Presentación
En esta oportunidad me ocupa la difícil, pero necesaria tarea de caracterizar al género periodístico Reportaje, hecho que implica, casi sin remedio, diferenciarlo de la Crónica[1], su más cercano tipo textual con el que existen todavía confusiones, discusiones, disquisiciones y hasta fallidos intentos por colocar entre ellos una clara franja divisoria que los separe para siempre.
Intentar separarlos es una tarea que puede resultar, además de difícil, inocua, cuando en el ejercicio periodístico las diferencias y fronteras comunes se tornan borrosas, casi que indetectables. Por ello, este Módulo es, ante todo, un intento por separar, por deslindar y hasta por trazar fronteras imaginarias entre dos tipos textuales clave para el ejercicio periodístico; en razones pedagógicas se justifica este intento, que a su vez le dan sentido al módulo El Reportaje: la pequeña novela.
Este trabajo se apoya en lo dicho en manuales universales de periodismo y en aquellos que sirven de guía a cuatro periódicos nacionales como EL ESPECTADOR, EL TIEMPO, EL PAIS y EL COLOMBIANO; así como en comentarios y opiniones de periodistas colombianos que reconocen la difícil y hasta innecesaria tarea de hacer una disección clara y definitiva entre los géneros Crónica y Reportaje.
Así como para fijar límites entre las fronteras entre estados – nación se marcan hitos o mojones que permitan ver con claridad quién ejerce soberanía y hasta dónde sobre determinados territorios, este Módulo de clase tiene la pretensión de establecer puntos que ayuden a diferenciar un tipo textual de otro(s), sin que ello implique afirmar puntos de desencuentro irreconciliables que desconozcan la existencia de reportajes acronicados, o crónicas con visos de reportaje o incluso, textos periodísticos a los que es prácticamente imposible reconocer como tales o inscribirlos dentro de los tipos textuales comúnmente aceptados.
Espero que este material sea útil para los estudiantes de Comunicación Social y periodismo no sólo de la Universidad Autónoma de Occidente, sino de otras universidades de Colombia y América Latina; igualmente, espero que aporte elementos de juicio a la eterna discusión sobre las diferencias entre la crónica y el reeportaje.
Debo agradecer a la Vicerrectoría de Investigaciones y Desarrollo Tecnológico de la CUAO (hoy, Dirección de Investigaciones y Desarrollo Tecnológico de la Universidad Autónoma de Occidente), por la publicación de este material; igualmente, agradezco a la Comunicadora Social, Johana Andrea Novoa Gordillo, por las pesquisas realizadas en manuales de periodismo en intención de ampliar las características aceptadas por los dos géneros en cuestión.
Germán Ayala Osorio
Comunicador Social
Antes de iniciar la caracterización del Reportaje es pertinente decir que alrededor de los géneros periodísticos, de sus clasificaciones, de los formatos y de sus propias características, se han escrito páginas enteras y la tinta, seguramente, seguirá fluyendo por tiempo indefinido. Lo importante de esa búsqueda y hasta la necesidad por clasificar los tipos textuales es que tiene un propósito final: cobijar la información periodística en un marco expresivo legítimo para el ejercicio del periodismo.
Dicho propósito y la propia caracterización de los géneros periodísticos entregan a los lectores elementos de juicio para entender, de acuerdo con las tipologías acordadas, la información que los medios divulgan en forma masiva; pero hay que decir también que esas clasificaciones limitan la acción posterior de los lectores en torno a reclamos de cualquier índole, dado que no siempre las posibilidades de comprensión ofrecidas y las exigencias reconocidas para cada género textual, e incluso las mismas pretensiones de los periodistas, las conoce el lector cotidiano de la prensa.
Esas mismas tipologías son, para los propios periodistas, herramientas para clasificar y calificar la información, pero también, los instrumentos para sostener – y ocultar - las más diversas intencionalidades que se pueden evidenciar de acuerdo con el tipo textual escogido para informar.
Pensar en clasificar los géneros periodísticos no es pues una acción ingenua, aunque la tarea se apoye en necesidades académicas y las propias del ejercicio periodístico. Se trata de una taxonomía que el estudiante debe comprender en sus alcances e intenciones, con el objetivo de manejar y usar los tipos textuales de acuerdo con sus propias necesidades, pero también, aprender a reconocerlos para evaluar el tratamiento que los medios masivos dan sobre los hechos noticiosos, justamente a partir de la elección entre uno y otro género.
Hay que reconocer, eso sí, que sobre dichas clasificaciones no hay consensos universales que eviten equívocos en la manera como se conciben las características y los alcances de cada género periodístico. Por el contrario, asistimos a una compleja, profusa y en momentos difusa exposición de tipologías que justifican la importancia de este tipo de módulos.
Por ello hay quienes aseguran que “no hay nada establecido de manera irrefutable en cuanto a géneros; ni cuáles deben ser, ni cuántos, ni para qué, aunque la variedad de aproximaciones al problema es infinita; de ahí que se derive gran confusión, o, simplemente, un uso tan libre como legítimo de una u otra terminología[2]”.
Hechas estas precisiones, entremos ahora en la tarea de caracterizar el género Reportaje. Hago sonar las alarmas para llamar la atención del estudiante – lector del módulo, para que esté atento a las disímiles propuestas de definición de Reportaje que pueda encontrar en las líneas siguientes.
Y quiero iniciar con la definición propuesta por un reconocido periodista y novelista colombiano quien vino al mundo a contar historias. Se trata de una definición corta, pero que encierra la problemática en la que entramos al tratar de definir lo que a lo mejor es indefinible.
Dice el Maestro Juan José Hoyos Naranjo[3] que el Reportaje es una pequeña novela. Y esta afirmación encuentra eco en la definición que proponen Vicente Leñero y Carlos Marín en su Manual de Periodismo, quienes a propósito del Reportaje, dicen que “es el más vasto de los géneros periodísticos. En él caben los demás. Es un género complejo que suele tener semejanzas no sólo con la Noticia, la Entrevista o la Crónica, sino hasta con el ensayo, la novela corta y el cuento...[4]”
Vamos entonces por partes. El Reportaje, puede decirse, es un macro género que contiene a los demás y que tiene la tarea, a partir de la intencionalidad del periodista, de dar cuenta, con especial claridad, de todas las aristas, variables, puntos de vista, matices o filones que un hecho noticioso tenga, pueda tener o generar.
Lo anterior indica una exhaustiva, profunda y juiciosa investigación de los hechos conexos al hecho noticioso propiamente dicho y que es probable que haya sido tratado ya a través de géneros como la noticia y la entrevista, entre otros.
Decir que el Reportaje contiene a todos los géneros periodísticos es un indicador de la complejidad y el alto nivel de exigencia con el que se enfrentan los periodistas cuando hacen uso de este tipo textual.
Puede entonces el redactor apelar a la Entrevista, bien como género o como técnica de investigación; e incluso a la Crónica en tanto su forma narrativa y al tono moralizante propio de los cronistas; pero también puede contener elementos del Informe Especial cuando se hace necesario apelar a cifras, a cuadros estadísticos en interés de ampliar, demostrar o entregar elementos de juicio alrededor del hecho noticioso investigado (ampliado).
En cuanto a la Noticia, es claro que el Reportaje parte de un hecho que ya ha sido noticia o que por el contrario, se trata de un hecho que cumple con algunos de los criterios de noticiabilidad vigentes para el ejercicio del periodismo y que lo hacen susceptible de convertirse en noticia.
Lo anterior se puede dar cuando por primera vez aparezca publicada una nota o una historia de un ciudadano (anónimo para los medios en general) que revele situaciones llamativas, espectaculares o por fuera de lo común; o involucre a terceros (funcionarios públicos o figuras de la farándula) en hechos especialmente relevantes desde las lógicas y dinámicas massmediáticas.
En adelante y de acuerdo con las circunstancias en que aquélla nota se publique (medios no masivos en espacios locales, regionales), los hechos divulgados se convertirán en noticia para otros medios, para otros periodistas.
El proceso de elaboración de un Reportaje involucra entonces no sólo los criterios de noticiabilidad, sino el criterio periodístico del editor, del periodista responsable de la investigación e incluso, de los periodistas que lo apoyarán en su tarea reporteril.
Dice el manual de EL ESPECTADOR que el Reportaje es “de manera general, el resultado del trabajo investigativo de uno o varios reporteros sobre un tema, un hecho o una situación dadas. Dentro de él caben entrevistas parciales y aportes narrativos. Se concibe como un documento múltiple sobre la realidad, en el que se complementan texto e ilustraciones. El reportaje exige preparación previa; es decir, planeación entre el editor y los reporteros (en ocasiones puede exigir la presencia del Jefe de Información e incluso los Directores). Dicha planeación envuelve un reparto del trabajo, una estimación de las entrevistas necesarias, una decisión sobre qué aspectos del tema necesitan desarrollo aparte para darle al lector antecedentes y nociones que le ayuden a calibrar el interés público del tema y a juzgar el valor mismo del reportaje[5]”.
Pero no sólo se trata de buscar y encontrar las múltiples aristas que un hecho noticioso tiene; se requiere que el responsable de redactar el reportaje piense en términos de prospectiva, es decir, que intente, apelando a fuentes y a interpretaciones propias, dar puntadas alrededor del futuro, de lo que puede suceder en adelante si se mantienen ciertas circunstancias y situaciones.
“...Igualmente, tanto en las entrevistas como en los apartes informativos debe encararse el futuro probable de la situación; esto es, las posibles consecuencias de lo que está ocurriendo. En las entrevistas, a juicio de los implicados en la situación. En los apartes informativos, a juicio de los realizadores del reportaje, redactores, editor, etc. Este juicio, claro está, debe fundarse en la investigación seria y completa, hasta donde sea posible, y en la inferencia honrada y lógica[6]”.
Cuando se propone la realización de un Reportaje, de inmediato el periodista hace evidente su intención de explicar por qué se dieron ciertos hechos; esa intención va acompañada de objetivos como ampliar, reconstruir, documentar y buscar nuevas explicaciones a los hechos noticiosos, bien hayan sido o no noticia para los medios masivos.
Por su parte, el diario EL COLOMBIANO, en su Manual de Estilo y Redacción, considera que el Reportaje “es un género exigente que combina diversas maneras de expresión y una paciente búsqueda de fuentes y datos. El reportaje mezcla narración, descripción, testimonios y un excelente estilo literario, para lo cual, también, el periodista goza de cierta libertad. El reportaje, que va más allá de la noticia, incorpora los elementos de ésta y se acerca al análisis y la interpretación. Pese a que debe contestar igualmente las seis preguntas reglamentarias del periodismo, su redacción se aparta de la de la noticia; es decir, no necesariamente tiene que emplearse la técnica de la pirámide invertida[7]”.
Hagamos un alto y miremos con atención la última frase subrayada. Es clave atenderla porque de alguna manera da pistas al periodista en cuanto a la manera en que puede organizar y presentar el relato. Al liberarse de la Pirámide Invertida, el periodista goza de completa libertad para presentar los hechos investigados, los testimonios recogidos y sus propias interpretaciones. Sólo debe preocuparse por presentar antecedentes, pensar en prospectiva y por supuesto, relatar los últimos acontecimientos relacionados con los hechos centrales que lo convocan como periodista investigador.
El periódico EL TIEMPO, en su manual de redacción, también entrega pistas alrededor de una posible forma de presentar un reportaje, una vez se haya aceptado que no es necesario apelar al viejo corsé de la Pirámide Invertida. Dice que “en lugar de la pirámide invertida es válido alternar distintos estilos narrativos (descripción, narración escueta, desarrollo cronológico) para despertar y mantener el interés del lector[8]”.
Lo que nos dice lo anterior apunta a que se deben narrar los hechos que el periodista quiere contar. Y narrar implica movimiento, secuencialidad, ritmo, una temporalidad; la narración en sí misma da cuenta de acontecimientos, de allí que apele a los detalles, sujeta ella, a los propios tiempos de los sucesos, como a los propios del periodista (el narrador que cuenta la historia).
Se acepta que narrar es “la representación de acciones y acontecimientos[9]...”; comparto la idea que narrar “tiene per se la intención dramática de contar unos sucesos y de fijar en el tiempo y el espacio los sucesos que involucran la vida de ciertos personajes[10]...” .
Ahora revisemos cómo define el género Reportaje el diario bogotano en su bitácora. En ella se señala que “llámase Reportaje una información que tiene determinadas interpretaciones, descripciones e impresiones para enfocar un hecho desde diversos puntos de vista, y pretende darle al lector los elementos que puedan contribuir a contextualizarla. Trátase, pues, de una noticia desarrollada con cierta libertad de estilo. La noticia gira casi siempre en torno de un acontecimiento imprevisto. El reportaje abarca noticias latentes, que se prestan para una investigación. Aunque el reportaje admite cierto grado de interpretación y la exposición de antecedentes y perspectivas, debe procurarse que dicha interpretación tienda más bien a un análisis de los hechos que a la expresión de opiniones personales del periodista, las cuales siguen prohibidas[11]”.
En cuanto a la definición que plantea el diario EL PAIS en su manual de redacción, encontramos que “el reportaje es el género periodístico más elaborado. Puede reunir en su elaboración elementos de la entrevista y la crónica, e incluso del análisis periodístico, y admite el vuelo literario propio del estilo del redactor. Está destinado a tratar en detalle noticias coyunturales o temas de interés permanente que, por su importancia y características particulares, merecen un desarrollo a fondo[12]”.
La idea que aparece subrayada puede entenderse en dos direcciones: la primera, en cuanto al concepto de actualidad; y al respecto hay que decir que ésta no se pierde y que por el contrario, se mantiene en tanto los hechos, propios de una coyuntura, mantienen vigencia e importancia y soportan las preguntas propias del ejercicio periodístico y la aplicación de los criterios de noticiabilidad; y en cuanto a la segunda dirección, hay que decir que la noticia pasa a un segundo plano, dado que lo que se pretende es buscar explicaciones a hechos que seguramente ya fueron abordados y expuestos desde las posibilidades que ofrece el género Noticia.
Por ello, hay quienes definen el Reportaje como “... la explicación de hechos actuales que ya no son estrictamente noticia – aunque a veces sí pueden serlo –. Intenta explicar el ser de los hechos y sus circunstancias explicativas[13]”.
Hasta aquí se requiere que el estudiante esté especialmente atento a las puntadas que se van entregando en torno a este tipo textual, por cuanto algunos intentos por definirlo, pueden terminar confundiendo a quien por primera vez se acerca al tema de los géneros periodísticos.
Se recomienda eso sí, la lectura juiciosa de algunos trabajos periodísticos que cumplirían con las características expuestas para el Reportaje; por ello se propone la lectura, entre otros textos, de la Antología de Grandes Reportajes de Daniel Samper Pizano, dado que allí aparecen cruzadas las características y las borrosas fronteras entre el Reportaje y la Crónica.
Hechas pues estas precisiones, léase con cuidado la siguiente definición de reportaje que nos entrega Raúl Rivadeneira, en su texto Periodismo. Acerca de este tipo textual, nos dice que es “muy semejante a la entrevista, el reportaje se caracteriza por sus amplios márgenes de relación con la fuente. Se sirve, en algunas ocasiones, de las modalidades de la entrevista.
Es posible anotar que un reportaje es tanto la entrevista que se hace a una persona como el trabajo del reportero sobre sujetos impersonales: reportaje a un hombre, una ciudad, una institución, un personaje histórico...[14]”.
Precisemos pues algunos elementos expuestos en la anterior cita. Primero, es cierto que la Entrevista, como género y como herramienta de investigación, aparece necesariamente en la constitución de un reportaje. Es decir, el periodista debe entrevistar a terceros, a todas aquellas fuentes que, por su trayectoria, investidura o porque son simples testigos presenciales, oculares o directos involucrados en los hechos, hacen parte de la escena en donde se desarrollan los hechos noticiosos que interesa recoger y explicar; o pueden aportar a la explicación y comprensión de los hechos acaecidos. Pero, una entrevista, basada exclusivamente en pregunta – respuesta, está lejos de ser considerada como Reportaje; es posible que en esas condiciones estemos ante un embrión de Reportaje.
Dentro de los hechos o temáticas propias, o que son comunes para la realización de un Reportaje, están los triunfos, en alguna disciplina deportiva, de un personaje, bien que esté empezando o esté ya consagrado; también es susceptible de un reportaje la majestuosidad de un paisaje natural, de un lago, un volcán, entre otros; también es probable lograr un reportaje a una ciudad, a una esquina que, convertida en un lugar con historia, tenga un especial reconocimiento y significado en un significativo número de individuos para quienes sirve de punto de encuentro. Para ambos casos se impone una condición insalvable: debe hacerse una profunda investigación, casi siempre apoyada en la consulta de un importante número de fuentes, tanto vivas, como documentales.
Pensemos en la oportunidad y necesidad de hacer un reportaje a una persona. Es recomendable buscar información del individuo de acuerdo con roles[15]; esto es, como padre, hermano, amigo, jefe, trabajador, como hijo; como socio, esposo, compañero, como amante; al recoger información acerca de estos roles, hay que construir, con la ayuda de un profesional en el área, un perfil psicológico del personaje que impulse la investigación.
Se hace necesario que la información lograda desde esas perspectivas se confronte con las versiones que pueda ofrecer la persona elegida para el reportaje, bien aparezcan éstas como descargos, comentarios, opiniones, explicaciones, ampliaciones y aclaraciones, entre otros, en la intención de dilucidar e inferir alrededor de los tópicos que interesan al periodista.
Cuando se trate de un personaje de reconocida trayectoria, bien por su investidura o por su relativo éxito en alguna disciplina del saber o deportiva, es necesario profundizar en los hechos por los cuales fue convertido en noticia; y aquí es importante reconocer los alcances y los intereses sobre los cuales giran los criterios de noticiabilidad aceptados universalmente para el ejercicio del periodismo.
Y es claro que éstos giran, en gran parte, en torno de las patologías de la sociedad y de sus miembros, circunstancias que justifican la necesidad periodística de hacer públicas las actitudes, acciones y hechos relacionados con ellas. Quizás allí exista la intención de identificar lo que es bueno, recomendable, positivo y moralmente aceptable para el grueso de la sociedad, legitimando de paso costumbres, valores y formas de actuar que, con relativo consenso, legitimidad y legalidad, aparecen contenidos en lo que se llama cultura dominante.
Hay que indicar que desde el preciso momento en que se publican noticias alrededor de personajes públicos, de la farándula e incluso de aquellos que por sus comportamientos o patologías (violadores o asesinos en serie) alcanzan el estatus de noticia, el proceso de germinación de un reportaje se ha iniciado.
Es decir, sobre las propias coyunturas noticiosas es posible y necesario pensar un reportaje dado que los hechos, presentados estrictamente desde la perspectiva noticiosa y desde las posibilidades ofrecidas por el género Noticia, están sujetos a ser reducidos por las condiciones impuestas por la inmediatez, el rating, y unos criterios de noticiabilidad sustentados en lo espectacular, en lo novedoso, en lo raro, en lo enfermizo o lo que constituye una patología social.
En esta línea, Julio Del Río Reynaga propone que el “reportaje no es una noticia, pero es su coyuntura. Es su fundamento y por lo mismo, se rige por los factores que determinan el valor de la noticia y los elementos de interés noticioso. A partir de una noticia, trasciende el suceso. Busca lo que hay detrás de la noticia (sus causas) y adelante (su proyección). Así, más que tratar un acontecimiento, estudia una situación, el hecho y su contexto[16]”.
Hay que indicar que los Medios masivos informan acerca de hechos o fenómenos sociales, económicos, culturales y políticos, entre otros, con la propia limitación sobre las cuales se califican o descalifican a esos hechos como noticiosos; así, los criterios de noticiabilidad y las lógicas desde las cuales los Medios masivos abordan la realidad son cuestionables en tanto están sujetos a los propios intereses económicos y políticos de propietarios, editores y periodistas en general.
Lo anterior es clave en la medida en que se acepte que la realidad que muestran los Medios no es la Realidad en sí misma, sino que es una realidad creada por éstos, de acuerdo con la manera como entienden los hechos o fenómenos que acaecen dentro de las diversas y complejas dinámicas de la sociedad contemporánea. Así como podemos decir que la Realidad existe en tanto posibilidad de nombrarla, de explicarla, de darle un nombre a través del Lenguaje, los hechos noticiosos o noticiables existen, en tanto existe un grupo de periodistas que los califican como tal, aplicándoles unos criterios de noticia y nombrándolos con las reglas propias del llamado “lenguaje periodístico[17]”.
Coincido con Stella Martini cuando dice que “el discurso periodístico, que la noticia es un verosímil construido, por lo tanto, es lo que se parece a lo real. Atravesada por la variable temporal, la verosimilitud de un texto depende de los significados de verdad en una cultura determinada, y de las reglas del género[18]”.
Recapitulemos. El Reportaje es un género de géneros; un macro género que contiene a los demás; en cuanto al rol del periodista, este busca, a través de este género Mayor, explicar con amplitud aquellos hechos que han quedado ocultos, o que por razones del tratamiento noticioso apoyado en la búsqueda exclusiva de lo patológico, de lo enfermizo y en la inmediatez, quedaron relegados y reducidos por lo espectacular.
De alguna manera así lo confirma Miguel Ángel Bastenier, cuando dice que “... el reportaje recogerá también elementos propios de la crónica, complementarios de la historia principal normalmente a guisa de contexto, del análisis, y hasta del perfil, cuando en el mismo haya protagonistas suficientemente destacados. En esa excursión sin límites al out there, es, finalmente, posible que incorpore viñetas de entrevista[19]”.
Cuando se apela al Reportaje, el periodista debe ser consciente que le espera un arduo trabajo investigativo, de recolección de datos, de pruebas, de múltiples testimonios; debe tener en cuenta también que la ampliación de un hecho noticioso debe superar la mirada de las fuentes oficiales que se manifestaron en los hechos noticiosos inicialmente tratados a través de tipos textuales como la Noticia.
Las características del género Reportaje ponen a prueba las capacidades del periodista en cuanto a su formación en técnicas de investigación, aptitudes y criterios para la interpretación, así como para la exposición misma de los hechos (narración) con el propósito de cautivar al lector, mantener su atención y lograr que comprenda los hechos narrados. Se requieren pues unas especiales condiciones en la formación del periodista para lograr acercarse a un género complejo en su misma concepción y redacción.
La búsqueda de antecedentes, su interpretación, la precisa y apropiada conexión con los hechos actuales, hacen parte del listado de condiciones a las que debe enfrentarse el periodista, en intención de proveer a lectores, oyentes y televidentes[20], el marco contextual de unos hechos que requieren una interpretación en las condiciones y situaciones propias del contexto en el que se sucedieron.
Pensar en prospectiva exige del periodista rigor a la hora de fijar en el horizonte posibles desenlaces de unos hechos que pueden ocurrir. No se trata de hacer futurología, por el contrario, la obligación está en describir un posible camino, un posible desenlace de unas circunstancias o situaciones que ofrezcan un marco para el desenlace de ciertos hechos que pueden ser previsibles.
También es clave que la agenda de fuentes que tradicionalmente el periodista utiliza cuando cubre hechos desde la perspectiva exclusivamente noticiosa – diaria, se amplíe, buscando otras, ojalá, por fuera del ámbito oficial, gubernamental; esto implica, la necesidad de constatar in situ los hechos, presenciar hasta donde sea posible la confrontación de versiones, de elementos de juicio y la toma directa del pulso a los ambientes que sirven de escenario para el desarrollo de los hechos materia de investigación.
Se va entonces configurando un estadio que implica revisar dos ámbitos periodísticos que aparecen en escena cuando se intenta separar lo informativo de lo interpretativo; la discusión conlleva a preguntarse sobre el rol, los alcances y la naturaleza misma del periodismo – y de los géneros - dado que lo interpretativo aparece como una instancia que supera lo informativo.
En cuanto al Reportaje se refiere, se asegura que este tipo textual se mueve entre lo informativo y lo interpretativo, entendiendo esta última desde el punto de vista de aquellos que lo ven como una fase superior del periodismo[21].
Esta discusión no puede distraer a los periodistas en formación de una exigencia: hay que investigar en profundidad y respetar los contextos en los cuales se dan los hechos.
En esa perspectiva, José Luis Benavides Ledesma y Carlos Quintero Herrera, nos dicen que “el Reportaje es un género periodístico interpretativo que aborda el por qué y el cómo de un asunto, acontecimiento o fenómeno de interés general con el propósito de situarlo en un contexto simbólico – social amplio, brindándole al lector de un modo instructivo y ameno, antecedentes, comparaciones y consecuencias relevantes que lo ayuden a entenderlo[22]”.
En esa misma dirección, otros consideran que “un reportaje a fondo va más allá de los hechos superficiales de una historia para dar al lector una información detallada, interpretación basada en hechos y antecedentes, y con frecuencia análisis. Puede incluir los tres aspectos (antecedentes, interpretación y análisis) o puede incluir sólo antecedentes además de los hechos esenciales[23]”.
Es probable que en estos intentos por definir y universalizar una sola idea de Reportaje, el estudiante se encuentre con diversas acepciones, nomenclaturas, etiquetas y nombres como Reportaje profundo, reportaje especial, a fondo, en profundidad o investigativo; o con afirmaciones como aquella que dice que la Semblanza[24] es un tipo de reportaje, entre otros.
La verdad es que al ser un macro género, el Reportaje tiene la capacidad – intención, ofrece la posibilidad - de recoger las características e incluso las formas mismas de géneros menores como la noticia, la entrevista, la semblanza, el perfil; o de los Mayores, como el ensayo, la Crónica y el Informe Especial, entre otros.
Dicho de otra manera, el periodista que tenga la tarea de construir un Reportaje, por ejemplo alrededor de una persona, podrá construir en primera instancia, un perfil[25] o una semblanza[26].
No comparto aquello que la semblanza es un tipo de reportaje, como lo indican Benavides Ledesma y Quintero Herrera y que aparece reseñado en un pie de página líneas atrás; y para ello, comparto la definición que de Semblanza da Martín Vivaldi y que hemos referenciado aquí.
Hemos dicho que el Reportaje exige una profunda investigación; y la semblanza, en sí misma, deja por fuera hechos, detalles y circunstancias relacionadas con la vida de una persona.
A propósito del origen del Reportaje
El origen de la palabra Reportaje se asocia, desde tiempo atrás, con la ampliación de un hecho que ha cobrado relevancia para un determinado grupo humano, colectividad, comunidad o sociedad, con la mediación, claro está, de los medios masivos de comunicación.
La importancia de ese hecho que haya cobrado relevancia se da en dos direcciones: la primera, en torno al hecho en sí mismo, sus efectos e involucrados; y la segunda, en relación con la necesidad de explicar las razones y las circunstancias que permitieron la aparición del suceso.
Es quizás allí en donde se explica la insistencia de académicos e investigadores de hablar de un tránsito de un periodismo informativo a uno explicativo o interpretativo; o en inscribir en ese momento, el nacimiento del Reportaje y de la Crónica, entre otros, como géneros interpretativos.
En esa dirección, Benavides Ledesma y Carlos Quintero Herrera, consideran que los “orígenes del reportaje moderno, interpretativo y contextual, se remontan a principios del siglo XX en Estados Unidos, cuando las pujantes revistas estadounidenses de circulación masiva hacían un periodismo de denuncia social (conocido como muckraker en inglés) en oposición al sensacionalismo de los periódicos de la época. A pesar de su popularidad, el reportaje no figuró entre los géneros serios del periodismo contemporáneo hasta las décadas de los cincuenta y los sesenta bajo el impulso del nuevo periodismo. No fue sino hasta 1978 que los premios Pulitzer abrieron finalmente una categoría para este género, conocido en inglés como feature[27]”.
Por su parte, Juan Gargurevich señala que “la palabra (proviene del latín reportare, transmitir, descubrir) ha sido utilizada según los tiempos con acepciones diferentes. Probablemente en alguna época se envió a los periodistas a conseguir un buen reportaje sin que esto significara acumular la información necesaria para confeccionar, lo que entendemos hoy por reportaje. Y es muy frecuente, aún hoy, ver como profesionales de experiencia confunden reportaje con entrevistas[28]”.
Después de esta breve visita a los orígenes del Reportaje, revisemos ahora las posibles diferencias que pueden existir entre Reportaje, Entrevista y Crónica, en intención de encontrar puntos de acuerdo – de encuentro - alrededor de qué vamos a entender por Reportaje en este módulo.
Y para ello es fundamental apelar, por razones de contexto, de cercanía y por supuesto, por la calidad del periodista, a las consideraciones hechas por Daniel Samper Pizano, en su libro Antología de Grandes Reportajes.
El reconocido periodista nos dice, sobre los orígenes del Reportaje, que “en realidad el reportaje moderno es hijo de la entrevista y la crónica, con la catalizadora influencia del cine. Y muchas veces resulta difícil separarlo por completo de sus progenitores. Son fronteras borrosas las que se tienden entre ellos, y con frecuencia se escriben notas que podrían reportajes acronicados o entrevistas con rasgos de reportaje[29]”।
En esta oportunidad me ocupa la difícil, pero necesaria tarea de caracterizar al género periodístico Reportaje, hecho que implica, casi sin remedio, diferenciarlo de la Crónica[1], su más cercano tipo textual con el que existen todavía confusiones, discusiones, disquisiciones y hasta fallidos intentos por colocar entre ellos una clara franja divisoria que los separe para siempre.
Intentar separarlos es una tarea que puede resultar, además de difícil, inocua, cuando en el ejercicio periodístico las diferencias y fronteras comunes se tornan borrosas, casi que indetectables. Por ello, este Módulo es, ante todo, un intento por separar, por deslindar y hasta por trazar fronteras imaginarias entre dos tipos textuales clave para el ejercicio periodístico; en razones pedagógicas se justifica este intento, que a su vez le dan sentido al módulo El Reportaje: la pequeña novela.
Este trabajo se apoya en lo dicho en manuales universales de periodismo y en aquellos que sirven de guía a cuatro periódicos nacionales como EL ESPECTADOR, EL TIEMPO, EL PAIS y EL COLOMBIANO; así como en comentarios y opiniones de periodistas colombianos que reconocen la difícil y hasta innecesaria tarea de hacer una disección clara y definitiva entre los géneros Crónica y Reportaje.
Así como para fijar límites entre las fronteras entre estados – nación se marcan hitos o mojones que permitan ver con claridad quién ejerce soberanía y hasta dónde sobre determinados territorios, este Módulo de clase tiene la pretensión de establecer puntos que ayuden a diferenciar un tipo textual de otro(s), sin que ello implique afirmar puntos de desencuentro irreconciliables que desconozcan la existencia de reportajes acronicados, o crónicas con visos de reportaje o incluso, textos periodísticos a los que es prácticamente imposible reconocer como tales o inscribirlos dentro de los tipos textuales comúnmente aceptados.
Espero que este material sea útil para los estudiantes de Comunicación Social y periodismo no sólo de la Universidad Autónoma de Occidente, sino de otras universidades de Colombia y América Latina; igualmente, espero que aporte elementos de juicio a la eterna discusión sobre las diferencias entre la crónica y el reeportaje.
Debo agradecer a la Vicerrectoría de Investigaciones y Desarrollo Tecnológico de la CUAO (hoy, Dirección de Investigaciones y Desarrollo Tecnológico de la Universidad Autónoma de Occidente), por la publicación de este material; igualmente, agradezco a la Comunicadora Social, Johana Andrea Novoa Gordillo, por las pesquisas realizadas en manuales de periodismo en intención de ampliar las características aceptadas por los dos géneros en cuestión.
Germán Ayala Osorio
Comunicador Social
Antes de iniciar la caracterización del Reportaje es pertinente decir que alrededor de los géneros periodísticos, de sus clasificaciones, de los formatos y de sus propias características, se han escrito páginas enteras y la tinta, seguramente, seguirá fluyendo por tiempo indefinido. Lo importante de esa búsqueda y hasta la necesidad por clasificar los tipos textuales es que tiene un propósito final: cobijar la información periodística en un marco expresivo legítimo para el ejercicio del periodismo.
Dicho propósito y la propia caracterización de los géneros periodísticos entregan a los lectores elementos de juicio para entender, de acuerdo con las tipologías acordadas, la información que los medios divulgan en forma masiva; pero hay que decir también que esas clasificaciones limitan la acción posterior de los lectores en torno a reclamos de cualquier índole, dado que no siempre las posibilidades de comprensión ofrecidas y las exigencias reconocidas para cada género textual, e incluso las mismas pretensiones de los periodistas, las conoce el lector cotidiano de la prensa.
Esas mismas tipologías son, para los propios periodistas, herramientas para clasificar y calificar la información, pero también, los instrumentos para sostener – y ocultar - las más diversas intencionalidades que se pueden evidenciar de acuerdo con el tipo textual escogido para informar.
Pensar en clasificar los géneros periodísticos no es pues una acción ingenua, aunque la tarea se apoye en necesidades académicas y las propias del ejercicio periodístico. Se trata de una taxonomía que el estudiante debe comprender en sus alcances e intenciones, con el objetivo de manejar y usar los tipos textuales de acuerdo con sus propias necesidades, pero también, aprender a reconocerlos para evaluar el tratamiento que los medios masivos dan sobre los hechos noticiosos, justamente a partir de la elección entre uno y otro género.
Hay que reconocer, eso sí, que sobre dichas clasificaciones no hay consensos universales que eviten equívocos en la manera como se conciben las características y los alcances de cada género periodístico. Por el contrario, asistimos a una compleja, profusa y en momentos difusa exposición de tipologías que justifican la importancia de este tipo de módulos.
Por ello hay quienes aseguran que “no hay nada establecido de manera irrefutable en cuanto a géneros; ni cuáles deben ser, ni cuántos, ni para qué, aunque la variedad de aproximaciones al problema es infinita; de ahí que se derive gran confusión, o, simplemente, un uso tan libre como legítimo de una u otra terminología[2]”.
Hechas estas precisiones, entremos ahora en la tarea de caracterizar el género Reportaje. Hago sonar las alarmas para llamar la atención del estudiante – lector del módulo, para que esté atento a las disímiles propuestas de definición de Reportaje que pueda encontrar en las líneas siguientes.
Y quiero iniciar con la definición propuesta por un reconocido periodista y novelista colombiano quien vino al mundo a contar historias. Se trata de una definición corta, pero que encierra la problemática en la que entramos al tratar de definir lo que a lo mejor es indefinible.
Dice el Maestro Juan José Hoyos Naranjo[3] que el Reportaje es una pequeña novela. Y esta afirmación encuentra eco en la definición que proponen Vicente Leñero y Carlos Marín en su Manual de Periodismo, quienes a propósito del Reportaje, dicen que “es el más vasto de los géneros periodísticos. En él caben los demás. Es un género complejo que suele tener semejanzas no sólo con la Noticia, la Entrevista o la Crónica, sino hasta con el ensayo, la novela corta y el cuento...[4]”
Vamos entonces por partes. El Reportaje, puede decirse, es un macro género que contiene a los demás y que tiene la tarea, a partir de la intencionalidad del periodista, de dar cuenta, con especial claridad, de todas las aristas, variables, puntos de vista, matices o filones que un hecho noticioso tenga, pueda tener o generar.
Lo anterior indica una exhaustiva, profunda y juiciosa investigación de los hechos conexos al hecho noticioso propiamente dicho y que es probable que haya sido tratado ya a través de géneros como la noticia y la entrevista, entre otros.
Decir que el Reportaje contiene a todos los géneros periodísticos es un indicador de la complejidad y el alto nivel de exigencia con el que se enfrentan los periodistas cuando hacen uso de este tipo textual.
Puede entonces el redactor apelar a la Entrevista, bien como género o como técnica de investigación; e incluso a la Crónica en tanto su forma narrativa y al tono moralizante propio de los cronistas; pero también puede contener elementos del Informe Especial cuando se hace necesario apelar a cifras, a cuadros estadísticos en interés de ampliar, demostrar o entregar elementos de juicio alrededor del hecho noticioso investigado (ampliado).
En cuanto a la Noticia, es claro que el Reportaje parte de un hecho que ya ha sido noticia o que por el contrario, se trata de un hecho que cumple con algunos de los criterios de noticiabilidad vigentes para el ejercicio del periodismo y que lo hacen susceptible de convertirse en noticia.
Lo anterior se puede dar cuando por primera vez aparezca publicada una nota o una historia de un ciudadano (anónimo para los medios en general) que revele situaciones llamativas, espectaculares o por fuera de lo común; o involucre a terceros (funcionarios públicos o figuras de la farándula) en hechos especialmente relevantes desde las lógicas y dinámicas massmediáticas.
En adelante y de acuerdo con las circunstancias en que aquélla nota se publique (medios no masivos en espacios locales, regionales), los hechos divulgados se convertirán en noticia para otros medios, para otros periodistas.
El proceso de elaboración de un Reportaje involucra entonces no sólo los criterios de noticiabilidad, sino el criterio periodístico del editor, del periodista responsable de la investigación e incluso, de los periodistas que lo apoyarán en su tarea reporteril.
Dice el manual de EL ESPECTADOR que el Reportaje es “de manera general, el resultado del trabajo investigativo de uno o varios reporteros sobre un tema, un hecho o una situación dadas. Dentro de él caben entrevistas parciales y aportes narrativos. Se concibe como un documento múltiple sobre la realidad, en el que se complementan texto e ilustraciones. El reportaje exige preparación previa; es decir, planeación entre el editor y los reporteros (en ocasiones puede exigir la presencia del Jefe de Información e incluso los Directores). Dicha planeación envuelve un reparto del trabajo, una estimación de las entrevistas necesarias, una decisión sobre qué aspectos del tema necesitan desarrollo aparte para darle al lector antecedentes y nociones que le ayuden a calibrar el interés público del tema y a juzgar el valor mismo del reportaje[5]”.
Pero no sólo se trata de buscar y encontrar las múltiples aristas que un hecho noticioso tiene; se requiere que el responsable de redactar el reportaje piense en términos de prospectiva, es decir, que intente, apelando a fuentes y a interpretaciones propias, dar puntadas alrededor del futuro, de lo que puede suceder en adelante si se mantienen ciertas circunstancias y situaciones.
“...Igualmente, tanto en las entrevistas como en los apartes informativos debe encararse el futuro probable de la situación; esto es, las posibles consecuencias de lo que está ocurriendo. En las entrevistas, a juicio de los implicados en la situación. En los apartes informativos, a juicio de los realizadores del reportaje, redactores, editor, etc. Este juicio, claro está, debe fundarse en la investigación seria y completa, hasta donde sea posible, y en la inferencia honrada y lógica[6]”.
Cuando se propone la realización de un Reportaje, de inmediato el periodista hace evidente su intención de explicar por qué se dieron ciertos hechos; esa intención va acompañada de objetivos como ampliar, reconstruir, documentar y buscar nuevas explicaciones a los hechos noticiosos, bien hayan sido o no noticia para los medios masivos.
Por su parte, el diario EL COLOMBIANO, en su Manual de Estilo y Redacción, considera que el Reportaje “es un género exigente que combina diversas maneras de expresión y una paciente búsqueda de fuentes y datos. El reportaje mezcla narración, descripción, testimonios y un excelente estilo literario, para lo cual, también, el periodista goza de cierta libertad. El reportaje, que va más allá de la noticia, incorpora los elementos de ésta y se acerca al análisis y la interpretación. Pese a que debe contestar igualmente las seis preguntas reglamentarias del periodismo, su redacción se aparta de la de la noticia; es decir, no necesariamente tiene que emplearse la técnica de la pirámide invertida[7]”.
Hagamos un alto y miremos con atención la última frase subrayada. Es clave atenderla porque de alguna manera da pistas al periodista en cuanto a la manera en que puede organizar y presentar el relato. Al liberarse de la Pirámide Invertida, el periodista goza de completa libertad para presentar los hechos investigados, los testimonios recogidos y sus propias interpretaciones. Sólo debe preocuparse por presentar antecedentes, pensar en prospectiva y por supuesto, relatar los últimos acontecimientos relacionados con los hechos centrales que lo convocan como periodista investigador.
El periódico EL TIEMPO, en su manual de redacción, también entrega pistas alrededor de una posible forma de presentar un reportaje, una vez se haya aceptado que no es necesario apelar al viejo corsé de la Pirámide Invertida. Dice que “en lugar de la pirámide invertida es válido alternar distintos estilos narrativos (descripción, narración escueta, desarrollo cronológico) para despertar y mantener el interés del lector[8]”.
Lo que nos dice lo anterior apunta a que se deben narrar los hechos que el periodista quiere contar. Y narrar implica movimiento, secuencialidad, ritmo, una temporalidad; la narración en sí misma da cuenta de acontecimientos, de allí que apele a los detalles, sujeta ella, a los propios tiempos de los sucesos, como a los propios del periodista (el narrador que cuenta la historia).
Se acepta que narrar es “la representación de acciones y acontecimientos[9]...”; comparto la idea que narrar “tiene per se la intención dramática de contar unos sucesos y de fijar en el tiempo y el espacio los sucesos que involucran la vida de ciertos personajes[10]...” .
Ahora revisemos cómo define el género Reportaje el diario bogotano en su bitácora. En ella se señala que “llámase Reportaje una información que tiene determinadas interpretaciones, descripciones e impresiones para enfocar un hecho desde diversos puntos de vista, y pretende darle al lector los elementos que puedan contribuir a contextualizarla. Trátase, pues, de una noticia desarrollada con cierta libertad de estilo. La noticia gira casi siempre en torno de un acontecimiento imprevisto. El reportaje abarca noticias latentes, que se prestan para una investigación. Aunque el reportaje admite cierto grado de interpretación y la exposición de antecedentes y perspectivas, debe procurarse que dicha interpretación tienda más bien a un análisis de los hechos que a la expresión de opiniones personales del periodista, las cuales siguen prohibidas[11]”.
En cuanto a la definición que plantea el diario EL PAIS en su manual de redacción, encontramos que “el reportaje es el género periodístico más elaborado. Puede reunir en su elaboración elementos de la entrevista y la crónica, e incluso del análisis periodístico, y admite el vuelo literario propio del estilo del redactor. Está destinado a tratar en detalle noticias coyunturales o temas de interés permanente que, por su importancia y características particulares, merecen un desarrollo a fondo[12]”.
La idea que aparece subrayada puede entenderse en dos direcciones: la primera, en cuanto al concepto de actualidad; y al respecto hay que decir que ésta no se pierde y que por el contrario, se mantiene en tanto los hechos, propios de una coyuntura, mantienen vigencia e importancia y soportan las preguntas propias del ejercicio periodístico y la aplicación de los criterios de noticiabilidad; y en cuanto a la segunda dirección, hay que decir que la noticia pasa a un segundo plano, dado que lo que se pretende es buscar explicaciones a hechos que seguramente ya fueron abordados y expuestos desde las posibilidades que ofrece el género Noticia.
Por ello, hay quienes definen el Reportaje como “... la explicación de hechos actuales que ya no son estrictamente noticia – aunque a veces sí pueden serlo –. Intenta explicar el ser de los hechos y sus circunstancias explicativas[13]”.
Hasta aquí se requiere que el estudiante esté especialmente atento a las puntadas que se van entregando en torno a este tipo textual, por cuanto algunos intentos por definirlo, pueden terminar confundiendo a quien por primera vez se acerca al tema de los géneros periodísticos.
Se recomienda eso sí, la lectura juiciosa de algunos trabajos periodísticos que cumplirían con las características expuestas para el Reportaje; por ello se propone la lectura, entre otros textos, de la Antología de Grandes Reportajes de Daniel Samper Pizano, dado que allí aparecen cruzadas las características y las borrosas fronteras entre el Reportaje y la Crónica.
Hechas pues estas precisiones, léase con cuidado la siguiente definición de reportaje que nos entrega Raúl Rivadeneira, en su texto Periodismo. Acerca de este tipo textual, nos dice que es “muy semejante a la entrevista, el reportaje se caracteriza por sus amplios márgenes de relación con la fuente. Se sirve, en algunas ocasiones, de las modalidades de la entrevista.
Es posible anotar que un reportaje es tanto la entrevista que se hace a una persona como el trabajo del reportero sobre sujetos impersonales: reportaje a un hombre, una ciudad, una institución, un personaje histórico...[14]”.
Precisemos pues algunos elementos expuestos en la anterior cita. Primero, es cierto que la Entrevista, como género y como herramienta de investigación, aparece necesariamente en la constitución de un reportaje. Es decir, el periodista debe entrevistar a terceros, a todas aquellas fuentes que, por su trayectoria, investidura o porque son simples testigos presenciales, oculares o directos involucrados en los hechos, hacen parte de la escena en donde se desarrollan los hechos noticiosos que interesa recoger y explicar; o pueden aportar a la explicación y comprensión de los hechos acaecidos. Pero, una entrevista, basada exclusivamente en pregunta – respuesta, está lejos de ser considerada como Reportaje; es posible que en esas condiciones estemos ante un embrión de Reportaje.
Dentro de los hechos o temáticas propias, o que son comunes para la realización de un Reportaje, están los triunfos, en alguna disciplina deportiva, de un personaje, bien que esté empezando o esté ya consagrado; también es susceptible de un reportaje la majestuosidad de un paisaje natural, de un lago, un volcán, entre otros; también es probable lograr un reportaje a una ciudad, a una esquina que, convertida en un lugar con historia, tenga un especial reconocimiento y significado en un significativo número de individuos para quienes sirve de punto de encuentro. Para ambos casos se impone una condición insalvable: debe hacerse una profunda investigación, casi siempre apoyada en la consulta de un importante número de fuentes, tanto vivas, como documentales.
Pensemos en la oportunidad y necesidad de hacer un reportaje a una persona. Es recomendable buscar información del individuo de acuerdo con roles[15]; esto es, como padre, hermano, amigo, jefe, trabajador, como hijo; como socio, esposo, compañero, como amante; al recoger información acerca de estos roles, hay que construir, con la ayuda de un profesional en el área, un perfil psicológico del personaje que impulse la investigación.
Se hace necesario que la información lograda desde esas perspectivas se confronte con las versiones que pueda ofrecer la persona elegida para el reportaje, bien aparezcan éstas como descargos, comentarios, opiniones, explicaciones, ampliaciones y aclaraciones, entre otros, en la intención de dilucidar e inferir alrededor de los tópicos que interesan al periodista.
Cuando se trate de un personaje de reconocida trayectoria, bien por su investidura o por su relativo éxito en alguna disciplina del saber o deportiva, es necesario profundizar en los hechos por los cuales fue convertido en noticia; y aquí es importante reconocer los alcances y los intereses sobre los cuales giran los criterios de noticiabilidad aceptados universalmente para el ejercicio del periodismo.
Y es claro que éstos giran, en gran parte, en torno de las patologías de la sociedad y de sus miembros, circunstancias que justifican la necesidad periodística de hacer públicas las actitudes, acciones y hechos relacionados con ellas. Quizás allí exista la intención de identificar lo que es bueno, recomendable, positivo y moralmente aceptable para el grueso de la sociedad, legitimando de paso costumbres, valores y formas de actuar que, con relativo consenso, legitimidad y legalidad, aparecen contenidos en lo que se llama cultura dominante.
Hay que indicar que desde el preciso momento en que se publican noticias alrededor de personajes públicos, de la farándula e incluso de aquellos que por sus comportamientos o patologías (violadores o asesinos en serie) alcanzan el estatus de noticia, el proceso de germinación de un reportaje se ha iniciado.
Es decir, sobre las propias coyunturas noticiosas es posible y necesario pensar un reportaje dado que los hechos, presentados estrictamente desde la perspectiva noticiosa y desde las posibilidades ofrecidas por el género Noticia, están sujetos a ser reducidos por las condiciones impuestas por la inmediatez, el rating, y unos criterios de noticiabilidad sustentados en lo espectacular, en lo novedoso, en lo raro, en lo enfermizo o lo que constituye una patología social.
En esta línea, Julio Del Río Reynaga propone que el “reportaje no es una noticia, pero es su coyuntura. Es su fundamento y por lo mismo, se rige por los factores que determinan el valor de la noticia y los elementos de interés noticioso. A partir de una noticia, trasciende el suceso. Busca lo que hay detrás de la noticia (sus causas) y adelante (su proyección). Así, más que tratar un acontecimiento, estudia una situación, el hecho y su contexto[16]”.
Hay que indicar que los Medios masivos informan acerca de hechos o fenómenos sociales, económicos, culturales y políticos, entre otros, con la propia limitación sobre las cuales se califican o descalifican a esos hechos como noticiosos; así, los criterios de noticiabilidad y las lógicas desde las cuales los Medios masivos abordan la realidad son cuestionables en tanto están sujetos a los propios intereses económicos y políticos de propietarios, editores y periodistas en general.
Lo anterior es clave en la medida en que se acepte que la realidad que muestran los Medios no es la Realidad en sí misma, sino que es una realidad creada por éstos, de acuerdo con la manera como entienden los hechos o fenómenos que acaecen dentro de las diversas y complejas dinámicas de la sociedad contemporánea. Así como podemos decir que la Realidad existe en tanto posibilidad de nombrarla, de explicarla, de darle un nombre a través del Lenguaje, los hechos noticiosos o noticiables existen, en tanto existe un grupo de periodistas que los califican como tal, aplicándoles unos criterios de noticia y nombrándolos con las reglas propias del llamado “lenguaje periodístico[17]”.
Coincido con Stella Martini cuando dice que “el discurso periodístico, que la noticia es un verosímil construido, por lo tanto, es lo que se parece a lo real. Atravesada por la variable temporal, la verosimilitud de un texto depende de los significados de verdad en una cultura determinada, y de las reglas del género[18]”.
Recapitulemos. El Reportaje es un género de géneros; un macro género que contiene a los demás; en cuanto al rol del periodista, este busca, a través de este género Mayor, explicar con amplitud aquellos hechos que han quedado ocultos, o que por razones del tratamiento noticioso apoyado en la búsqueda exclusiva de lo patológico, de lo enfermizo y en la inmediatez, quedaron relegados y reducidos por lo espectacular.
De alguna manera así lo confirma Miguel Ángel Bastenier, cuando dice que “... el reportaje recogerá también elementos propios de la crónica, complementarios de la historia principal normalmente a guisa de contexto, del análisis, y hasta del perfil, cuando en el mismo haya protagonistas suficientemente destacados. En esa excursión sin límites al out there, es, finalmente, posible que incorpore viñetas de entrevista[19]”.
Cuando se apela al Reportaje, el periodista debe ser consciente que le espera un arduo trabajo investigativo, de recolección de datos, de pruebas, de múltiples testimonios; debe tener en cuenta también que la ampliación de un hecho noticioso debe superar la mirada de las fuentes oficiales que se manifestaron en los hechos noticiosos inicialmente tratados a través de tipos textuales como la Noticia.
Las características del género Reportaje ponen a prueba las capacidades del periodista en cuanto a su formación en técnicas de investigación, aptitudes y criterios para la interpretación, así como para la exposición misma de los hechos (narración) con el propósito de cautivar al lector, mantener su atención y lograr que comprenda los hechos narrados. Se requieren pues unas especiales condiciones en la formación del periodista para lograr acercarse a un género complejo en su misma concepción y redacción.
La búsqueda de antecedentes, su interpretación, la precisa y apropiada conexión con los hechos actuales, hacen parte del listado de condiciones a las que debe enfrentarse el periodista, en intención de proveer a lectores, oyentes y televidentes[20], el marco contextual de unos hechos que requieren una interpretación en las condiciones y situaciones propias del contexto en el que se sucedieron.
Pensar en prospectiva exige del periodista rigor a la hora de fijar en el horizonte posibles desenlaces de unos hechos que pueden ocurrir. No se trata de hacer futurología, por el contrario, la obligación está en describir un posible camino, un posible desenlace de unas circunstancias o situaciones que ofrezcan un marco para el desenlace de ciertos hechos que pueden ser previsibles.
También es clave que la agenda de fuentes que tradicionalmente el periodista utiliza cuando cubre hechos desde la perspectiva exclusivamente noticiosa – diaria, se amplíe, buscando otras, ojalá, por fuera del ámbito oficial, gubernamental; esto implica, la necesidad de constatar in situ los hechos, presenciar hasta donde sea posible la confrontación de versiones, de elementos de juicio y la toma directa del pulso a los ambientes que sirven de escenario para el desarrollo de los hechos materia de investigación.
Se va entonces configurando un estadio que implica revisar dos ámbitos periodísticos que aparecen en escena cuando se intenta separar lo informativo de lo interpretativo; la discusión conlleva a preguntarse sobre el rol, los alcances y la naturaleza misma del periodismo – y de los géneros - dado que lo interpretativo aparece como una instancia que supera lo informativo.
En cuanto al Reportaje se refiere, se asegura que este tipo textual se mueve entre lo informativo y lo interpretativo, entendiendo esta última desde el punto de vista de aquellos que lo ven como una fase superior del periodismo[21].
Esta discusión no puede distraer a los periodistas en formación de una exigencia: hay que investigar en profundidad y respetar los contextos en los cuales se dan los hechos.
En esa perspectiva, José Luis Benavides Ledesma y Carlos Quintero Herrera, nos dicen que “el Reportaje es un género periodístico interpretativo que aborda el por qué y el cómo de un asunto, acontecimiento o fenómeno de interés general con el propósito de situarlo en un contexto simbólico – social amplio, brindándole al lector de un modo instructivo y ameno, antecedentes, comparaciones y consecuencias relevantes que lo ayuden a entenderlo[22]”.
En esa misma dirección, otros consideran que “un reportaje a fondo va más allá de los hechos superficiales de una historia para dar al lector una información detallada, interpretación basada en hechos y antecedentes, y con frecuencia análisis. Puede incluir los tres aspectos (antecedentes, interpretación y análisis) o puede incluir sólo antecedentes además de los hechos esenciales[23]”.
Es probable que en estos intentos por definir y universalizar una sola idea de Reportaje, el estudiante se encuentre con diversas acepciones, nomenclaturas, etiquetas y nombres como Reportaje profundo, reportaje especial, a fondo, en profundidad o investigativo; o con afirmaciones como aquella que dice que la Semblanza[24] es un tipo de reportaje, entre otros.
La verdad es que al ser un macro género, el Reportaje tiene la capacidad – intención, ofrece la posibilidad - de recoger las características e incluso las formas mismas de géneros menores como la noticia, la entrevista, la semblanza, el perfil; o de los Mayores, como el ensayo, la Crónica y el Informe Especial, entre otros.
Dicho de otra manera, el periodista que tenga la tarea de construir un Reportaje, por ejemplo alrededor de una persona, podrá construir en primera instancia, un perfil[25] o una semblanza[26].
No comparto aquello que la semblanza es un tipo de reportaje, como lo indican Benavides Ledesma y Quintero Herrera y que aparece reseñado en un pie de página líneas atrás; y para ello, comparto la definición que de Semblanza da Martín Vivaldi y que hemos referenciado aquí.
Hemos dicho que el Reportaje exige una profunda investigación; y la semblanza, en sí misma, deja por fuera hechos, detalles y circunstancias relacionadas con la vida de una persona.
A propósito del origen del Reportaje
El origen de la palabra Reportaje se asocia, desde tiempo atrás, con la ampliación de un hecho que ha cobrado relevancia para un determinado grupo humano, colectividad, comunidad o sociedad, con la mediación, claro está, de los medios masivos de comunicación.
La importancia de ese hecho que haya cobrado relevancia se da en dos direcciones: la primera, en torno al hecho en sí mismo, sus efectos e involucrados; y la segunda, en relación con la necesidad de explicar las razones y las circunstancias que permitieron la aparición del suceso.
Es quizás allí en donde se explica la insistencia de académicos e investigadores de hablar de un tránsito de un periodismo informativo a uno explicativo o interpretativo; o en inscribir en ese momento, el nacimiento del Reportaje y de la Crónica, entre otros, como géneros interpretativos.
En esa dirección, Benavides Ledesma y Carlos Quintero Herrera, consideran que los “orígenes del reportaje moderno, interpretativo y contextual, se remontan a principios del siglo XX en Estados Unidos, cuando las pujantes revistas estadounidenses de circulación masiva hacían un periodismo de denuncia social (conocido como muckraker en inglés) en oposición al sensacionalismo de los periódicos de la época. A pesar de su popularidad, el reportaje no figuró entre los géneros serios del periodismo contemporáneo hasta las décadas de los cincuenta y los sesenta bajo el impulso del nuevo periodismo. No fue sino hasta 1978 que los premios Pulitzer abrieron finalmente una categoría para este género, conocido en inglés como feature[27]”.
Por su parte, Juan Gargurevich señala que “la palabra (proviene del latín reportare, transmitir, descubrir) ha sido utilizada según los tiempos con acepciones diferentes. Probablemente en alguna época se envió a los periodistas a conseguir un buen reportaje sin que esto significara acumular la información necesaria para confeccionar, lo que entendemos hoy por reportaje. Y es muy frecuente, aún hoy, ver como profesionales de experiencia confunden reportaje con entrevistas[28]”.
Después de esta breve visita a los orígenes del Reportaje, revisemos ahora las posibles diferencias que pueden existir entre Reportaje, Entrevista y Crónica, en intención de encontrar puntos de acuerdo – de encuentro - alrededor de qué vamos a entender por Reportaje en este módulo.
Y para ello es fundamental apelar, por razones de contexto, de cercanía y por supuesto, por la calidad del periodista, a las consideraciones hechas por Daniel Samper Pizano, en su libro Antología de Grandes Reportajes.
El reconocido periodista nos dice, sobre los orígenes del Reportaje, que “en realidad el reportaje moderno es hijo de la entrevista y la crónica, con la catalizadora influencia del cine. Y muchas veces resulta difícil separarlo por completo de sus progenitores. Son fronteras borrosas las que se tienden entre ellos, y con frecuencia se escriben notas que podrían reportajes acronicados o entrevistas con rasgos de reportaje[29]”।
Nótese pues la dificultad manifiesta de encontrar las diferencias entre uno y otro género; y la imperiosa necesidad de que el estudiante y el periodista en ejercicio, apelen a la investigación y a la narración para empezar a acercarse a la presentación de Reportajes.
Samper Pizano continúa y advierte que los tres, es decir, Entrevista, Crónica y Reportaje, “son distintos los tres de la noticia directa, austera e impersonal, donde no queda espacio para intentar formas más complejas de comunicación o lucimiento[30]”.
Alrededor de establecer amplias diferencias e incluso desencuentros conceptuales entre estos tipos textuales, Samper considera que “no vale la pena entrar en demasiadas consideraciones, definiciones y anotaciones para tratar de distinguir entre reportaje y entrevista y crónica y reportaje. Tampoco se justifica elaborar una lista de características de uno y otro géneros que permita examinar los materiales de dudosa ubicación a fin de localizarlos, como haría un botánico con dos hojas parecidas, en su respectivo lugar. Es preferible referirse a las diferencias que existen en los extremos, más que caer en la trampa de clasificar lo que se halla en la desdibujada zona media”[31].
De alguna manera los periodistas y escritores, Antonio Morales Riveira y Juan Gossaín se ubican en esta misma línea. El hijo de San Bernardo del Viento, novelista y periodista radial por excelencia, considera que “en periodismo lo único que se debe diferenciar es entre Noticia y Entrevista, lo demás es indefinible[32]...”
Aunque de alguna manera Morales Riveira comparte con Gossaín la idea de que no es posible establecer fronteras entre el Reportaje y la Crónica, propone otra mirada en torno a la tarea e intención de encontrar diferencias entre los géneros; así, precisa que la Crónica “es una multiplicidad de géneros juntos, además, es un género que no tiene pies ni cabeza, a diferencia del reportaje que si tiene pies y cabeza[33]”.
En esa dirección, el reconocido cronista Héctor Rincón[34] comparte la definición que propone Gabriel García Márquez de reportaje: se trata, dice el Nobel, de una noticia completa; en cuanto a qué los hace diferentes, Rincón dice que los hace distintos la presentación cronológica, el paso del tiempo. Rincón dice que “la crónica exige un comportamiento redaccional cronológico en donde se explica cómo es un día de un pescador que sale temprano[35]...”
Aunque líneas atrás aparezcan los señalamientos de Samper Pizano en torno a que no vale la pena entrar en consideraciones para distinguir entre reportaje y crónica, ello no indica que él como periodista haya obviado esta clara necesidad, tanto periodística como académica, de señalar por lo menos los puntos más claros que los diferencien.
Pues bien, en el mismo trabajo que ya hemos referenciado, Antología de Grandes Reportajes, Daniel Samper explica que “ateniéndonos a los prototipos, se observan diferencias muy grandes entre la entrevista simple y el reportaje. El reportaje separa un hecho o un personaje y trata de recrearlo valiéndose de la referencia de detalles personales o circunstancias, de anotaciones impresionistas, de la pintura del ambiente con el fin de comunicar al lector una idea redonda sobre lo que es materia de la nota. Sus técnicas son variadas, y habitualmente mezcla varias de ellas: el periodista puede aparecer como figura de reparto a fin de apoyar el reportaje, se acude a diálogos, a las observaciones personales que muchas veces llegan a ser emocionales o muestran una toma de partido. Los detalles son, sobre todo, el arma principal del reportero. Detalles particulares y específicos que le permiten, mejor que una historia psicológica del personaje o una descripción minuciosa de hechos y lugares, señalar puntos elocuentes de la materia[36]”.
Hagamos un alto aquí para mirar con cuidado lo planteado en esa última cita. Digamos que cuando se intente un reportaje de un personaje, el periodista, además del perfil psicológico, deberá ubicarlo en un ambiente mucho más complejo, más amplio; allí buscará recrearlo para que el lector se pueda hacer una visión completa de la forma y de las maneras en que el personaje actúa, ha actuado y quizás poder imaginar cómo actuará en determinadas situaciones.
No se trata de elaborar, de listar una serie de características personales del personaje escogido, por el contrario, un reportaje tendría la intención, además de describir, de entender, comprender, criticar, evaluar, contraponer y de reflexionar, entre otros, alrededor de todos los detalles y el conjunto en general que el periodista logró pintar del personaje; es clave también, ubicar el personaje en varias de las escenas en donde se desenvuelve, se ha desenvuelto o se desenvolverá.
Esto obliga a una rigurosa investigación para poderlos ambientar y reconocer, pero también requiere de una gran capacidad del periodista para examinar, confrontar y hasta cuestionar al personaje – sus actuaciones -, bien desde las propias valoraciones del reportero o desde las propias de terceros (fuentes).
En últimas, se requiere que el periodista esté formado en criterio, y ello implica tener un espíritu abierto, creatividad para narrar, elementos de juicio para cuestionar, para dudar; también, implica tener elementos de juicio para obviar detalles superfluos o para resaltar otros; en fin, la calidad del reportaje está, en buena medida, ceñido al ritmo, al tipo de formación humana y al propio crecimiento personal y a la capacitación misma del periodista. Y para ello no hay recetas; en ese sentido, este módulo de clase pretende entregar elementos de juicio, pautas, pero en ningún momento debe ser recibido como un manual, como un recetario, como un abc para escribir reportajes.
Lo que sí hay que rescatar de las disquisiciones de los periodistas citados y de aquellos que participaron en una especie de foro televisivo, que buscaba encontrar respuestas al por qué Han muerto la crónica y el reportaje[37], en el sentido de haber desaparecido de la prensa escrita, está la idea de que en periodismo no puede hablarse de absolutos en cuanto a las diferencias entre géneros periodísticos, salvo entre Noticia y Entrevista y entre éstos y el resto de tipos textuales.
Indicar que esa diferenciación es innecesaria no puede servir de acicate para aceptar que cualquier texto es susceptible de ser reconocido como reportaje, crónica o ensayo, sin que medie una mínima investigación y sin que se acepten – se cumplan - medianamente las características aceptadas para cada uno de los géneros periodísticos existentes.
El tono, la redacción, la manera de narrar, la investigación y hasta la presentación misma de un texto periodístico, juegan a la hora de juzgar un trabajo dentro de los parámetros aceptados para cada tipo textual.
Pero sigamos con las anotaciones de Samper Pizano. En cuanto a las características de la Entrevista, el periodista bogotano nos dice que ésta “... se construye dentro del rigor de unas preguntas y unas respuestas. Es posible que muchas veces de allí se obtenga una idea completa del entrevistado o del hecho que éste relata y que, incluso, las respuestas sirvan para penetrar en el interior el personaje...
Pero la entrevista, por ser el ejercicio extenso e intenso de una sola técnica periodística – hacer preguntas, obtener respuestas y limitarse a presentar escuetamente unas y otras -, no permite la intromisión de otros elementos como descripciones, anotaciones impresionistas, creación de suspensos, etc. La entrevista es una técnica que ha de usarse, principalmente, cuando el énfasis del material radica en el contenido de lo que responde el entrevistado, y las circunstancias o ambiente en que se desarrolla no resultan especialmente relevantes[38]”.
Hay que diferenciar entonces dos tipos de trabajos, textos o tipos textuales: por un lado, aquellos trabajos periodísticos que se apoyan exclusivamente en la técnica de la entrevista (pregunta – respuesta), y que por la forma en que son presentados, se califican así como Entrevistas; y por el otro lado, aquellos que recogen las respuestas logradas en el proceso de investigación y las exponen en una estructura narrativa en la que sobresalen los detalles impresionistas, la pintura del ambiente, las huellas del periodista, sus impresiones, sus desacuerdos, sus opiniones[39].
Se trata en últimas, de un relato ameno, descriptivo, rico en detalles, capaz de atraer y mantener la atención del lector; también interpretativo, así sea desde la particular mirada de quien lo escribe.
Un buen ejemplo de reportaje, según Samper Pizano, basado en buena parte en el diálogo, en las impresiones del periodista y en la entrevista como técnica, lo constituye “Cochise” a vuelo de tequila[40]. Se trata de un texto jocoso y bien llevado a través de las respuestas del ciclista, Martín Emilio Rodríguez, en donde el poeta y nadaísta, Gonzalo Arango, expone el talento que tuvo para escribir reportajes.
Veamos algunos apartes de éste reportaje. Empecemos por el lead (o entrada): “El Corazón de Jesús más feo del mundo está en el barrio Simón Bolívar: carrera 84 A No 37 – 6, de Medellín”.
El juicio del periodista, sus impresiones y hasta sus actitudes iconoclastas son posibles, como recursos periodísticos - literarios, dentro del Reportaje, siempre en intención de ambientar, de generar sensaciones en el lector, de pintar y de construir metáforas.
Una vez la entrada o lead ha sido leída y ha cumplido con la tarea de atraer al lector, éste se encuentra con un segundo párrafo (de enlace) que dice: “En esa casa vive Martín Emilio Rodríguez Gutiérrez, alias “Cochise”. Casi de inmediato, Gonzalo Arango expone los logros del campeón de ciclismo y de paso, justifica la realización misma del Reportaje.
“El cuatro veces campeón nacional de ciclismo, medalla de oro en Winnipeg, y otros resonantes triunfos internacionales”.
Luego, da pistas, advierte y recrea el trabajo de búsqueda que implicó encontrar a la reconocida figura deportiva. “Con los campeones no tengo buena suerte. Cuando doy al chofer la dirección, me lleva a otro barrio, al otro extremo de la casa que busco. Después de perdernos en un laberinto de nomenclatura digo al camarada conductor que en esa dirección es donde vive “Cochise”, el campeón de ciclismo.
- Si me dice al principio lo llevo como un tiro.
Son las seis y media de la noche. Estoy atrasado media hora. Frente a la casa del campeón hay un Volkswagen estacionado, recién brillado. Toco el timbre. Aparece una señora con cara de mamá.
- ¿Está “Cochise”?
- Sí, entre.
Ahí mismo queda la sala de recibo. Al fondo, el comedor. Ese que está comiendo deber ser él. Digo “hola”. El dice: “Ya me iba a ir”. Yo digo: “Entonces llegué a tiempo”.
Nótese que el periodista apela al diálogo. Este recurso es clave, pero exigente. Requiere que los diálogos planteados digan algo, es decir, indiquen, por ejemplo, tensión entre aquellos que dialogan entre sí o con el periodista; que el tono y el talante ayuden a la construcción del ambiente en que sucedieron los hechos; e incluso, que den la sensación al lector de que ha pasado mucho tiempo o que han ocurrido importantes eventos.
La ubicación, la ambientación y la descripción del ambiente familiar del Campeón de ciclismo son elementos clave en este trabajo periodístico. Miremos el tono y la calidad de las impresiones del maestro Gonzalo Arango: “Me siento en un sofá rosado, chillón. Ese Corazón de Jesús me aturde con su llamarada en el pecho amenazando quemar toda la casa, su propia melena. Luce recién salido de la peluquería. La barba rubia debe oler a Jean Marie Farina. La melena se precipita en un raudal de bucles engominados con glostora. No es Cristo Redentor. Es una lámina para decorar un salón de cosméticos de Max Factor.
Las lámparas chorrean de los cielorrasos una luz cegadora. Hay terracotas, porcelanas feas pero baratas. Al lado de un conjunto de ballet clásico, hay un bigotudo horrendo fumando una pipa, o un cerdo barrigón que sirve de alcancía. Frente a la sala está el barcito prefabricado, lleno de banderas y colorines. Todo delata el mal gusto del proletariado burgués.
Por una escalera se sube al segundo piso, donde están los dormitorios. La televisión está prendida. Una emisora muele música de pachanga a todo vapor. Es una casa muy animada por dentro.
La “Hora Camadoral” anuncia que son las 6 y 45. Mi hombre llega al fin. Se para al frente sin mirarme. Como no dice nada me levanto y le doy la mano. El se escarba con la uña una tirita de carne que le quedó enredada en los dientes...”
“... Mientras se presta al diálogo lo observo: es un tipo alto, más de un metro con ochenta. Pesa 75 kilos, buen mozo, el aspecto ingenuo pero viril. Viste un bluyín azul, camisa bicolor, irradia el esplendor propio del éxito y la buena salud.
Acaba de cumplir 26 años. Nació el 14 de abril de 1942, en Guayabal, el barrio de los tejares de Medellín. Este debió ser un barrio muy pobre en su tiempo, sin agua, sin luz, sin alcantarillas, un vivero mortífero de plagas. Los campeones suelen nacer en esos barrios proletarios, con muchas mangas, mucho barro, muchas penas, mucha miseria dentro y alrededor.
La mamá de Martín es una viejita que está ahí sentada oyendo sin mirar, remendando algo. Con un aire tierno y beatífico. Se llama Gertrudis Gutiérrez. Es viuda. No abrió la boca sino para confirmar la fecha de nacimiento del hijo”.
Estos apartes del reportaje “Cochise” a vuelo de tequila, advierten sobre el cruce de elementos característicos de otros géneros. Aparecen, por ejemplo, el tono moralizante, los detalles e incluso el paso del tiempo, propios de la Crónica; y propios del Reportaje, por supuesto, el detalle exacto que indica la dirección de la residencia del personaje, la edad y la propia descripción física del espacio residencial y personal; también aparecen elementos propios del perfil o la semblanza e incluso de la misma nota biográfica.
PROCESO PARA LA REALIZACIÓN DE REPORTAJES
Propongo una serie de elementos, que a manera de pasos, pueden aportar pistas para concebir Reportajes; no deben entenderse éstos como una camisa de fuerza, o quizás como una receta a seguir al pie de la letra. Por el contrario, son simples recomendaciones en intención de facilitar la tarea de los estudiantes.
Así entonces, propongo los siguientes elementos fundamentales para construir reportajes, sobre todo, cuando se basan en un personaje:
1). Reconocimiento del contexto social, cultural, político, económico y familiar en el que se mueve o está inmerso el personaje elegido.
2). Recolección de antecedentes. Qué dijo, qué pensaba, cómo actuaba, actuó en determinada situación o entorno. En dónde nació, militó en algún partido político o hizo parte de asociaciones. Si se trata de un figura pública, se recomienda buscar registros en medios masivos, con el objetivo de encontrar declaraciones que guarden distancia con sus actuales posturas en relación con temas puntuales.
3). Preguntarse qué piensan de él:
Sus hijos
Sus padres (por separado)
Sus vecinos
Sus detractores
Sus amigos más cercanos.
La comunidad científica o académica a la que pertenece; la gente de su entorno, gremio o espacio en el que se mueve. La gente del común. Incluso, es importante tener claro qué piensa el periodista (Usted) de las actuaciones, logros y posiciones del personaje.
Desde la psicología es importante buscar interpretaciones, en especial cuando se trata de personajes que se han hecho famosos por eventos moralmente rechazados por el grueso de la sociedad (en concordancia con los criterios de noticiabilidad fundados en las patologías sociales[41]).
4). Realizar el Mapa de Relaciones[42].
5). Preguntarse por qué es – o puede ser – noticia el personaje; es importante también por qué fue noticia, qué lo hace – haría – noticia[43].
6). Clave revisar las características morales del personaje, sin que ello signifique “macartizarlo” o abordarlo desde el “pecado”, desde un discurso moralizante, moralista y maniqueo.
7). Se recomienda que en la pre-entrevista el reportero, el investigador o el periodista demuestre dominio alrededor de la vida y obra del personaje. Este elemento no sólo le asegura una relación horizontal con el personaje, sino la completa atención del entrevistado.
8). Hacer claridad acerca de la intención que se tiene con el trabajo, con él y con lo investigado. Incluso, advertir sobre las características y posibilidades del género como tal y hasta las condiciones de la publicación; con ello tan sólo se pretende que el personaje no se haga unas expectativas de la publicación, que al final no se van a cumplir. Además, se cumple con una labor pedagógica en tanto que la persona elegida para el reportaje, comprenda o se haga a una idea del por qué de ciertas libertades que el género permite.
9). Establecer un diálogo ameno con el entrevistado y una relación de respeto. Se recomienda que las interpretaciones del periodista acerca de situaciones o hechos en los que el personaje está involucrado, sean expuestas durante la realización de las entrevistas.
Es claro que dichas interpretaciones, comentarios o conclusiones que el periodista haga, debe ofrecerlas con todo respeto de la condición humana y profesional del personaje sobre el cual gira la historia.
10). “Fotografiar” el ambiente de la entrevista, de los entornos en los cuales vive el personaje y en los cuales se logró compartir con él. Registrar sus gestos, su mirada, sus reacciones, su forma de vestir.
11) Hay que intentar “meterse” en los pantalones del personaje; intentar pensar como él, sentir como él lo hace; imaginar su mundo. Construir metáforas que expliquen sus realidades, sus mundos, sus sueños, sus conflictos y sus propias limitaciones.
12). En las reacciones, comentarios y explicaciones, entre otros, puede estar el titular, que debe ser sugestivo, atractivo y que de alguna manera recoja la experiencia investigativa y los hechos más relevantes de la vida del personaje.
Propuesta de ejercicios
1). Piense en la ciudad como posibilidad para la realización de un Reportaje. Establezca un plan de acción, unos hechos clave a investigar; unas fuentes, elija referentes históricos para recrear los antecedentes; revise coyunturas económicas, políticas, sociales y culturales con el fin de fijar hitos. Entregue el plan de trabajo a seguir.
2). Elija un reportaje, léalo detenidamente. Describa los tipos de fuentes consultadas y el manejo de las mismas; y establezca la estructura a la que apela el autor para narrar, para contar o recoger los hechos investigados y presentados Descríbala.
3). Escoja dos textos, una crónica y un reportaje, y confróntelos con la intención de encontrar puntos comunes y diferencias entre los dos.
4). Haga una síntesis de los pasos y elementos metodológicos planteados en este Módulo. Entregue una cuartilla.
BIBLIOGRAFÍA
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VIVALDI, Gonzalo Martín. Curso de redacción. Teoría y práctica de la composición y del estilo. España: Editorial Paraninfo, S.A. XXVI edición,1997.
[1] Incluso hay quienes ven la necesidad de diferenciar el Reportaje de la novela, de la entrevista, e incluso de la noticia. Así, se recomienda al estudiante estar atento a los puntos de encuentro entre los géneros periodísticos, pero fijarse especialmente en las diferencias; también es importante la lectura de ejemplos clásicos de uno y otro tipo textual para aclarar las dudas que puedan surgir de definiciones y comentarios de los diferentes autores aquí citados e incluso, aquellos que el estudiante encuentre en su vida académica y profesional. Existe un criterio clave: el periodismo se basa en hechos tangibles, “reales”, apoyados en versiones y actuaciones de terceros. Así entonces, el periodismo trabaja sobre la No ficción, contrario a la Literatura, que aunque se puede basar en hechos “reales”, la recreación imaginada o ficticia de ciertos hechos dentro de una historia, resulta clave. Nota del autor.
[2] BASTENIER, Miguel Ángel. Curso de periodismo, el blanco móvil. España: Ediciones EL PAIS y Grupo Santillana de ediciones, S.A. 2001. p. 31.
[3] Periodista y novelista antioqueño. Profesor de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Antioquia. Autor de las novelas Tuyo es mi corazón (1984) y El cielo que perdimos (1990). Corresponsal de EL TIEMPO. Nota del autor.
[4] LEÑERO, Vicente y MARÍN, Carlos. Manual de Periodismo. México: Tratados y manuales Grijalbo, 1986. p.43.
[5] Manual de Estilo y redacción de EL ESPECTADOR, 1997. Se trata de una fotocopia no paginada. Nota del autor.
[6] Ibid., Manual El Espectador.
[7] Manual de Estilo y Redacción del diario EL COLOMBIANO. Medellín, 2003. p. 96. El subrayado es nuestro.
[8] Manual de Redacción de EL TIEMPO. Bogotá: EL TIEMPO. 1995. p.55.
[9] GALINDO, Carmen y Magdalena, y TORRES –MICHÚA, Armando. Manual de Redacción e investigación. Guía para el estudiante y el profesionista. México: Editorial Grijalbo, 1997. p. 106.
[10] En entrevista con: Juan Carlos Romero, docente de la Corporación Universitaria Autónoma de Occidente. Cali. Junio de 2003.
[11]Ibid., p. 55.
[12] Manual de Estilo de la Redacción de EL PAIS. P. 27. El subrayado es nuestro.
[13] Op.cit. Manual de Estilo y redacción de EL ESPECTADOR. 1997.
[14] RIVADENEIRA, Raúl. Periodismo. 2 ed. México: Editorial Trillas, 1985. p. 90.
[15] Es recomendable justificar la realización del Reportaje exponiendo los logros, éxitos, inventos y realizaciones relacionadas con las actividades propias del individuo; todo lo anterior estará sujeto a las condiciones y circunstancias en las que se desarrollaron los hechos que involucran la vida y trayectoria del individuo sujeto del reportaje. Nota del autor.
[16] DEL RÍO REYNAGA, Julio. Teoría y práctica de los géneros periodísticos informativos. México: Editorial DIANA, 1991. p. 52.
[17] En este punto se pone en crisis el concepto de Objetividad. Ésta no existe en tanto la selección y calificación de unos hechos como noticiosos o noticiables, parte de los intereses particulares de los periodistas que hacen parte de las empresas periodísticas, que son privadas, de los propietarios de esas mismas empresas; pero también presionan el mercado, los intereses políticos y hasta las mismas apuestas hegemónicas de cadenas como CNN. Nota del autor.
[18] MARTÍNI, Stella. Periodismo, noticia y noticiabilidad. Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación. Bogotá: Grupo Editorial NORMA, 2000.
[19] BASTENIER, Miguel Ángel. Curso de periodismo, el blanco móvil. España: Ediciones EL PAIS y Grupo Santillana de Ediciones, S.A., 2001. p. 158.
[20] Los criterios aquí planteados y dados alrededor del género Reportaje pueden ser aplicados de forma universal y genérica en tanto el interés por concebir, abordar y presentar unos hechos bajo este tipo textual, dependerá, tan sólo, de las diferencias existentes entre los lenguajes reconocidos para la televisión, la prensa escrita, la radio e internet. Se espera, eso sí, que elementos como la investigación, la presentación de antecedentes, el cruce de aristas y la prospectiva, se mantengan firmes, así las especificidades de los lenguajes periodísticos – y las necesidades propias del mercado - en algún momento intenten decir lo contrario. Así, un Reportaje o un Informe Especial en televisión debe responder a una investigación y a las condiciones propias para cada género periodístico.
[21] Para los alcances de este módulo, no interesa la discusión entre la existencia, y por ende separación, de – entre - un periodismo informativo e interpretativo. Aunque hay quienes hablan directamente del tránsito de un periodismo a otro, estaremos lejos de llegar a un periodismo interpretativo. “...El periodismo de explicación (también llamado periodismo interpretativo o periodismo de profundidad) surge a escala mundial en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En líneas generales se mantiene todavía vigente en nuestros días. Aparece como una consecuencia lógica de la evolución interna del periodismo informativo y como una necesidad competitiva de la Prensa escrita frente al periodismo radiofónico y televisado...”(Tomado de Martínez, Alberto José. Curso general de redacción periodística. Editorial Mitre. España. 1983, página 282). Considero que el ejercicio del periodismo y sus alcances naturales son de tipo informativo, por cuanto involucra al trabajo de un lector que se informa, que se hace una idea de los hechos narrados y expuestos a través del discurso periodístico; atravesado además, por las condiciones propias del consumo masivo; el elemento interpretativo aparece en el momento en que el periodista, y los tipos textuales escogidos, permitan conocer más allá de lo evidente, más allá del formato, del viejo corsé que representan las cinco preguntas rituales (5W); hablar de un periodismo interpretativo, más allá de uno informativo, indica la existencia de un tipo de periodismo que entra en contradicción con las dinámicas industriales de producción de los Media, esto es, los tiempos de circulación. Se podrá hablar de la existencia de un periodismo interpretativo cuando, además de revisar las condiciones de producción y circulación, los periodistas sean capaces de cuestionar los propios criterios de noticiabilidad con los cuales todavía pretenden comprender y explicar los hechos sociales. Y la verdad es que estamos muy lejos en Colombia de contar con un periodismo interpretativo que recoja diversas lecturas, informaciones, puntos de vista y percepciones alrededor de los hechos; cada vez más asistimos a una especie de unanimismo, sobre todo en relación con el tipo de fuentes consultadas (en un alto porcentaje siempre son Oficiales). Nota del autor.
[22]BENAVIDES LEDESMA, José Luis y HERRERA, Carlos Quintero. Escribir en prensa. Redacción Informativa e interpretativa. México: Longman de México Editores, S. A., 1997. p. 201.
[23] ENGLISH, Earl y HATCH, Clarence. Periodismo académico. México: Edamex, 1988. p. 130.
[24] Así lo aseguran Benavides Ledesma y Quintero Herrera. Dicen que “en general, el reportaje tiene ventajas sobre los demás géneros periodísticos y muchas similitudes con la semblanza. De hecho, en el capítulo de la semblanza se define ésta como un reportaje. Esto no es un error: la semblanza es un tipo especial de reportaje que debido a su interés por una persona, grupo, institución o cosa ha desarrollado convenciones propias y ha sido poco practicada en México, a pesar de su creciente uso en la prensa mundial”(Tomado de Escribir en Prensa. Redacción informativa e interpretativa. Longman de México editores, S.A. México, 1997. Página 202). El subrayado es del autor.
[25] Sobre el Perfil, Miguel Ángel Bastenier explica que “el perfil, como en una reducción del angular informativo, se enfoca, en principio, sólo sobre un personaje... éste subgénero trabajará sobre una percha, un acontecimiento de actualidad, lo que lo emparenta también con la crónica. Aunque muchos perfiles se hacen sobre recortes de archivo, lo que los convierte en una biografía más o menos inteligentemente comentada, ésta debería ser una labor especialista, puesto que hay una diferencia muy grande entre hacer un perfil habiendo visto y oído al personaje – haberlo entrevistado, por ejemplo – y trabajar desde el anonimato. El periodista, al igual que en la crónica, se servirá de todos los recursos informativos: contexto, experiencia personal, archivo, opiniones de quienes conozcan al sujeto; pero, la diferencia decisiva la dará su conocimiento directo del personaje, cuyo lenguaje corporal puede ser tan importante como sus declaraciones para la posteridad” (Tomado de Curso de Periodismo, el blanco móvil. Ediciones EL PAIS. Grupo Santillana de ediciones. 1era edición, abril de 2001. página 125). Cuando se decide escribir alrededor de una faceta, bien sea profesional o artística de un personaje, se entra en los terrenos del Perfil. Así, el Perfil puede definirse como una narración amena acerca de un rol o faceta de la vida de un personaje. Nota del autor.
[26] G. Martín Vivaldi, en Curso de Redacción, teoría y práctica de la composición y del estilo, versión XXVI, considera que “... la semblanza podría definirse como una biografía incompleta. La semblanza no agota toda la historia de un personaje. En ella se eligen sólo aquellos hechos reveladores del carácter, los más salientes y significativos. La diferencia que existe entre una semblanza y una biografía es la misma que existe entre un dibujo al carbón (un apunte expresivo) y un retrato al óleo. Lo cual no quiere decir que este procedimiento sea mejor o peor que aquél. Son diferencias de técnica, no de valor. En realidad, toda buena biografía es también semblanza (debe serlo), como retrato al óleo suele ir precedido de unos apuntes al carbón”(página 315). En el mismo texto, Vivaldi dice que una Biografía “es el estudio, lo más completo posible, de un personaje. El esqueleto de la Nota Biográfica se reviste de músculo, nervios y le infunde alma y modo de ser del biografiado”.
[27] BENAVIDES LEDESMA, José Luis y QUINTERO HERRERA, Carlos. Escribir en prensa. Redacción informativa e interpretativa. México: Longman de México editores S.A. México, 1997. Página 201.
[28] GARGUREVICH, Juan. Géneros periodísticos. Ecuador: Editorial Belén, 1982. p. 253. Se acepta también, en cuanto al origen, el galicismo reportage (voz francesa). Nota del autor.
[29] SAMPER PIZANO, Daniel. Grandes reportajes. Antología. Bogotá: Intermedio editores, 1990. p. 14.
[30] Ibid., p. 14. El subrayado es nuestro.
[31] Ibid., p. 14.
[32]Tomado del Programa de Televisión, Media de Medios, realizado y transmitido por Señal Colombia e Inravisión, en 1996. Oficiaba como director del programa el también cronista, Heriberto Fiorillo. Participaron del programa los periodistas García Usta, Héctor Rincón y Juan José Hoyos. Copia archivo personal. Nota del autor.
[33] Ibid., Media de Medios, programa de televisión, 1996. Copia archivo personal. Nota del autor.
[34] Héctor Rincón es un reconocido cronista antioqueño. Nota del autor.
[35] Ibid., Media de Medios, programa televisivo, 1996.
[36] SAMPER PIZANO, Daniel. Grandes reportajes. Antología. Bogotá: Intermedio editores, 1990. p. 14.
[37] El programa que Media de Medios le dedicó a los géneros periodísticos, Crónica y Reportaje, se conoce bajo el título Ha muerto la crónica. Nota del autor.
[38]Op cit., SAMPER PIZANO, p. 15.
[39]Recuérdese que géneros como la Crónica están fundamentados, en buena parte, por las impresiones, las opiniones del redactor (periodista); tanto así, que los géneros de opinión, sus características, también tienen cabida en el género Reportaje y por supuesto en la misma Crónica. Nota del autor.
[40] Es Daniel Samper Pizano quien considera que el trabajo de Gonzalo Arango, “Cochise” a vuelo de tequila, es un Reportaje. Considero que tiene visos de crónica, lo que podría indicar que se trataría de un reportaje acronicado, apelando a los mismos términos empleados por el reconocido periodistas bogotano. Insisto en que las fronteras entre las tipologías o los géneros periodísticos están claras – y deben estarlo – cuando haya que diferenciar entre Noticia y Entrevista. Lo demás, como dirían Juan Gossaín y Antonio Morales, es indefinible. Lo que sí debe tener en cuenta el estudiante es que debe, ante de escribir un texto periodístico, señalarse la intención de qué tipo de género se va a construir, a redactar. Fijar que se trata de un Reportaje o una Crónica, es reconocer que se trata de exigencias distintas. Ya hemos dicho que los diferenciaría, Crónica de Reportaje y Reportaje de Crónica, el paso del tiempo, el tono moralizante, la vos de quien lo escribe y la consulta de numerosas fuentes, sobre todo esto último, para el caso del Reportaje. Nota del autor.
[41] No comparto el criterio de los medios masivos y los periodistas que elevan al estatus de noticia sólo, o casi siempre, aquellos hechos que aparecen como el resultado de conductas y actitudes enfermizas de individuos o grupos sociales. Creer que tan sólo es noticia la muerte, las violaciones, los atracos, la guerra y volver estos hechos un espectáculo, es reducir el ejercicio del periodismo a unas circunstancias coyunturales que distraen al país de los problemas estructurales; un periodismo concebido así, le quita a la sociedad la posibilidad – y la necesidad del análisis - de que la prensa en general aporte a la construcción de mundos posibles y que finalmente construya marcos más amplios para comprender las realidades cotidianas. Nota del autor.
[42] Se recomienda revisar el Módulo Hacia la caracterización del Informe Especial o el libro Señales dentro de los Hechos, una mirada al ejercicio periodístico, en donde se amplía el concepto y los aportes del Mapa de Relaciones. Nota del autor.
[43] El que hablemos aquí en términos noticiosos no significa que una investigación juiciosa sobre la vida de un determinado personaje que no sea noticia, según los criterios de noticiabilidad, quede invalidada como posibilidad para construir y presentar un Reportaje o incluso, como una novela corta. Esto sería reducir el campo de acción de investigadores, de los comunicadores y de los periodistas mismos al criterio de lo noticiable. Lo que sí es imprescindible es que esa historia de un personaje anónimo, que no sea considerada por los medios como noticia, debe ser narrada literaria y/o periodísticamente. Nota del autor.
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