YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 22 de mayo de 2015

OJO POR OJO, DIENTE POR DIENTE

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Para entender la suspensión del cese unilateral del fuego, que hace pocas horas las Farc ordenaron, a raíz del duro golpe recibido en zona rural de Guapi, Cauca, hay que remontarse a los hechos acaecidos en otra zona del golpeado departamento caucano, a mediados de abril del presente año.

La acción armada de las Farc en el Cauca, que dejó 11 militares muertos y otros tantos heridos, desató la más cruenta ofensiva de las Fuerzas Armadas, con el fin claro de vengar la muerte de los hombres que cayeron en el golpe de mano en territorio caucano.

Han sido reiterados los bombardeos de la Fuerza Pública, a patrullas y campamentos de las Farc, sin que hasta el momento haya un balance oficial y público de civiles muertos, heridos y desplazados por las acciones de guerra desplegadas. De igual manera, no hay cifras de animales muertos y mucho menos, un balance de los daños socio ambientales que dejan estas acciones de guerra.

La muerte de alias ‘Becerro’, en zona rural de Bojayá, generó terror entre la población civil y provocó el desplazamiento de comunidades asentadas en ese territorio. Antes de este operativo, se registró un bombardeo en un resguardo indígena, con el saldo de una persona muerta. Es decir, el conflicto se escaló, a partir de la acción perpetrada por las Farc en  inmediaciones del corregimiento de Timba, Cauca.

A pesar de las acciones de guerra del Estado, las Farc mantuvieron, hasta hoy, el cese unilateral al fuego, con varios hechos que darían cuenta de su incumplimiento, aunque no se descarta que hayan sido ‘obligados’, por el asedio de la fuerza pública.

El rompimiento de la medida obedece al duro golpe que hace unas horas, dieron fuerzas combinadas de aviación y ejército a las Farc, en zona rural de Guapi, en el departamento del Cauca, territorio históricamente en disputa. El saldo de guerrilleros muertos asciende a 26, lo que motivó a la dirigencia fariana a levantar la orden del cese unilateral del fuego. “Deploramos el ataque conjunto de la Fuerza Aérea, el Ejército y la Policía ejecutado en la madrugada del jueves contra un campamento del 29 Frente de las FARC en Guapi (Cauca), en el que, según fuentes oficiales, resultaron asesinados 26 guerrilleros", manifestó a través de su página oficial el grupo guerrillero luego de anunciar la suspensión de la tregua unilateral declarada en diciembre”[1] 

 Si bien las acciones militares de parte y parte se enmarcan en la disposición concertada de dialogar en medio de las hostilidades, lo cierto es que a los ejércitos enfrentados, los anima cada vez más, un espíritu de venganza, que de manera sistemática los acerca a las prácticas de la ley del Talión (lex talionis).

De esta manera, y poco a poco, militares y guerrilleros, pierden el sentido y el objetivo político de su naturaleza como actores armados, para enfrascarse en una lucha vindicativa que dificultará en el mediano y largo plazo, los procesos de reconciliación que vendrán una vez se firme el fin del conflicto en La Habana. Es tal el talante vengativo de la lucha de estas dos fuerzas y la insensatez de sus dirigentes, generales y comandantes guerrilleros, que poco aprecian la vida de sus propios hombres en armas y menos aún, valoran el bienestar de los civiles que sobreviven a los bombardeos y a las acciones terrestres tanto de la Farc como del Ejército. El asunto de fondo es que ni guerrilleros y soldados rasos pueden comprender que ellos son, simplemente, instrumentos o fichas de una guerra que no ha logrado desestabilizar el orden establecido. De allí que su lucha, su honor y valentía poco o nada sumarán a la transformación del país, así se firme el fin del conflicto.

Solo la política puede parar los escenarios de barbarie, odio y venganza que guerrilleros y militares vienen consolidando en los territorios en disputa. Ojalá lo sucedido en Guapi, Cauca, provoque que las partes que dialogan en La Habana, pacten de una vez por todas un cese bilateral del fuego, con verificación nacional e internacional. Ello, en algo, detendría los ánimos vindicativos y sañudos con los que unos y otros vienen operando en los campos de batalla. Eso sí, dudo mucho que así sea, porque ese mismo ánimo vengativo de los ejércitos en disputa, lo exhiben actores y agentes sociales de la sociedad civil.

De un lado, los medios masivos vienen aupando y legitimando ese carácter vindicativo con el que operan las fuerzas armadas y que es compartido por sectores de la sociedad. Y lo hacen, a través de tratamientos noticiosos irresponsables[2] y lastimeros[3], que terminan por polarizar aún más a la opinión pública, que sigue enganchada en la trampa dicotómica, guerra o paz. De la misma manera, Acore, el Procurador Ordóñez y el Centro Democrático, vienen jugando un papel protagónico, al insistir en que, en lugar de hablar de un cese bilateral del fuego, lo que debe darse es la concentración de las Farc en un territorio, hasta que se firme el fin del conflicto que se negocia en territorio cubano.

Mientras las Farc se recuperan del golpe recibido, lo único que resta esperar es la respuesta militar que deben estar preparando para vengar la muerte de sus 26 compañeros. Y muy seguramente, el próximo golpe se produzca en las mismas condiciones en las que se produjeron los hechos de guerra de las Farc, en abril, y el que acaba de producir la fuerza pública en Guapi: mientras el enemigo duerme. 

Es decir, no se trata propiamente de “bajas” producidas en combate, sino en operaciones nocturnas y sorpresivas, que devienen, por supuesto, con toda la sevicia con la que se suele actuar cuando el enemigo duerme y da ventajas. Y ello se explica, porque no hay interés en demostrar superioridad y experticia en el campo de batalla,  a través de la puesta en marcha de estrategias militares, sino en producir el mayor golpe militar, porque ambos actores armados saben que allí estará atenta la prensa para cubrir los horrores que produce la guerra, con ese lenguaje noticioso que tanto daño produce en las audiencias.

Pareciera que ese carácter vindicativo, rencoroso, hostil y resentido, de unos y otros, se hiciera más fuerte al saber que después de los hechos de guerra, hay una prensa que está allí para magnificar sus acciones y con ello, quizás, agradar a los superiores que descansan, unos en La Habana, y otros, en cómodos y aireados casinos de oficiales.

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