YO DIGO SÍ A LA PAZ

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jueves, 20 de octubre de 2016

LA "MESA TÉCNICA" DE URIBE

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


El apretado triunfo del NO, aquel domingo 2 de octubre, dejó a Uribe Vélez, el latifundista, ganadero y senador de la República, como el líder de los seis millones largos de colombianos que dijeron NO a la refrendación del Acuerdo Final firmado en La Habana y ratificado en Cartagena.

Son varios los factores sociales, mediáticos y políticos que confluyen y hacen posible que hoy, a pesar de su cuestionada administración por la violación de los derechos humanos[1] y la evidente corrupción[2] que aupó, su liderazgo le alcance para erigirse como el gran obstáculo para que el Gobierno pueda implementar el Acuerdo Final.

Su liderazgo, dañino y negativo para el país, está soportado en el miedo que genera en ciertos círculos sociales y políticos. Igualmente, su vigencia política[3] se mantiene gracias a que los Noticieros privados de televisión, en particular el Noticiero RCN[4],  y en general el periodismo colombiano, ven en él a un generador de noticias por su combativo  y recio carácter. Hay que decir también, que subsiste en los periodistas[5] colombianos una extraña admiración por Uribe[6], a pesar de que durante los 8 años de mandato los intimidó e irrespetó.

A todos estos elementos se suma la falta de carácter del Presidente del Congreso para defender la causa de la Paz, así como la debilidad de la izquierda democrática para confrontar sus tesis y maniobras dilatorias. No existe en el país un líder combativo capaz de confrontar al Ganadero cada que desea referirse a un tema o asunto público. La decencia del presidente Santos y su respeto por la institucionalidad también juegan a favor del montaraz y cerril latifundista[7], que aprovecha para consolidarse como el líder del NO y interponerse a la Paz, cual mula muerta, atravesada en el ya trazado camino hacia la reconciliación entre los colombianos.

Al leer sus propuestas para “ajustar” el Acuerdo Final, la conclusión es una sola: Uribe busca dilatar[8] la implementación de lo acordado entre el Gobierno de Santos y las Farc.  Y lo hace, exigiendo cambios estructurales en el documento firmado por las partes que negociaron en La Habana el fin del conflicto armado.

Es muy difícil que las Farc y el propio Gobierno acepten modificar el sentido y la estructura jurídica misma de la Jurisdicción Especial de Paz. Se trata, ni más ni menos, de cambios estructurales que claramente buscan beneficiar a los militares y sectores de poder económico y político que Uribe[9] Vélez desea proteger, porque al hacerlo, él mismo logra blindarse ante cualquier versión que quiera lanzar un militar o un líder político y que enlode, aún más, su imagen.

Después de entregadas sus exigencias de cambio, el ex presidente propone la creación de una “Mesa Técnica” que de forma paralela asuma la discusión de las objeciones que el Gobierno recogió del Centro Democrático, de grupos de cristianos, del ladino y corrupto ex Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado[10] y de la ex ministra de la Defensa, Martha Lucía Ramírez.

Si las Farc y el Gobierno de Santos deciden aceptar la propuesta de crear esa “Mesa Técnica”, cometerían un enorme error político. Sería abrir la posibilidad para que Uribe o quien él delegue, funjan en adelante como negociadores, anulando lo actuado por los plenipotenciarios que el Gobierno, como las Farc, autorizaron para adelantar la negociación.

Lo sucedido con la fallida reunión entre miembros del Centro Democrático (CD) y el asesor jurídico de las Farc, Enrique Santiago, expone claramente las enormes dificultades por las que atraviesa el Proceso de Paz. Y no se trata de buscar acercamientos entre los líderes políticos de las Farc y del Centro Democrático.

Considero innecesario y poco probable que se dé dicho encuentro. Y más allá del interés de algunos Medios y periodistas que esperan con ansia dicho encuentro, está el mantenimiento de las condiciones en las que se desarrolló la negociación política entre el Gobierno y las Farc. Condiciones que claramente cambiarían si se le da un lugar en la Mesa al senador Uribe y a sus particulares intereses.

Las objeciones y propuestas de ajuste al Acuerdo Final deben discutirse en el escenario natural creado: la Mesa de Negociación de La Habana. Allí, los equipos negociadores del Gobierno y de la guerrilla de las Farc deben decidir si reforman o no el documento que sostiene el Acuerdo Final.

Insisto, abrir una Mesa paralela a la ya existente en La Habana, desconocería el proceso de negociación y lo acordado. La búsqueda de un Consenso Nacional en torno al Acuerdo Final, forzado por los resultados del 2 de octubre, no puede convertirse en la oportunidad que sectores afectos a Uribe buscan para llevar al escenario electoral de 2018, la discusión sobre la viabilidad jurídica y política del Acuerdo Final.


Adenda: a Uribe le interesa el modelo de plantación, la agroindustria, la ganadería extensiva y en general, la acción empresarial rural, con la que es posible concentrar aún más la propiedad de la tierra en pocas manos y debilitar la producción campesina de alimentos. Claramente, el modelo de la plantación y la agroindustria y la ganadería, afectan la seguridad alimentaria que genera el modelo de producción a pequeña escala. He allí la naturaleza agraria del conflicto armado interno.





Imagen tomada de kienke.com


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