YO DIGO SÍ A LA PAZ

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miércoles, 14 de octubre de 2015

BLOQUE DE BÚSQUEDA

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


En varios espacios académicos, tipos textuales[1] y en mi Blog[2] vengo insistiendo en la necesidad de mirar y entender el paramilitarismo como un fenómeno sistémico y complejo, que involucró e involucra aún las variables psico social, cultural, política y ambiental. Se equivocan quienes insisten en comprender dicho fenómeno exclusivamente desde la perspectiva del ejercicio de la violencia política.

Desde la perspectiva psico social y cultural, el paramilitarismo se afianzó en los marcos mentales de cientos de miles de colombianos que ante la debilidad de la justicia y del Estado para protegerlos, insisten en pagar sicarios o tomar justicia por su propia mano. Esos comportamientos claramente hacen parte de los valores y principios que guiaron no solo las actividades criminales de las AUC, sino que hacen parte del actuar ético de miembros de la sociedad y en particular, de específicos actores de la sociedad civil que apoyaron económica, social y políticamente a esa federación de paramilitares comandados por Mancuso y Carlos Castaño, entre otros jefes.

Es en ese contexto en el que hay que entender la propuesta de un grupo de taxistas bogotanos  de conformar un “Bloque de búsqueda[3]” para “cazar” a los vehículos y pasajeros de Uber. Sin duda, estamos ante una reacción propia de paramilitares. Llama la atención el silencio y la tímida reacción de la Policía y de otros sectores del Estado y de la sociedad, ante semejante propósito de los taxistas amarillos. Clara muestra de que aceptamos esos valores y que la sociedad colombiana deviene paramilitarizada, a juzgar por la forma como asume y acepta el papel del Estado, que con todo y su poder de coerción, ha sido incapaz de regular un servicio público que otros países opera y compite con el servicio tradicional de taxi.

Como sociedad que empieza a pensar y diseñar escenarios de posconflicto, este tipo de reacciones resultan inaceptables en especial porque el gremio de los taxistas  viene acostumbrado a actuar bajo principios vindicativos, asociados a ese ethos mafioso con el que se suele operar en instancias públicas, estatales y privadas.

Coadyuva a que este tipo de reacciones aparezcan, la incapacidad del Estado colombiano para reglamentar el servicio público de Uber. Anuncia Vargas Lleras que pasadas las elecciones se emitirá el decreto con el que se regulará dicho servicio. Tardía reacción estatal.

Antes del anuncio del “Bloque de Búsqueda” ya varios taxistas amarillos acorralaron y agredieron  a varios pasajeros y conductores del servicio Uber. Si las autoridades distritales no toman medidas, hay un riesgo enorme de que suceda algo peor. Si ello sucede, la responsabilidad recaerá no solo en estos para taxistas, sino en el Estado por su incapacidad para reglamentar ese servicio o de declararlo ilegal si es el caso. 

Será difícil desmontar el paramilitarismo en Colombia porque de tiempo atrás es un valor y un principio aceptado por una sociedad que se acostumbró a las vías de hecho y que promueve la justicia privada. Quizás los sectores sociales que hoy siguen actuando bajo esa lógica simplemente estén siguiendo el ejemplo de ese sector de la clase dirigente y de la burguesía que en contubernio con las AUC, coadyuvó a que el paramilitarismo se consolidara como un fenómeno psico social, político, económico y cultural.






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