Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
El fallo sancionatorio del
Procurador Ordóñez, en contra del Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro
Urrego, traerá, sin duda, efectos políticos, jurídicos, mediáticos y
electorales.
Por ahora, con dicha providencia,
así como con las masivas movilizaciones sociales que lideró el sancionado alcalde y
el fallo de tutela que transitoriamente frenó la orden de destitución y de
inhabilidad por 15 años contra el alcalde Petro, lo que queda en evidencia es
una profunda polarización política e ideológica en la que está el país, de cara
al escenario electoral de 2014. Polarización política e ideológica que tiene
sus orígenes en la primera administración de Uribe Vélez, que se fortaleció en
la segunda y que ahora se profundiza con lo que viene sucediendo con el caso
Petro.
En el fondo de dicha polarización
política e ideológica subsisten ideas alrededor de las responsabilidades que
tiene el Estado frente a asuntos públicos. De un lado, están quienes defienden
la idea de un Estado mínimo que entrega a los privados privilegios, que poco a
poco debilitan al Estado en sus funciones de control sobre monopolios privados
que crecen de manera desmedida y que aceleradamente privatizan lo público.
Del otro lado, están aquellos, que
como el alcalde Petro, buscan que el Estado recupere su papel interventor en el
mercado y su capacidad de competir con las empresas privadas que prestan
servicios públicos esenciales. Es decir, un Estado fuerte, responsable y capaz
de cumplir con las obligaciones que le impone la nomenclatura constitucional
Estado Social de Derecho.
Podemos decir que la polarización
política e ideológica se finca sobre dos tipos de Estado: en un extremo, un
Estado confesional, premoderno y mínimo, en el que creen profundamente agentes
como Uribe, Santos y el Procurador, entre otros muchos más. Y que es defendido
por la gran prensa bogotana; y en el otro extremo, un Estado moderno, fuerte y
capaz de intervenir el mercado y competir en él, defendido por la administración
Petro, por una izquierda minoritaria, así como por reducidos sectores liberales
y progresistas con mínimo poder político y económico. En últimas, la discusión
está en elegir entre un Estado privatizado y
débil, que ofrece ayudas, o un Estado fuerte, que asume responsabilidades
sociales, culturales, ambientales y políticas.
También hay consideraciones
alrededor del modelo de desarrollo conveniente para un país biodiverso y unas
ciudades que al crecer de manera desordenada, ponen en riesgo valiosos recursos
naturales (por ejemplo, humedales) y en el mediano plazo, la prestación
eficiente de servicios públicos domiciliarios. La defensa del agua y de
valiosos ecosistemas es un factor que polariza a quienes como Uribe y Santos
defienden una incontrastable e insostenible idea de desarrollo (locomotora minera) y a quienes como
Gustavo Petro, intenta, con el nuevo POT, frenar la intervención desaforada e
insostenible de los cerros orientales de la capital del país.
Hacen parte de la polarización
política e ideológica temas como la defensa de los animales (prohibición de las
corridas de toros), los derechos de la comunidad LGTBI y la libertad para la
toma de decisiones en asuntos como el aborto y la eutanasia. No pueden quedar
por fuera elementos étnicos y socioeconómicos que permiten señalar que la
polarización también es entre ricos y pobres y entre una élite ‘blanca’, que
actúa para mantener en la marginalidad a mestizos, afros e indígenas. Es decir, entre
una reducida élite enquistada en el Estado y unas mayorías que buscan que sus
derechos consagrados en la Carta Política sean una realidad.
Digamos, entonces, que ese es el
trasfondo en el que hay que entender el caso Petro, más allá de las disímiles
interpretaciones jurídicas y las motivaciones políticas que aparecen en escena,
alrededor del poder omnímodo que tiene el Procurador General de la Nación, para
desvirtuar el poder del constituyente primario de elegir en las urnas a sus
gobernantes.
Los medios como actores políticos
La polarización política e
ideológica ha sido posible, entre otras circunstancias, por la actuación de los
medios y los tratamientos periodístico-noticiosos que las empresas mediáticas
vienen haciendo a los hechos políticos que rodean tanto las decisiones tomadas
por el Procurador Ordóñez Maldonado, como las reacciones de Gustavo Petro.
Dichas empresas mediáticas actúan
de tiempo atrás como actores políticos en la medida en que al estar articulados
a poderes económicos, tienen una particular forma de entender el Estado y lo
público y por supuesto, de ejercer el periodismo. Al seguir orientaciones
económicas y al ser consecuentes con los intereses que defienden los
conglomerados económicos que los sostienen como empresas, los medios masivos, y
en este caso la gran prensa bogotana, aparecen como un actor político más, en la
defensa de ese Estado mínimo y de la privatización de lo público.
Así entonces, la alcaldía de
Petro no sólo enfrenta las posibles maquinaciones[1] de
grupos de poder económico y político (empresarios de las basuras, por ejemplo),
sino el poder de los medios privados. Es claro que los noticieros Noticias RCN,
Caracol Noticias, CM&[2] la
Noticia y los noticieros radiales Caracol[3], La
FM y la W[4],
seguidos por el diario EL TIEMPO, cerraron filas en torno a un modelo de Estado
privatizado, cooptado y capturado por unos cuantos contratistas, circunstancia
esta que beneficia a unos pocos. Y lo han hecho, apelando a un ejercicio
periodístico amañado, emotivo, cargado de juicios de valor, con el claro
objetivo de deslegitimar no sólo las movilizaciones sociales de apoyo al
alcalde Petro, sino los recursos jurídicos utilizados para defenderse del fallo
del Procurador. ¿Y qué tiene el alcalde para defenderse? Tan solo al Canal
Capital, que ha hecho un ejercicio periodístico igualmente comprometido y
militante, en defensa de un modelo de Estado más cercano al que consagra la
Constitución Política de Colombia, y por supuesto, alejado de la idea de Estado
que defiende la derecha económica y mediática de la capital del país. Y no
podemos comparar el poder de penetración de los noticieros privados Noticias
RCN y Caracol Noticias, con el que tiene el canal público.
Es claro, entonces, que subsiste
un enfrentamiento entre el poder mediático bogotano y el poder político que
encarna el alcalde Mayor de Bogotá. Y en esa medida, el burgomaestre está en desventaja si tenemos en
cuenta el poder de penetración que esos medios tienen y la capacidad de generar
estados de opinión pública adversos a la imagen de Petro. Asistimos, entonces,
a una especie de ‘gavilla’ mediática que a todas luces busca desconocer el
poder popular que respalda al alcalde, así como afectar aún más la democracia,
dado que no se está garantizado pluralidad informativa y tratamientos
noticiosos equilibrados. De igual manera, esa ‘gavilla’ mediática oculta que
hay unos actores privados que venían sometiendo el Distrito Capital a las
necesidades e intereses de un grupo de empresarios que se han enriquecido con
la recolección monopolizada de las basuras en la Capital.
Con todo lo anterior, en toda la
controversia que suscita el caso Petro, salen mal libradas la institucionalidad,
la justicia misma y la democracia, así
como fuertemente golpeada la soberanía popular, el Estado en su conjunto. Y en
cuanto al ejercicio periodístico de los medios privados, hay que decir que sale
mal librado, lo que compromete la ética y la responsabilidad social.
[1] Se habla de una posible alianza
entre Uribe Vélez, el Procurador Ordóñez y el ex vicepresidente Francisco
Santos, para ‘sacar’ a Petro de la Alcaldía y de la carrera presidencial. De
igual manera, del contubernio de empresarios privados que se pusieron de
acuerdo para que el sistema de aseo dispuesto por el gobierno de la Bogotá Humana,
colapsara, tal y como sucedió en diciembre de 2012.
[2] En la sección 1, 2 y 3, de la
emisión del 14 de enero, se dio un
tratamiento periodístico amañado e irrespetuoso con el Magistrado José María
Armenta. En un ejercicio teatral plegado a un discurso burlesco y
caricaturesco, las tres presentadoras de esa sección actúan más como bufonas
que a todas luces no solo buscan hacer reír, sino atrapar y convencer incautos.
[3] La
actitud asumida por el periodista Darío Arizmendi traspasó los límites editoriales
y periodísticos. Su animadversión hacia la persona de Gustavo Petro deslegitima
su labor periodística y lo coloca como un ácido enemigo, incapaz de reconocer
aciertos en el burgomaestre. Sin duda, Petro cometió errores, pero de fondo hay
un modelo de Estado que Arizmendi y al parecer Caracol Radio no comparten, en
la medida en que están defendiendo intereses privados.
[4] Al
consultar las mismas fuentes, los medios generan forzosos consensos,
especialmente si se tienen en cuenta la filiación política, la formación
académica y sobre todo, la postura individual frente al alcalde Petro. Para el
caso de los medios aquí reseñados, vienen consultando a dos expertos
constitucionalistas que exponen sus juicios emotivos. Se trata de Jaime Bernal
Cuéllar y Jaime Castro. ¿Será que no hay más fuentes para consultar?
3 comentarios:
Sin duda, mi apreciado Germán. Ese modelo de Estado mínimo y débil que les es conveniente a quienes en sus afanes individualistas , que distan diametralmente del verdadero sentido de lo que es ser y hacer política. No genera sostenibilidad y en consecuencia desarrollo social. Además, de propiciar un retroceso en el proceso de haber pasado de un modelo de Estado asistencialista, hacia uno dinámico dentro de las competencias del mercado económico, con el fin de fortalecerse y a través de ser una esfera fuerte dentro de la imbricación entre: Estado/Gobierno, empresas públicas y privadas, Ong y sociedad civil. Generar con una mirada de largo plazo un verdadero desarrollo social, dentro del cual la prioridad sea la consecución de una positivización de los cuatro ejes rectores de la convención de 1.999 suscrita en Davos Suiza con Koffi Hannan como presidente, con el fin de particularizar los puntos que un Estado debe cumplir para ser considerado socialmente responsable y en consecuencia ganar legitimidad.
Esos cuatro puntos son: Respeto los Derechos Humanos, condiciones laborales dignas, protección del medio ambiente y combatir la corrupción.
A la conclusión de que tipo de Estado es el que tenemos los colombianos se fácil llegar si cotejamos los lineamientos que da la convención mencionada y la realidad que evidencian los hechos, dentro de los cuales el más reciente es la demostración de la los poderes desbordados del procurador Ordoñez contra Petro.
Un abrazo respetuoso.
Liliana
Hola Uribito:
¡Feliz año!
Estoy de acuerdo, aunque no comparto la estrategia de defensa.
Luis
Me parece un excelente artículo, con la objetividad que debe caracterizar la información en casos como la destitución e inabilidad impuesta por el Procurador Ordoñez al Dr. Gustavo Petro. El análisis es muy contextualizado ya que las tendencias políticas entre de la Izquierda y la derecha van dando paso a una nueva que ve más hacia lo social.
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