Por
Germán Ayala Osorio, comunicador social
y politólogo
Publicada en www.conlaorejaroja.com http://conlaorejaroja.com/las-preguntas-que-la-prensa-bogotana-no-hace/
A raíz de los recientes atentados ocurridos en Bogotá, me pregunto: ¿por qué parece ser tan fácil hacer estallar un petardo, o para el caso de la delincuencia común, bandas criminales y sicarios, adquirir un arma en las llamadas “ollas” de ciudades como Cali, Medellín y Bogotá?
A raíz de los recientes atentados ocurridos en Bogotá, me pregunto: ¿por qué parece ser tan fácil hacer estallar un petardo, o para el caso de la delincuencia común, bandas criminales y sicarios, adquirir un arma en las llamadas “ollas” de ciudades como Cali, Medellín y Bogotá?
La
pregunta, en sí misma, es un directo cuestionamiento a la policía, a los militares y, en general, a los organismos de inteligencia y seguridad
del Estado. Resulta muy difícil que el Estado se consolide como orden social,
político y cultural, si no logra hacerse con el monopolio de las armas. Ese resbaladizo
principio moderno, parece que las autoridades no lo han asumido como una tarea
prioritaria, en aras de desmantelar rutas, proveedores y el beneficioso, cuantioso y atractivo mercado
ilegal de armas.
Parece
ser que las autoridades y los organismos de inteligencia están más interesados
en actuar después de que ocurren los hechos delictivos, para dejar que los
efectos políticos terminen afectando la legitimidad de los Gobiernos, que
preparados para prevenirlos e incluso,
evitarlos, haciendo una tarea eficiente, eficaz y efectiva de control sobre
rutas y mercados establecidos para el tráfico de armas y explosivos.
¿Qué pasa con las armas,
explosivos y demás material de guerra y de intendencia decomisados por la
policía y el ejército? ¿Existe control efectivo sobre el lugar en donde estos
materiales reposan? ¿Se lleva un riguroso inventario? ¿Sobre quién recae la
responsabilidad de custodiar y si es preciso, eliminar dicho material? ¿Existe
una política clara sobre el manejo de este tipo de armamento? ¿Existe un
protocolo para eliminar el material de guerra decomisado a las guerrillas,
bandas criminales, y delincuencia común?
Siempre
he tenido dudas sobre el control que diversas autoridades hacen de las armas y
de los explosivos que decomisan en publicitados operativos. Y más crecen mis
dudas, cuando en 2013, a
raíz de una masacre perpetrada al sur de la ciudad de Cali, la prensa informó
lo siguiente: “El
arma decomisada, según la Policía, había sido incautada
en tres ocasiones, en Cali, Bogotá y Medellín y hasta el 2004 fue un arma legal, cuyo
dueño fue asesinado ese mismo año en la capital vallecaucana. Se trata
de una pistola marca Glock, calibre nueve milímetros,
cuyo proveedor adaptado para 30 cartuchos[1]”.
Creo, entonces, que la gran prensa bogotana y las audiencias,
antes de salir a fustigar al alcalde Petro y al Gobierno nacional, y de insistir
en la construcción de imaginarios y representaciones sociales que ayudan a
generar miedo colectivo, deberían de confrontar a las autoridades acerca de las
tareas de inteligencia desplegadas para contrarrestar la ocurrencia de estos
actos de terror.
Independientemente de si los atentados fueron ordenados por la
dirigencia del ELN, o de cualquier otra agrupación ilegal, lo claro es que
falló la inteligencia. Y quizás sea posible llegar a pensar que esas fallas de
la inteligencia policial y militar, guardan estrecha relación con sectores de
poder político y económico (derecha y ultraderecha), interesados en generar
caos en la capital del país, con el claro propósito de “ambientar” las
elecciones de octubre de 2015 y buscar con ello, que los electores, por miedo,
terminen votando por el candidato a la alcaldía de Bogotá, que prometió ser el primer policía de la Capital.
Así entonces, es mucho lo que deben explicar las autoridades
encargadas de la inteligencia y la seguridad del Estado y de la ciudadanía. A
lo mejor, adquirir explosivos y armas sea más fácil de lo que pensamos. Y es
posible que si se investiga, encontremos que hay agentes del Estado que
colaboran con los criminales, para desestabilizar el poder político y generar
miedo en la población civil. Y quizás, la prensa bogotana no esté haciendo las
preguntas correctas.
Imagen tomada de periodistas-es.com
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