Por Germán
Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Existen similitudes biológicas
muy fuertes entre el comportamiento de los animales y el ser humano[1]. En asuntos
biológicos como comer y defenderse ante una ofensa, seres humanos y animales
suelen compartir reacciones y comportamientos. Es el ordenamiento cultural lo
que permite que mujeres y hombres tomen distancia de esas circunstancias
biológicas que compartimos con los animales.
Es claro que la agresividad
humana aparece porque hay una tensión
muy fuerte entre lo que deseamos y la norma que le pone cortapisas, límites o
impide aquello que ansiamos. Igualmente, y a pesar del orden simbólico y a los
procesos civilizatorios, la agresividad
humana se origina en las tensiones que genera el compartir con Otros,
incluso, con los propios animales, a los que violentamos por un “natural”
repudio o por reacciones primarias fruto del miedo o rabia que nos genera su
presencia.
La compleja condición humana hace
que los riesgos de vivir juntos, tanto para los animales como para los otros
seres humanos, sean permanentes. Los procesos civilizatorios en los que nos
embarca la sociedad, intentan minimizar esos riesgos de vivir juntos. Pero
siempre hay un miedo latente a que Otro, por disímiles motivos, nos violente.
Para el caso de los llamados
animales domésticos, hay que decir que las reacciones agresivas de unos, pueden
originarse por disputas territoriales, por una hembra en celo o por la
alimentación. Reacciones primarias que también se presentan entre los seres
humanos, eso sí, matizadas y atravesadas por el ordenamiento cultural que
coadyuva a darles un sentido distinto al que el mismo ser humano, a través del
lenguaje, le da a las reacciones de los animales. Podemos batirnos por una
deseada hembra, y provocamos guerras y conflictos por luchas territoriales
asociadas, por su puesto, al poder económico y político que se le reconoce a la
posesión de la tierra.
El miedo es un sentimiento que
compartimos con los animales, así el ser humano se lo explique así mismo desde
su propio ordenamiento simbólico. Y desde el miedo, hombres y animales pueden
atacar y reaccionar de manera violenta o con grados de agresividad. Por
ejemplo, los perros pueden sentir miedo de personas y de otros de su misma
especie. Y al sentirse en desventaja o retados, pueden atacar. Los miedos
humanos, al explicarse desde la cultura, se asumen de manera distinta, así como
las reacciones a esas fuentes, personas o hechos que nos generan aprensión,
desconfianza y miedo.
Hay perros que por miedo pueden
atacar a ese algo que les genera
desconfianza y miedo. Igual sucede con los seres humanos, en especial con
hombres que por miedo también pueden atacar o predisponerse para responder a la
fuente que les origina el temor, el miedo, la desconfianza o la duda. Es
posible, eso sí, que hombres y mujeres reaccionen de manera violenta a través
del lenguaje o a través de reacciones calificadas como primarias, primitivas o
básicas.
A partir de las conexiones
planteadas entre el miedo humano y el que pueden llegar a sentir los perros,
propongo que se asuma, se explique y se evalúe el comportamiento público de
Uribe Vélez, frente a hechos políticos de la realidad colombiana. Así las
cosas, lanzo la siguiente tesis: las
reacciones violentas (discurso camorrero y la intención clara de dividir,
disociar y polarizar a la opinión pública) de este político, en su calidad de Presidente
y de ex presidente, tienen como trasfondo que Uribe Vélez, como cualquier perro
u otro animal, tiene miedo. Surge una pregunta: A ¿qué le puede temer un
consumado gamonal y rico hacendado como Uribe?
Justamente Uribe tiene miedo
porque sabe que no estará para defender a sus crianzas (sus hijos), una vez se
muera. Y esa circunstancia, natural por demás, lo angustia, de allí que intente
mantener su vigencia política y perpetuar su poder político, manteniéndose
activo y combativo en la vida pública. Lo hace no solo por su enfermiza
relación con el poder, sino porque está convencido de que hasta el último día
de su vida, debe tener “aceitadas” y controladas las redes de poder, legal e
ilegal, con las cuales pueda proteger los bienes y la vida de sus hijos. Al fin
y al cabo, su particular forma de asumir y respetar el ordenamiento cultural,
lo hace proclive a dudar de los Otros, así sean cercanos y exhiban altos
niveles de lealtad e incluso, de sumisión.
Siguiendo la misma lógica de
poderosos hacendados, gamonales, mafiosos y narcotraficantes, a Uribe Vélez le
angustia que ante su partida, cuando muera, sus hijos sean víctimas de los
cientos de enemigos que acumuló en
sus luchas políticas y económicas. Y son muchos: empezando por los líderes
paramilitares que extraditó a los Estados Unidos, hecho que podría desatar
acciones vindicativas de aquellos y de sus familiares, contra los hijos de
quien claramente se benefició en su campaña de 2002, de la presión política y
electoral que ejercieron en varias zonas del país los paramilitares
extraditados. Por parte de las guerrillas de las Farc y el ELN, o de los
familiares de los guerrilleros asesinados en la feroz ofensiva militar que Uribe lideró
y desató en contra de dichas agrupaciones al margen de la ley, durante la
ejecución de su política de seguridad democrática.
Igualmente, sus “enemigos y
detractores políticos” pueden atentar de muchas maneras contra la vida y los
negocios de los hijos de Uribe, asunto que muy seguramente el ex presidente y hoy senador, tenga presente, a pesar de que su Mesianismo y su relación enfermiza con el
Poder, pueden en algún momento llevarlo a despreocuparse por la suerte de sus
dos muchachos.
Así las cosas, mientras Uribe se
mantenga alejado más tiempo del poder político, sus miedos por morir y dejar
inermes a sus hijos podrán aumentar considerablemente. Quizás sus tensiones
internas estén soportadas en que a pesar de sentirse el Elegido, siente
profunda desazón al caer en cuenta de que su vida es finita. Pobre de aquel que
ostentó tanto poder, al saber que contra la muerte no puede hacer nada y que ya
en esa condición, sus enemigos estarán prestos a atacar a su más preciado
tesoro: sus hijos.
Nota: muchos creen que le teme a que, de pronto, sea procesado por la CPI. En particular, no creo que eso pase, justamente, porque su calidad de ex presidente, en Colombia, es suficiente para evitar la llegada de la justicia, así sea esta internacional y subsidiaria.
Nota: foto tomada de internet. Pertenece a: www.lahistoriadeldia.wordpress.com
Nota: foto tomada de internet. Pertenece a: www.lahistoriadeldia.wordpress.com
[1] Gracias al discurso antropocéntrico,
creemos que los animales en general son “inferiores” y por esa vía,
desconocemos su inteligencia y su capacidad de relacionarse afectivamente entre
ellos y con los seres humanos.
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