YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 27 de julio de 2016

EL VOTO DE LOS MILITARES

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Resulta inconveniente la propuesta del Partido de La U[1], consistente en modificar el artículo 219[2] de la Carta Política que prohíbe ejercer el derecho al sufragio a los miembros de la Fuerza Pública. La inconveniencia radica en los siguientes puntos:

  1. Existe un sector importante de la Fuerza Pública que no acompaña al Presidente Santos en su idea de ponerle fin al conflicto armado, por la vía de la negociación política con las guerrillas de las Farc y el ELN. Esta circunstancia daría la oportunidad para que militares y policías, afectos al proyecto militarista que Uribe entronizó en las filas durante sus largos ocho años de mandato, terminen votando por los candidatos de la Derecha y la ultraderecha que se oponen al proceso de paz de La Habana y que harán todo para ponerle trabas al proceso de implementación de lo que se acuerde finalmente entre Farc y Gobierno.

  1. Una vez convertidas las Farc en partido político, la doctrina de seguridad nacional debe modificarse, transformarse o finalmente proscribirse. Esa nueva circunstancia doctrinal deberá modificar sustancialmente la formación en las escuelas de instrucción militar y policial, tanto para oficiales, como para suboficiales. Como se trata de un profundo cambio misional y cultural, habría que dar un tiempo prudencial de por lo menos cuatro años para ajustar los programas de formación y  para que se dé el cambio ideológico de los instructores y de la cúpula militar. Si bien esos cambios pueden no darse, por lo menos ajustar los mecanismos de control necesarios, por parte de la Procuraduría General de la Nación, entre otras entidades, con el fin de asegurar una formación militar y policial distinta y acorde con los nuevos tiempos que el posconflicto brindará.

  1. Los odios, resquemores y las actitudes vindicativas de muchos familiares de militares asesinados o mutilados por las guerrillas, en razón del conflicto armado interno, bien podrían torpedear o afectar los procesos de reconciliación y perdón que institucionalmente se emprendan y por supuesto, los que de manera “natural” se van a dar una vez los ex guerrilleros cumplan con lo firmado en La Habana y el Establecimiento haga lo propio. El voto, en esas circunstancias, podría convertirse en una peligrosa oportunidad para llevar a la Presidencia a quien comulgue con acciones  que se puedan emprender en contra de los ex guerrilleros, en especial contra los comandantes de las Farc desmovilizados. No podemos olvidar que los ‘Falsos Positivos’ y los asesinatos selectivos de dirigentes políticos, por ejemplo de la UP y los cerca de 5.000 de sus militantes, fueron posible gracias a la connivencia de sectores castrenses con la causa paramilitar.

  1. El proyecto paramilitar sigue vigente, solo que se está transformando. Si bien hay un declive en la representación y visibilidad política, sus principios y objetivos continúan con anclajes sociales y económicos en actores de la sociedad civil.

  1. Es importante que la paz se consolide en el tiempo y ello se logra con el fortalecimiento institucional y la proscripción de ese ethos mafioso que ha permeado tanto a las instituciones castrenses, como a la sociedad civil y en general, a la sociedad colombiana.

A partir de los señalados puntos, resulta a todas luces inconveniente la propuesta del Partido de la U. Ojalá la llamada Unidad Nacional en el Congreso no apruebe la modificación constitucional que se va a proponer al legislativo.

Insisto: permitir que de manera temprana militares y policías ejerzan el derecho a decidir a través del voto, bien podría darle vuelo a proyectos militaristas que, apoyados en políticos afectos a la guerra y al mundo castrense, terminen llevando al país a una dictadura o a otro gobierno de Mano Dura como el que ejerció Uribe Vélez entre el 2002 y el 2010. Vargas Lleras debe estar atento al devenir de dicha propuesta, en tanto que él funge como oficial de la reserva, hecho que pone en evidencia su simpatía, admiración y quizás, un obcecado respeto hacia la formación militar.





Imagen tomada de Vanguardia.com


[2] Artículo 219. La fuerza pública no es deliberante; no podrá reunirse sino por orden de autoridad legítima, ni dirigir peticiones, excepto sobre asuntos que se relacionen con el servicio y la moralidad del respectivo cuerpo y con arreglo a la ley. Los miembros de la fuerza pública no podrán ejercer la función del sufragio  mientras permanezcan en servicio activo, ni intervenir en actividades o debates de partidos o movimientos políticos. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cordial saludo Germán.



En la columna señalas algunas de las consecuencias negativas que tiene el conceder en una coyuntura política de corto plazo, el voto a los militares, para aprovechar la influencia de la presidencia en el gobierno y tratar de influenciar a los militares para obtener sus votos desde la presión indirecta del ministro civil de la Defensa. Sin embargo, descuidas un punto importante: el peligro en entregarle más poder en las decisiones políticas a los militares al otorgarles mayor poder deliberativo en la débil democracia demo liberal colombiana. Poder que se les otorgó a ellos sin haberlo solicitado en el proceso del golpe militar del general Gustavo Rojas Pinilla. Desde entonces el apetito político de los militares no ha disminuido. Su intervención en política, en los asuntos civiles que nos los concierne cada vez es mayor. La financiación de políticas públicas como la educación, salud o servicios públicos se deprimen con el objetivo de favorecer el gasto militar; tendencia fundamentalmente justificada en la participación de las FFAA en el conflicto armado. Entonces, el recorte a la democracia a favor de la influencia castrense fortalece las corrientes de derecha en detrimento de la formación de una corriente democrática, participativa, favorable a la construcción de la convivencia postconflitual, deliberativa dirigida a superar la cultura de la imposición y abrirle paso a la cultura dialógica y consensual.





Con aprecio



Ildebrando