YO DIGO SÍ A LA PAZ

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viernes, 28 de agosto de 2015

ELECCIONES EN CALI: ENTRE EL PODER DEL DINERO Y EL CLIENTELISMO

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Las campañas políticas y el ambiente electoral en Cali, como seguramente sucede en las de otras regiones del país, se desarrollan entre dos grandes caminos: el primero, el que traza el dinero; y el segundo, el que impone el clientelismo. Aquella ruta en la que danza el dinero y con la que se asegura la visibilidad mediática, transitan el candidato Maurice Armitage y Roberto Ortiz. Y en ese segundo camino, corre con enorme comodidad, el aspirante a guiar los destinos de la ciudad, Angelino Garzón.

Paralelo a esas dos avenidas, los candidatos Michel Maya, Carlos José Holguín y Wilson Arias Castillo intentan con la discusión de ideas y la exposición de propuestas, ganar terreno. Sin duda, se trata de una lucha desigual que debilita el debate democrático y plural ante una opinión pública que poco a poco reconoce que las prácticas clientelistas y el poder del dinero terminan consolidando la debilidad institucional del Estado local.

De esta manera, claramente se afectan las aspiraciones de quienes creemos, como electores, que la capital del Valle del Cauca no puede continuar siendo manejada por la élite tradicional y mucho menos, por proyectos populistas y clientelistas que terminan afianzando ese carácter mendicante de la amplia población vulnerable de la ciudad y fortaleciendo el carácter privado del Estado local.

En recientes debates, crece el consenso alrededor de la idea de que quienes salieron mejor librados fueron los tres candidatos que caminan de forma paralela a las vías trazadas por el clientelismo de Garzón y el dinero de Armitage y Ortiz: Carlos José Holguín, Michel Maya y Wilson Arias Castillo.

Uno a uno

Bajo ese escenario, paso a caracterizar a los aspirantes a la alcaldía de Cali. Inicio con los tres últimos. De los tres candidatos que no transitan por las mismas rutas de Garzón, Ortiz y Armitage, hay que decir que el candidato del partido conservador, Carlos José Holguín, representa la tradición de una élite que tiene enorme responsabilidad en los graves problemas sociales y ambientales que padece la ciudad de tiempo atrás. Es posible que se haya preparado, pero ese elemento de clase política hace dudar de la eficacia y de la viabilidad política de sus propuestas de gobierno.

En cuanto a Michel Maya Bedoya, se trata de un joven inteligente, ex concejal, que si bien dio debates en esa corporación, terminó apoyando y votando[1] varios artículos del POT de Rodrigo Guerrero Velasco, plan que no reorientó el desordenado crecimiento de la capital del Valle y que por el contrario, consolidó a la ciudad como una urbe segregadora y ambientalmente insostenible.

Entre tanto, del candidato del Polo Democrático Alternativo, Wilson Arias Castillo, ex representante a la Cámara de Representantes, hay que señalar que se trata de un político inteligente y preparado para la discusión pública de asuntos como la concentración y extranjerización de la tierra, así como los temas concernientes a la prestación de servicios públicos, en manos del Estado. Ajeno a prácticas clientelistas y a manejos turbios de recursos públicos, Arias Castillo se erige como un candidato que puede darle un giro a la ciudad en materia de política social y ambiental. Eso sí, de alcanzar el poder local, debe cuidarse de convertirse en un líder mesiánico y populista que termine aportando a la polarización política y al enfrentamiento de clases.

En cuanto a Angelino Garzón, su pasado político (clientelista) lo descalifica como una opción deseable para manejar los destinos de la ciudad. Debe dar un paso al costado y ojalá que sea la derrota electoral de octubre, el hecho que le haga entrar en razón para tomar la decisión de retirarse de la vida pública.

En lo que corresponde a Roberto Ortiz, su trabajo con las ‘chonticas’ lo hace proclive a desarrollar un perfil populista que poco conviene para la construcción de ciudadanía. Apoyado por el Partido Liberal, Ortiz me recuerda a Apolinar Salcedo Caicedo e incluso, a John Maro Rodríguez.

Y finalmente, el candidato Armitage se equivoca al presentarse ante la opinión pública como un aspirante No político, señalando con ello que es ajeno a establecer alianzas por intereses burocráticos. A su campaña han adherido fuerzas políticas que dejan mucho que desear.  Aquello de formalizar el trabajo infantil no deja de tener un tinte clasista y de claro distanciamiento de la idea de generar mejores oportunidades para los más vulnerables. Además, su cercanía a Rodrigo Guerrero Velasco lo hace ver como el candidato de la élite, con la diferencia de que aquella no está financiando su campaña, porque él, como rico empresario, tiene suficiente músculo económico para lograr llegar a la alcaldía de Cali, gracias a la publicidad y a la pauta en los medios locales, que le asegura visibilidad y por ese camino, poco a poco se convierte en un polo que está atrayendo a fuerzas políticas sobre las que recaen críticas, dudas éticas y señalamientos de corrupción.

Así entonces, los caleños y caleñas deberán decidir por cuál de esas rutas posibles dejarán llevar los destinos de la ciudad. Muy seguramente será el poder del dinero el que se imponga en las elecciones de octubre. Al final, perderá la ciudad y perderemos todos, incluso los poderosos.

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