese bilateral al fuego le sirve al enemigo, en este caso, a las Farc, les digo que deberían de valorar la vida de los militares. Le sirven más vivos al país y a sus familias estando vivos, que mutilados o sin vida

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