Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
A Mockus hay que reconocerle su “vocación pedagógica” y su carisma para
atraer a los medios masivos. Sus acciones públicas confirman que al ex
candidato presidencial le gusta llamar la atención: desde la inolvidable bajada de pantalones, siendo Rector de la
Universidad Nacional, casarse en el circo de los hermanos Gasca[1] y la más reciente, la guerra de almohadas. Y no podemos olvidar el episodio aquel en el que le arrojó agua en la cara a Horacio Serpa Uribe. En ese momento Mockus explicó su acción "como una forma de violencia" deseable, que debíamos todos de aceptar para dar la posibilidad luego de ofrecer disculpas. Me pregunto aún: ¿cuál hubiera sido su reacción en ese momento si Serpa le hubiera arrojado el agua? No fue acaso una estratagema publicitaria para evitar la discusión de las ideas de Serpa, las suyas propias y las de Noemí?
Eso sí, el hábil político siempre logra enmascarar sus propuestas y
acciones bajo un halo pedagógico que no siempre logra el objetivo de enseñar
algo, de mejorar una práctica o de posicionar un específico discurso o una idea.
Hago referencia en este texto a su última propuesta y acción mediática:
la guerra de almohadas. Dijo el ex alcalde de Bogotá que “la última guerra será
la de almohadas”. Amigo de los símbolos, Mockus convoca y atrae, pero sus
propuestas pedagógicas devienen con un problema de fondo: tienen un sentido
profundamente acrítico.
Plegado a la norma como única forma para garantizar la convivencia,
Mockus insiste en una pedagogía para la paz y la convivencia sobre la base de
que la ley y las normas devienen con una natural e histórica legitimidad. Es
más, el imperio de la ley resultaría fundamental para la convivencia, a decir
de Mockus.
En su “guerra de almohadas” Antanas Mockus intenta que olvidemos que
justamente el actual orden social, político, económico y jurídico funciona bajo
un ethos mafioso con el que es casi
imposible “recuperar la inocencia y la sinceridad” que subyace, para el ex
alcalde, cuando los ciudadanos deciden jugar a la “guerra de almohadas”.
Mockus “infantiliza” y banaliza la política. Creo que ese es el error
en el que incurre cuando propone jugar a la paz e imaginar escenarios de
convivencia en donde todo parece ir bien, cuando en el fondo los problemas del
país están en las instituciones y en la institucionalidad derivada tanto de las
acciones de Estado, como las de específicos actores de la sociedad civil; es
claro que dichas acciones juntas, guiadas por la mezquindad y la viveza de unos
pocos que si saben para qué son las normas y las leyes, han logrado consolidar
un orden injusto, un Estado débil y precario.
Su vocación pedagógica debería de conducirla hacia quienes por largo
tiempo han jugado con las reglas que Mockus insiste en que el resto respetemos
y sigamos, cuando justamente unos pocos -élites, burguesía y unos cuantos
emergentes-, lo que vienen haciendo en este país es jugar con las normas y con
las leyes no solo para imponer sus ideas y beneficiarse, sino para mandar
mensajes claros a las mayorías: acá las formas tradicionales en las que el
poder opera, son intocables.
Así entonces, el desarrollo de la “guerra de almohadas”, como actividad
pedagógica por la paz, quedó en el registro noticioso, pero su trascendencia
social y política fue y será relativa porque la sociedad colombiana requiere de
una profunda transformación cultural que nos permita refundar el Estado,
proscribir el ethos mafioso y
asegurar escenarios de convivencia siempre y cuando la clase política y
empresarial y los funcionarios estatales[2] se comprometan a
respetar la constitución y las leyes.
Qué bueno sería ver a Mockus liderando propuestas pedagógicas que nos
lleven a tomar conciencia alrededor de las maneras y las prácticas mafiosas con
las que el Estado se viene relacionando de tiempo atrás con la sociedad.
Imagen tomada de EL COLOMBIANO.com
[1]
Mockus olvidó en su momento que en los circos se maltrataban a los animales.
[2] El Procurador Ordóñez Maldonado se
hizo reelegir violando la Constitución Política y muy pocos se espantaron por
esta deliberada acción política del ladino funcionario. Es más, la demanda de
su espuria reelección ante el Consejo de Estado no ha prosperado, justamente,
por el poder clientelista que Ordóñez viene acumulando de tiempo atrás.
2 comentarios:
Valido para orientar a la Gente hacia los procesos de Paz, pero le falta profundidad, debe crear una Conferencia y medios escritos para aprovechar la Ocasión !
Mockus “infantil-iza” y banal iza la política. Creo que ese es el error en el que incurre cuando propone jugar a la paz e imaginar escenarios de convivencia en donde todo parece ir bien, cuando en el fondo los problemas del país están en las instituciones y en la institucionalidad derivada tanto de las acciones de Estado, como las de específicos actores de la sociedad civil; es claro que dichas acciones juntas, guiadas por la mezquindad y la viveza de unos pocos que si saben para qué son las normas y las leyes, han logrado consolidar un orden injusto, un Estado débil y precario.
De acuerdo, Mockus infantiliza la política. El asunto de fondo es que no está interesado realmente en hacer cambios, dada su estrategia para capturar la atención de los colombianos, lo que hay de fondo -considero yo- es una forma de suplir una necesidad psíquica: llamar la atención de la manera como lo hace es un alimento para esa necesidad y no para dar soluciones a las necesidades de toda una sociedad.
En cuanto al contexto pedagógico desde el que siempre se ha movido, sería solo una buena plataforma que le garantiza, de entrada un buen auditorio.
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