YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 27 de marzo de 2015

LO QUE DIJO SANTOS EN SU ALOCUCIÓN

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


En la reciente alocución[1], el presidente Santos echó pullas al ex presidente Uribe y al abogado De la Espriella y aprovechó, para naturalizar la injerencia del Fondo Monetario Internacional  (FMI).

Aludió al FMI, leyendo apartes del informe que dicho organismo le presentó, en el que se elogian sus políticas de crecimiento económico y aquellas que tienen como objetivo disminuir los índices de pobreza en el país. Santos sacó pecho de su gestión, basado en la evaluación de un organismo supranacional. Lo que no dijo el Presidente, es que dicho organismo le “recomienda” subir el IVA, aumentar la edad de pensión a las mujeres y hacer reformas tributarias que obliguen a más colombianos a pagar impuestos. Ello, claramente, en beneficio de los grandes ricos que no tributan lo que realmente deberían de tributar, en un país profundamente inequitativo.

En otro momento, reconoció a la Corte Constitucional[2], como una institución garante de la tutela y de los derechos de los más desprotegidos y vulnerables[3]. Huelga recordar que esa Corporación declaró, hace ya unos años, el Estado de Cosas Institucional (ECI), para el fenómeno del desplazamiento forzado interno.

Sin decirlo, la alocución presidencial se explica por el escándalo mediático, judicial y político que rodea a Jorge Pretel, cabeza visible de la Corte Constitucional, sobre quien recaen señalamientos por actos de corrupción en el manejo de una tutela, que benefició o beneficiaría a la empresa Fidupetrol. Según lo conocido, el togado exigió y al parecer recibió, una coima de 500 millones de pesos.

Recordemos que el comunicado que emitieron los magistrados de la Corte Constitucional, se produjo en respuesta al desafío de su Presidente, Jorge Pretel, quien afirmó que si el se iba de la Corte, se tendrían que ir todos, en directa alusión a que todos estarían comprometidos en actos de corrupción y cobro de coimas. En dicho comunicado, los ocho restantes Magistrados, pidieron la intervención del Jefe del Estado, para buscar salidas a la encrucijada en la que metió a la justicia, el ladino Jorge Pretel.

Santos defendió las instituciones y la institucionalidad, insistiendo en el valor que estas tienen, no solo por la tradición y la historia, sino por el carácter democrático de estas, en el contexto republicano de un Estado de derecho. Y lo hizo, descartando la convocatoria a una Asamblea Constituyente, para superar lo que algunos han llamado la crisis de la justicia. Sería como dar un salto al vacío, señaló el Presidente. Y como Jefe de Estado, instó a la Fiscalía y a la inoperante Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, para que actuaran con sentido de responsabilidad y aceleraran las investigaciones que comprometen política, ética y judicialmente al magistrado Pretel.

Y como Santos cree en las instituciones, en los procedimientos reglados, en la institucionalidad, desde allí echó pullas a Uribe Vélez, al recordar que el país no puede caer en cantos de sirenas que indican que el estadio superior del Estado Social de Derecho, es el Estado de Opinión[4]. Luego, y dirigiéndose al mismo destinatario, Santos señaló que los tiempos de las persecuciones políticas quedaron atrás y que su Gobierno no tiene como política perseguir a sus detractores y críticos. Ello, en clara alusión a las “chuzadas” ordenadas desde el DAS, organismo que el Gobierno de Uribe convirtió en la policía política, con la que persiguió a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia[5] de la época, periodistas, intelectuales y políticos.

En su intervención, el Presidente acudió a una vieja “verdad”: Colombia es la democracia más antigua de América Latina. Más que una verdad, la frase es una suerte de estribillo al que apelan quienes aún defienden la democracia procedimental y electoral. Santos cree, erróneamente, que por el hecho de no haber vivido y soportado las dictaduras que sufrieron los países del Cono sur, ello es suficiente para valorar positivamente la democracia colombiana. Confunde tradición con legitimidad  y poca atención le pone a la falta de pluralidad de la democracia colombiana. Parece ser, que Santos poco o nada ha oído hablar de democracia socia, política y social.

Y casi al final de su alocución, de un poco más de veinte minutos, habló de la ética e hizo un llamado a los abogados para que no presionen de manera indebida a los magistrados de las altas cortes. Y en clara alusión al abogado Abelardo de la Espriella[6], insistió en que la ética sí tiene que ver con el ejercicio del derecho. Y por ello quizás, informó al país y a los abogados en particular, que presentará un proyecto de ley para que los profesionales del derecho deban someterse una prueba de Estado, para medir la calidad de su formación.

Al final, con la alocución, Santos le bajó la intensidad política al escándalo, al tiempo que naturalizaba la injerencia del FMI en el manejo de los asuntos del Estado, lo que afecta, de manera directa, la soberanía estatal. Y claramente, profundizó las diferencias con Uribe Vélez, en el sentido en que él si respeta la división de poderes y la institucionalidad. Sin duda, Santos ha intentado actuar dentro de la institucionalidad, en un país que se acostumbró a que durante ocho años, un Presidente actuara por fuera de ella, reduciendo, por ese camino, los asuntos del Estado, a los caprichos e intereses particulares de quien no gobernó, sino  que mandó por un largo y oscuro periodo.  

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