YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 19 de agosto de 2015

CUIDADO CON URIBE EN EL POSCONFLICTO

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Si las conversaciones de paz entre Farc y el Gobierno de Santos culminan de manera exitosa, el país deberá prepararse para pensar, diseñar y consolidar escenarios de posacuerdos y de posconflicto[1], en los que sea posible la implementación de los acuerdos de La Habana.

Los sectores que se oponen al Proceso de Paz entienden que la firma del fin del conflicto está cerca, y por ello, desde ya se preparan para enfrentar los desafíos que se vendrán en ese esperado escenario de posconflicto. Y saben que en las elecciones de octubre de 2015[2] se juegan en parte la estrategia y el objetivo mayor de evitar la consolidación del proyecto político de las Farc en zonas de interés de los líderes farianos. Incluye, por supuesto, las Zonas de Reserva Campesina que en esos escenarios de posacuerdos se planteen conformar o las que ya existen, con el claro liderazgo político de líderes cercanos al pensamiento de las Farc.

Quien desde ya se prepara para enfrentar, con las reglas de la democracia, la participación y la injerencia política de las Farc desmovilizadas y convertidas en partido político, es el senador Álvaro Uribe Vélez. Como gran elector y eximio gamonal, Uribe y su micro empresa electoral vienen reclutando para sus filas a ex militares y ex policías de disímiles rangos, con el claro propósito de enfrentar las aspiraciones políticas de quienes puedan tener o establecer hacia el futuro, coincidencias ideológicas y políticas con el partido político que recoja las banderas de lucha de las Farc, una vez estas hagan dejación de armas y aspiren a llegar a Concejos, Asambleas, Alcaldías y Gobernaciones.

Tanto las Farc, como Uribe, irán tras poderes locales y territoriales. Para las Farc, se trata de una vieja aspiración y un objetivo político, que medianamente lograron a través de la lucha armada:; para Uribe, simplemente, se trata de una estrategia política no solo para frenar los proyectos políticos y económicos que darán cuenta de lo acordado en Cuba, sino para fragmentar el poder central, en caso de que no pueda poner en la Presidencia de 2018, a alguien cercano a sus ideas o a quien le permita gobernar en la sombra.   

Dice la revista Semana[3] que por lo menos hay 41 personas, entre militares y policías, que aspirarán a cargos de elección popular en las elecciones de octubre de 2015 bajo la sombrilla política e ideológica del Centro Democrático (CD). Entre los aspirantes se reconoce la presencia de los generales retirados del Ejército, Manuel Guzmán, quien buscará ser alcalde de La Mesa, Cundinamarca y Leonardo Barrero, quien aspira a dirigir los destinos de la Gobernación del Cauca[4].

Al hacerse con el control territorial en Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Bogotá, Atlántico, Quindío, Tolima, Santander, Meta y Bolívar, el Centro Democrático podría convertirse en una gran fuerza política que muy seguramente se opondrá a la implementación de los acuerdos de paz, en la perspectiva de paz territorial planteada en las negociaciones de La Habana. De esta manera, y jugando con las reglas de la democracia, Uribe Vélez buscará torpedear los proyectos y las iniciativas que busquen consolidar la paz en aquellos territorios y en el resto del territorio colombiano.

No se trata, pues, de un asunto menor. Uribe está preparándose para enfrentar, políticamente, el proyecto político de las Farc y por esa vía, reestablecer, con el concurso de ex militares y ex policías, entre otros, las zonas de Consolidación que implementó en varios territorios durante su largo mandato. Contará, muy seguramente, con la influencia de Acore. De esta forma, y poco a poco, el país entrará en la militarización del poder político, y por esa vía, Uribe y sus áulicos, buscarán disciplinar a los sectores sociales y políticos que por diversas razones y circunstancias, encuentran coincidencias con el proyecto político que las Farc intentaron imponer a través de la conquista violenta del poder. Esa militarización de la política y de la democracia evitará la consolidación de los escenarios de posconflicto que las regiones deberán poner en marcha. 

Que Uribe y los ex militares y ex policías que lo acompañarán en su aventura electoral de octubre de 2015 jueguen con las reglas de la democracia, no debe constituirse en un riesgo siempre y cuando se comprometan a mantener alejados del ejercicio del poder político, a aquellos grupos de ex paramilitares que se desmovilizaron y que hoy hacen parte de lo que las autoridades llaman Bacrim. Preocupa las cercanías ideológicas entre aquellos que en el pasado buscaron refundar la patria y el ideario político y económico que encarna Uribe Vélez, un neoliberal en lo económico, un conservador en los planos social y político y un militarista consumado que cree que quien no está con él, está contra él, de allí que de inmediato lo "gradúe" de enemigo de la Patria e incluso, de terrorista.  

Si Uribe logra tal poder político-territorial, hay que dar por descontado que asistiremos al fracaso de los escenarios de posconflicto y de la paz territorial. Ojalá los colombianos entiendan que las elecciones de 2015 serán determinantes para consolidar la paz y voten por aquellos proyectos políticos que de verdad busquen la reconciliación entre los colombianos y no el uso del poder, para extender la exclusión política, social y económica en amplios territorios del país.





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