Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Hay que insistir en que el
proceso de negociación[1]
pública entre el Gobierno de Santos y el ELN arranque cuanto antes. El tiempo
apremia si tenemos en cuenta que las negociaciones de La Habana avanzan a pesar
del ruido que generan la reciente declaración del vicefiscal de la CPI, James
Stewart alrededor del modelo de justicia acordado entre las partes y la
insistencia de las Farc en que se convoque a una Asamblea Nacional
Constituyente para la refrendación de los acuerdos. A ello se suman los puntos pendientes que han
ido quedando de los acuerdos preliminares.
Con todo y lo que falta por
acordar en la Mesa de negociaciones instalada en Cuba, el inicio de la fase
pública del proceso de pre negociación y negociación entre Gobierno y ELN debe
darse cuanto antes.
De no hacerlo, no podríamos
hablar en estricto sentido de la superación del conflicto armado interno, lo
que dejaría a la guerrilla del ELN
expuesta a una violenta ofensiva militar por parte de las Fuerzas
Armadas. En términos operativos, al Ejército le queda más fácil golpear a los
elenos por cuanto ya no encontrarán la presencia y resistencia de las Farc.
Esta circunstancia debería de motivar al COCE para rápidamente superar los obstáculos
que hoy tienen frenadas las conversaciones con el Gobierno.
Habría dos elementos
problemáticos, que explicarían el enfriamiento de los encuentros exploratorios
entre Gobierno y ELN y la esperada fase pública: de un lado, la discusión
alrededor de la supremacía que exige el COCE que debería tener dentro de las
negociaciones de paz, la Mesa Social[2] o el
componente social, sobre la Mesa Política o el componente político.
Es decir, que las decisiones
emanadas de los sectores sociales convocados para discutir reformas económicas
y políticas, terminen imponiéndose a los temas y ritmos de la negociación
política directa entre los plenipotenciarios nombrados tanto por el ELN como
por el Gobierno de Santos. Es claro que a la dirigencia del ELN le interesa la
participación directa de la sociedad[3] en
las negociaciones.
Al parecer los enviados del
Gobierno, siguiendo instrucciones de Santos, no aceptan que la Mesa Social esté
por encima de la Mesa Política y que la primera determine el abordaje de
asuntos sobre los cuales el Establecimiento no está dispuesto a ceder: revisión
del modelo económico, por ejemplo.
El segundo elemento, aunque
importante, podría superarse rápidamente. Se trata del territorio en donde se
desarrollarían los diálogos. Inicialmente el COCE quería que la mesa se
instalara en Venezuela. Para el Gobierno, dialogar en Venezuela tiene unas
implicaciones políticas y diplomáticas que le impiden aceptar la propuesta del
ELN. El cierre de la frontera, el mismo proyecto político venezolano y los
negativos resultados electorales y la “golpiza” que recibió el proyecto
bolivariano por parte de la Oposición que hoy es mayoría en la Asamblea
Nacional, hacen “inviable” la instalación de la mesa de conversaciones. Para
superar el impasse, se cuenta con el ofrecimiento del Gobierno de Ecuador. Por
ello, el asunto del territorio extranjero para negociar resulta relativamente
fácil de superar, a pesar de la aspiración e insistencia de la dirigencia del
ELN de que debería de ser Venezuela.
Más allá de si los dos elementos
señalados líneas atrás tienen asidero y sirvan para explicar el enfriamiento
del proceso con el ELN, o quizás de que
haya otros elementos problemáticos, lo cierto es que las partes deben avanzar
en superar los obstáculos.
Deben entender los elenos que lo
urgente ahora es parar las hostilidades y ponerle fin a la guerra, para que no
haya más víctimas civiles y se siga afectando el medio ambiente. La vida de los
guerreros pasa a un segundo plano, así como las aspiraciones de lograr cambios
en el modelo económico y político a través del uso de las armas.
Adenda: el envejecimiento de la dirigencia del ELN debería también llamar a la reflexión a sus miembros. Véase: http://www.semana.com/nacion/multimedia/eln-su-poderio-y-su-dificultad-para-negociar/461166
Imagen tomada de EL ESPECTADOR.COM
[2]
Encuentro coincidencia con lo planteado por el movimiento social y político Congreso de los Pueblos,
cuando señala que “la Mesa
Social de Paz es un mecanismo de
participación y negociación de los sectores sociales populares, sus procesos y
organizaciones con el Estado y los poderes económicos y políticos. Esta Mesa
negociará con los que hoy tienen el
monopolio del poder político y económico aspectos y temas propios de los impactos causados por
el conflicto en todas sus dimensiones…”. Tomado de Mesa Social para la Paz:
propuesta de participación popular para la construcción de la paz en Colombia.
EN: Y sin embargo, se mueve. Negociación Gobierno- ELN. EditorVíctor de Currea-
Lugo. p. 78. Bogotá, 2015.
[3] Según
Carlos José Herrera Jaramillo, “un primer punto crucial para el ELN pasaba a
ser el de la participación de la
sociedad en las conversaciones. Simplificando quizás mucho la cuestión, podría
decirse que en este punto el ELN propendía porque fueran <> o <> o <> las
que negociaran con el gobierno sus problemas con el Estado y que el ELN
simplemente apoyaría o haría suya dicha negociación”. Herrera Jaramillo, Carlos
José. ¿Además de deseable, posible? Una negociación exitosa con el ELN. EN: Y
sin embargo, se mueve. Negociación Gobierno-ELN. Editor Víctor de Currea Lugo.
p. 64. Bogotá, 2015.
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