Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Con el anuncio de las Farc, de
cesar hostilidades por un mes, a partir del 20 de julio de 2015, el proceso de
paz de La Habana respira un segundo aire. Lo anterior, muy a pesar de la petición
y el anhelo de varios sectores de poder, militar y político, para que el
Gobierno pusiera fin a las conversaciones con esa guerrilla.
Estamos, sin duda, ante un
segundo aire para las negociaciones, dado el evidente estancamiento en el que
estaban, por cuenta de los hechos de guerra perpetrados por las tropas farianas
y oficiales (estatales) y por las amplias diferencias que hay entre los
negociadores, alrededor del tema de la justicia transicional y el
reconocimiento de responsabilidades por los hechos de guerra producidos en el
marco del conflicto armado interno.
Bienvenido el cese unilateral del
fuego por parte de las Farc y la continuidad misma de las discusiones y los
diálogos de paz. Les corresponde al Presidente y a su Gobierno, estrechar los
controles para que integrantes de la fuerza pública, no tomen la iniciativa de
hostigar a las fuerzas subversivas y por ese camino, presionarlas para que rompan
el cese unilateral declarado, tal y como las mismas Farc denunciaron en los hechos
producidos en cercanías de Hidroituango.
Se requiere que Santos, en su
calidad de comandante supremo de las fuerzas armadas, el ministro de la Defensa
y la nueva cúpula militar, den las directrices necesarias para evitar
hostigamientos a quienes hoy se comprometen ante la opinión nacional e
internacional, a no atacar, por un mes, a policías y militares, así como a la
infraestructura económica y por esa vía, afectar los ecosistemas naturales.
Bien podría el Presidente
ordenar, como ya lo hizo una vez, cesar bombardeos por un mes, a campamentos de
las Farc y por ese camino, llegar a un esperado cese al fuego por parte del
Estado, que los lleve a un cese bilateral formal y declarado públicamente. Así
lo deben estar esperando el grueso de los ciudadanos de Colombia y los voceros
de los países garantes. Gracias al llamado que hicieran Cuba y Noruega, el
proceso de paz respira y, revive la esperanza de ponerle fin a un conflicto
armado que se ha degradado, hasta el punto, que los combatientes, legales e ilegales,
operan, de tiempo atrás, desde y con el controvertido y anacrónico principio de
“ojo por ojo, diente por diente[1]”.
Tanto la cúpula de las Farc, como
el Presidente Santos, deben entender que cada hecho de guerra que se presenta,
así como las acciones de sabotaje y atentados contra la infraestructura
económica del país, acrecientan las dudas sobre el real y efectivo control que
deben ejercer y que dicen tener, sobre las tropas que siguen sus órdenes.
En ese sentido, la cúpula fariana
demostró, en el caso de la retención, captura o secuestro del General Alzate[2], que las
órdenes emanadas desde Cuba se cumplen, a juzgar por el manejo que se le dio a
ese hecho y la terminación del mismo, con la pronta liberación del alto
oficial. Ello no quiere decir, que de manera autónoma, guerrilleros y
comandantes de Frentes, no hayan tomado la decisión de violar el cese
unilateral en su momento ordenado desde La Habana. Y por esa vía, desconocer
las órdenes de una cúpula que cree poder controlar, desde la distancia, a la
“guerrillerada”.
En lo que respecta al presidente
Santos, como Comandante Supremo, ordenó el cese de bombardeos por un mes, y sus
subordinados cumplieron con dicha orden, aunque quedan dudas sobre su efectivo
control sobre la tropa, y la obediencia debida de los militares, si se miran
las operaciones que terminaron en hostigamientos contra las guerrillas. Es
decir, con el nuevo anuncio del cese unilateral por parte de las Farc, militar
y políticamente, la cúpula de las Farc y el presidente Santos, exponen su
autoridad y poder de control sobre sus combatientes, que bien pueden estar
dispuestos a torpedear el proceso de paz, bien por convencimiento político, por
el cumplimiento de "otras" órdenes, presiones indebidas, o porque los guía un afán vindicativo.
Es de esperar, que mientras llega
el 20 de julio, en estos días se produzcan nuevos enfrentamientos y ataques al
oleoducto. Eso sí, no se espera que las audiencias que siguen a los noticieros Noticias RCN, La FM y la W, comprendan que esos hechos de guerra se producen en el contexto de una negociación
que se pactó hacerla, en medio de las confrontaciones. Ojalá, con este nuevo
aire que toma el proceso de paz, las partes que negocian reconozcan que fue un
garrafal error dialogar y conversar en medio de la guerra.
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