YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 22 de abril de 2013

A ¿QUÉ JUEGA SANTOS?

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


La propuesta de Santos de extender el periodo de alcaldes, gobernadores y presidente, entre otros cargos, a seis años (su periodo iría hasta el 2016) y por ese camino, acabar con la reelección presidencial, genera dudas en medio de la polémica levantada en círculos mediáticos y políticos.

Detrás de la iniciativa está, sin duda alguna, el futuro del proceso de paz con las Farc y posiblemente, el que pueda empezar pronto con el ELN. Es decir, Santos manda un claro mensaje: consolidar el fin de la guerra con estos grupos al margen de la ley necesita de más tiempo y además, es urgente que la discusión de los temas y la refrendación de los acuerdos a los que se lleguen entre las partes, queden por fuera del entorno electoral de 2014, que desde ya se vislumbra que será altamente polarizado.

Santos se la juega por la paz y lo hace dejando de lado la posibilidad de reelegirse por cuatro años más, para optar por extender su periodo dos años y el de otras instituciones del Estado. No se trata de una acción de desprendimiento del poder como varios políticos han señalado. Deja entrever, por el contario, su intención de pasar a la historia como el mandatario que logró la paz con los grupos al margen de la ley y como el gran ‘reformador’.

Así entonces, la propuesta de Santos no sólo ratifica el afán de modificar y de ajustar las reglas de juego y la Constitución a los intereses de un Presidente y de un Gobierno, tal como lo hizo Uribe Vélez en su momento, sino de afianzar aún más un régimen presidencialista que ha sido nefasto para la autonomía de las regiones y la descentralización administrativa. Estaríamos ante una reforma que haría retroceder aún más al país en lo que tiene que ver con el diseño constitucional y la separación de poderes.

Santos puede dejar entrever algo de temor de enfrentar los comicios de 2014, dada la fuerte oposición que le hace el uribismo y la que encarna el ex presidente AUV, a la que pueden unirse varios alcaldes y gobernadores molestos por el manejo de las regalías y en general, por las políticas económicas adoptadas desde Bogotá. Reclamos a los que Santos respondió de manera ligera e irresponsable, no sólo ofreciéndoles una bonificación, sino la reelección a gobernadores y alcaldes. De esta forma, Santos ofrece un carnudo anzuelo a gobernadores y alcaldes y de esta manera trata de neutralizar a la oposición uribista que ya coqueteaba con varios mandatarios y fuerzas regionales. Es quizás, también, la respuesta que el Mandatario da a las encuestas que señalan un creciente descontento nacional, que explicaría el No a su reelección que ya consigna la reciente encuesta de medios (RCN y otros medios).

Como quiera, la propuesta resulta desconcertante y exhibe elementos contradictorios. Estos por ejemplo, estarían dados en los mecanismos administrativos y jurídico-políticos que deba proponer, de cara a refrendar los acuerdos a los que lleguen los equipos negociadores  de las FARC y del Gobierno sentados en la mesa de diálogo. No se ve claro que en dos años más de su gobierno, pueda lograr los diversos consensos que requerirán dichos acuerdos de paz, para que no sólo se hagan efectivos, sino que sean respetados por los colombianos, la sociedad civil y los partidos políticos.

Por el momento, la propuesta deja más dudas que claridad en torno a lo que realmente el Presidente está pensando en torno al proceso de paz y a la forma como deberá operar el Estado y reaccionar la sociedad, de cara a consolidar y respetar los acuerdos de La Habana. Huelga preguntarse, a ¿qué juega Santos?

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