Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Es un enorme error subvalorar el poder de penetración -y de
daño- de las empresas mediáticas. Y creo que en Colombia lo hemos hecho por
largo tiempo.
De cara a la firma del fin del
conflicto, la implementación de lo acordado en La Habana y la consecuente
reincorporación de las Farc y la participación política de varios de sus
miembros, entre otros asuntos, es urgente empezar a establecer condiciones que
garanticen, por fin, una verdadera pluralidad informativa en el país.
Si bien es claro que los
noticieros Noticias RCN y Caracol Noticias cada vez más pierden audiencias[1],
hasta el punto de que quienes consumen sus informativos vienen dudando de sus
tratamientos periodístico-noticiosos, el país necesita escuchar otras voces,
fuentes, voceros y, sobre todo, otro discurso periodístico y político.
No es sano que el país empiece a
caminar hacia la construcción de escenarios de posconflicto bajo la hegemonía
informativa de esos dos canales privados. El periodismo colombiano necesita
oxigenarse y las audiencias deben empezar a ver y oír a otros actores
políticos.
Por lo anterior, es pertinente, que
en el marco de lo acordado en La Habana se definan y se otorguen espacios de
opinión y de información para las Farc y para otras expresiones de poder. La
izquierda democrática debe contar con el espectro electromagnético para dar a
conocer a sus cautivas audiencias su ideario político y sus propuestas de paz y
reconciliación.
Una vez dadas esas condiciones
dentro del espectro electromagnético -que es del Estado- los periodistas
deberán revisar y modificar sus rutinas de producción periodística-noticiosa.
En esa dirección, los noticieros de televisión deberán dejar de lado la clásica
y rentable “fórmula” con la que “examinan” los hechos que alcanzan el siempre
caprichoso estatus de noticia. Esa “fórmula” M+G+C[2] debe
desaparecer para dar vida a una nueva fórmula para entender los hechos
públicos: A+P+CC[3].
Una vez abiertos y asegurados los
espacios informativos para la izquierda, para las Farc y ojalá para el ELN, el
tipo de periodismo que vayan a emprender deberá aplicar la nueva fórmula
informativa. No pueden caer los periodistas que estarán detrás de esos nuevos noticieros,
por ejemplo, el del Movimiento Bolivariano para la Nueva Colombia (partido
político de las Farc), del ELN o de otro sector diferenciado de la izquierda,
en la trampa de recoger las rutinas de producción periodística que acompañan a
la manida, vieja y dañina “fórmula” M+G+C.
Mientras ello sucede, el Estado
debería de asumir la tarea de formar audiencias y una opinión pública que
sean capaces de discernir sobre estos asuntos relacionados con el conflicto
armado interno, las negociaciones de paz de La Habana y las que se adelanten
con el ELN y la búsqueda de una paz
estable y duradera.
Y para hacerlo, el Ministerio de
Educación, junto con el de Comunicaciones, entre otras instancias, deben
emprender la labor de re-educar a los anunciantes y a los propios consumidores.
Ese proceso de re-educación tiene como norte el cambio hacia una cultura de
paz, sostenida en principios de pluralidad informativa, respeto a la
diferencia, comprensión del contexto de la guerra interna, de un nuevo sentido
de lo público y la valoración ética y moral del momento histórico por el cual
atraviesa Colombia. Así mismo, esa nueva cultura de paz deberá servir para
exponer nuevas relaciones entre el Hombre y la Naturaleza y entre lo Masculino
y lo Femenino.
Así las cosas, los espacios
informativos y de análisis que se les asignen a las Farc y al ELN una vez
constituidos como Partidos Políticos, no podrán seguir los parámetros y las
perniciosas lógicas noticiosas que vienen aplicando de tiempo atrás los
hegemónicos noticieros en Colombia.
Es hora de modificar
sustancialmente las maneras como opera el periodismo en un país como Colombia,
en donde los medios masivos de comunicación fungen cada vez más como actores
políticos[4] que
usan la información para ocultar hechos y decisiones políticas y económicas y
para seguirle el juego a una cultura dominante que hace rato deviene en una
profunda crisis desde las perspectivas ética y moral. Por todo lo anterior, es urgente cambiar de
fórmula.
Imagen tomada de noticartuncolombia.blogspot.com
[2] Masacres, Goles y Culos. Los
noticieros suelen abrir emisiones con una masacre o un hecho de igual o mayor
violencia. Luego, viene la sección deportiva (casi y exclusivamente fútbol) y
terminan con hechos de farándula, asociados a la exposición de mujeres desnudas
o semidesnudas.
[3] Análisis, Prospectiva y Conciencia
Colectiva. Se propone que los noticieros abran con un hecho de especial
relevancia, al cual se le dedican 5 minutos de análisis. Luego, vienen
ejercicios de prospectiva y se termina llamando la atención de las audiencias
sobre la toma de conciencia alrededor de los asuntos públicos abordados en las
emisiones.
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