Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Se ventila en varias redes
sociales que el 2 de diciembre habrá -habría- una Marcha contra Uribe Vélez. La invitación se da en medio de la
pugnacidad entre quienes aún defienden “su obra de gobierno” y sus ideas
políticas, y quienes insistimos en develar los daños[1] que
Uribe le hizo y le hace aún al país.
Debo, eso sí, recomendar a
quienes convocan y apoyan la iniciativa, que la Marcha no debe enfocarse en los
“huesitos y las carnitas” del Senador y ganadero, sino en lo que éste
representa. Con esa precisión, la Marcha podría ganar más simpatizantes y
marchantes, en la medida en que la figura política despierta simpatías, odios y
miedos, lo que podría hacerla fracasar.
Y para que ello no ocurra,
quienes convocan a Marchar contra Uribe,
deben hacer un listado de los temas y asuntos públicos que, atravesados por el
actuar político del señalado político y latifundista, ponen en evidencia el
país premoderno, violento y conservador que defiende Uribe y los sectores de
poder que él representa.
Así entonces, la Marcha del 2 de diciembre debe centrarse
en el rechazo al proyecto de país que sectores de poder político y económico
insisten en mantener, usando la vigencia política[2] de
Uribe[3], su
mesianismo, combatividad y su interés de regresar al poder político, así sea en
“cuerpo ajeno”.
Uribe Vélez, como enemigo de la
paz[4] y la
reconciliación, niega la existencia del conflicto armado interno. Su tesis
negacionista[5] sirve a los propósitos de
quienes buscan ocultar que el proyecto paramilitar sirvió a los intereses
económicos de agroindustriales,
azucareros, ganaderos, empresas mineras, multinacionales y nacionales, entre
otros, que de tiempo atrás expulsan de sus territorios a indígenas,
afrocolombianos y campesinos, para imponer allí el modelo de la plantación.
Hay que Marchar este 2 de diciembre contra la vigencia del fenómeno
paramilitar y contra los efectos sociales, económicos, políticos y culturales
que dejó a lo largo y ancho del país. En especial, en sectores rurales y
urbanos.
Sumado a lo anterior, hay que
Marchar en contra de las prácticas de producción económica en las que cree
Uribe Vélez, convertidas en únicas y hegemónicas actividades, a las que se
oponen los proyectos de vida de afros, indígenas y campesinos: la ganadería
extensiva, el monocultivo y la gran
minería a cielo abierto. Varias de esas prácticas y actividades antrópicas, están
ancladas en el latifundio como único modelo viable para el país.
Así entonces, hay que salir a
Marchar contra el debilitamiento de la institucionalidad estatal, en
particular, la ambiental, durante los ocho años en los que Uribe Vélez mandó en Colombia.
El problema que afronta el país
no es Uribe como persona e individuo, sino lo que él representa como Macho[6],
político, latifundista y ganadero. Nunca antes en un presidente, ex presidente
y senador, confluyeron y confluyen tantos asuntos problemáticos para una
sociedad y un Estado que se resisten a mantenerse en la más oscura premodernidad
y precariedad de sus procesos civilizatorios.
Igualmente, hay que salir a
marchar este 2 de diciembre, contra los Medios masivos[7] y los
periodistas que hicieron de Uribe el Mesías que el país estaba esperando. Sin
duda, el político antioqueño es una invención mediática[8]. Su
vigencia política se explica porque hay sectores sociales que simpatizan con su
procacidad, su vulgaridad y ese carácter de Macho frentero, asociado
antropológicamente a esa subcultura arriera que tanta admiración despierta en
muchos colombianos.
Por todo lo anterior, el 2 de diciembre hay que salir a marchar contra aquellos que se oponen al fin del conflicto armado, a la construcción de una paz estable y duradera y que buscan, a toda costa, eliminar, simbólica y físicamente, a indígenas, afros y campesinos. Uribe es apenas un eslabón en esa larga cadena de empresarios que buscan perpetuar la guerra.
Por todo lo anterior, el 2 de diciembre hay que salir a marchar contra aquellos que se oponen al fin del conflicto armado, a la construcción de una paz estable y duradera y que buscan, a toda costa, eliminar, simbólica y físicamente, a indígenas, afros y campesinos. Uribe es apenas un eslabón en esa larga cadena de empresarios que buscan perpetuar la guerra.
Adenda: me uno al llamado y a las precisiones que hace el
columnista de EL ESPECTADOR, Jorge Gómez Pinilla, en su columna http://linkis.com/YMQ49; igualmente,
agradezco el haberme mencionado en el sentido en el que lo hizo en su texto de
opinión.
Imagen tomada de internet. No se encontró la fuente para dar el crédito.
[2] Véase:
http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2012/05/por-que-algunos-quieren-que-vuelva-que.html
[4]Véase:
http://conlaorejaroja.com/uribe-se-graduo-como-enemigo-de-la-paz/;
http://viva.org.co/cajavirtual/svc0503/pdfs/Articulo292_503.pdf
[5]
Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/04/sobre-el-lugar-de-la-tesis-negacionista.html
[6]
Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2012/08/lenguaje-testosterona-y-politica.html;
http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/01/ordonez-palomino-pretel-otalora-y.html
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