Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Lo dicho por el ex vicepresidente, Francisco Santos, en una columna publicada en el periódico EL COLOMBIANO, de la ciudad de Medellín, es el correlato de las lealtades enfermizas que logró Uribe construir con sus más cercanos colaboradores y que éstos lograron irradiar, con el concurso de medios conservadores (godos) como EL COLOMBIANO, a una franja importante de la opinión pública que reclama el regreso del hasta ahora inasible ex presidente Uribe.
Dice Francisco Santos, anodino periodista y político, que “lo sucedido en la Comisión de Acusaciones, la semana pasada, es apenas un episodio más en la campaña de desprestigio y de persecución que la izquierda ha montado contra Álvaro Uribe. Campaña a la que ahora se suma, veladamente, el Presidente Juan Manuel Santos cuando acusa de extrema derecha a quienes critican el deterioro evidente que hay en materia de seguridad”.
Santos siempre se ha presentado como un periodista y como un político discordante y contradictorio. Y lo ratifica en su columna. Fungió como director de la Fundación País Libre y en muchos espacios ha sido -o ha posado ser- defensor de los derechos humanos. Se trata, sin duda, de un folclórico personaje de la vida nacional.
Víctima de su enmarañado parecer, ahora defiende la ‘obra’ de Uribe Vélez, justamente quien aupó a los militares para que entregaran más y mejores resultados y por esa vía, los llevó a violar los derechos humanos y a infringir el derecho internacional humanitario. Con el decreto Boina y la directriz ministerial 029 de 2005, nacieron los ‘falsos positivos’. O muy seguramente, ante las evidencias, Santos cree que defendiendo lo hecho por su patrón, se defiende así mismo, pues él hizo parte de uno de los gobiernos con más altos índices de corrupción y violencia política.
De paso, Francisco Santos critica a su primo, el hoy Presidente de la República, a quien señala de estar detrás de la persecución que se ha montado contra el Perseguidor de marras. Es apenas lógico que quienes usaron el Estado para perseguir a detractores, jueces, periodistas y críticos, pretendan hoy señalar que son víctimas de un gobierno inquisidor que no reconoce los ‘avances’ y los logros alcanzados en ocho años.
No sé si será una más de sus salidas en falso o por el contrario, se trata de una postura con la que Francisco Santos busca que tomen mayor fuerza los llamados que se vienen dando de tiempo atrás, para que Uribe regrese, resultado de la peruanización de la que habla el periodista en su columna.
Flaco favor le hace el señor Santos a su propia familia, al propio Juan Manuel Santos, a la política y a la inercia de unos acontecimientos que ojalá nos lleve al develamiento de la verdad de lo ocurrido alrededor de las chuzadas, las ejecuciones de civiles, la corrupción que galopó durante ocho años y la parapolítica, entre otros asuntos, que señalan a Uribe, bien como directo o indirecto responsable, por su calidad de Presidente de la República.
El propio periódico EL TIEMPO, en su versión de ELTIEMPO.COM de hoy 21 de junio de 2011, recoge la columna del desatinado periodista, bajo el titular Ex vice Santos dice que Presidente ataca veladamente a Álvaro Uribe. El titular, igualmente desacertado, puede que resulte periodísticamente correcto, pero no tanto políticamente. Y si lo que busca el editor es mandar un mensaje de independencia, creo que ocho años al servicio de Uribe fueron suficientes para demostrar lo acomodaticio y servil que fue el diario bogotano con quien hoy se siente víctima de su ex ministro de Defensa y de su gobierno que lo quiere graduar de corrupto.
El apacible tono del titular justificará, muy seguramente, el pronunciamiento del diario a través de un editorial, en el que se dirá lo que no se pudo decir en el texto noticioso que recoge la opinión de Francisco Santos. Hay que estar atento a si habrá o no respuesta del diario a uno de sus hijos.
Santos termina su columna, intitulada Inquisición, diciendo que: “…primero hay que destruir el ejemplo que encarna lo que el otro modelo aborrece, la autoridad, la libertad y la libre empresa. Hay que acabar con Álvaro Uribe. Acá en Colombia, en los medios y en la Comisión de Acusaciones. O en el exterior, en Georgetown o en la universidad de Metz. Nada de lo que sucede es casual. Pero al ver el tributo de la gente a Uribe en su paseo por la séptima me queda la satisfacción de saber que en nuestro país el pueblo está por encima de su clase dirigente”.
De seguro que Francisco Santos quiere abandonar ese talante anodino que ha alimentado por años, y está buscando que el gobierno de su primo lo gradúe como opositor incómodo. Eso ameritaría una reunión familiar.
Lo dicho por el ex vicepresidente, Francisco Santos, en una columna publicada en el periódico EL COLOMBIANO, de la ciudad de Medellín, es el correlato de las lealtades enfermizas que logró Uribe construir con sus más cercanos colaboradores y que éstos lograron irradiar, con el concurso de medios conservadores (godos) como EL COLOMBIANO, a una franja importante de la opinión pública que reclama el regreso del hasta ahora inasible ex presidente Uribe.
Dice Francisco Santos, anodino periodista y político, que “lo sucedido en la Comisión de Acusaciones, la semana pasada, es apenas un episodio más en la campaña de desprestigio y de persecución que la izquierda ha montado contra Álvaro Uribe. Campaña a la que ahora se suma, veladamente, el Presidente Juan Manuel Santos cuando acusa de extrema derecha a quienes critican el deterioro evidente que hay en materia de seguridad”.
Santos siempre se ha presentado como un periodista y como un político discordante y contradictorio. Y lo ratifica en su columna. Fungió como director de la Fundación País Libre y en muchos espacios ha sido -o ha posado ser- defensor de los derechos humanos. Se trata, sin duda, de un folclórico personaje de la vida nacional.
Víctima de su enmarañado parecer, ahora defiende la ‘obra’ de Uribe Vélez, justamente quien aupó a los militares para que entregaran más y mejores resultados y por esa vía, los llevó a violar los derechos humanos y a infringir el derecho internacional humanitario. Con el decreto Boina y la directriz ministerial 029 de 2005, nacieron los ‘falsos positivos’. O muy seguramente, ante las evidencias, Santos cree que defendiendo lo hecho por su patrón, se defiende así mismo, pues él hizo parte de uno de los gobiernos con más altos índices de corrupción y violencia política.
De paso, Francisco Santos critica a su primo, el hoy Presidente de la República, a quien señala de estar detrás de la persecución que se ha montado contra el Perseguidor de marras. Es apenas lógico que quienes usaron el Estado para perseguir a detractores, jueces, periodistas y críticos, pretendan hoy señalar que son víctimas de un gobierno inquisidor que no reconoce los ‘avances’ y los logros alcanzados en ocho años.
No sé si será una más de sus salidas en falso o por el contrario, se trata de una postura con la que Francisco Santos busca que tomen mayor fuerza los llamados que se vienen dando de tiempo atrás, para que Uribe regrese, resultado de la peruanización de la que habla el periodista en su columna.
Flaco favor le hace el señor Santos a su propia familia, al propio Juan Manuel Santos, a la política y a la inercia de unos acontecimientos que ojalá nos lleve al develamiento de la verdad de lo ocurrido alrededor de las chuzadas, las ejecuciones de civiles, la corrupción que galopó durante ocho años y la parapolítica, entre otros asuntos, que señalan a Uribe, bien como directo o indirecto responsable, por su calidad de Presidente de la República.
El propio periódico EL TIEMPO, en su versión de ELTIEMPO.COM de hoy 21 de junio de 2011, recoge la columna del desatinado periodista, bajo el titular Ex vice Santos dice que Presidente ataca veladamente a Álvaro Uribe. El titular, igualmente desacertado, puede que resulte periodísticamente correcto, pero no tanto políticamente. Y si lo que busca el editor es mandar un mensaje de independencia, creo que ocho años al servicio de Uribe fueron suficientes para demostrar lo acomodaticio y servil que fue el diario bogotano con quien hoy se siente víctima de su ex ministro de Defensa y de su gobierno que lo quiere graduar de corrupto.
El apacible tono del titular justificará, muy seguramente, el pronunciamiento del diario a través de un editorial, en el que se dirá lo que no se pudo decir en el texto noticioso que recoge la opinión de Francisco Santos. Hay que estar atento a si habrá o no respuesta del diario a uno de sus hijos.
Santos termina su columna, intitulada Inquisición, diciendo que: “…primero hay que destruir el ejemplo que encarna lo que el otro modelo aborrece, la autoridad, la libertad y la libre empresa. Hay que acabar con Álvaro Uribe. Acá en Colombia, en los medios y en la Comisión de Acusaciones. O en el exterior, en Georgetown o en la universidad de Metz. Nada de lo que sucede es casual. Pero al ver el tributo de la gente a Uribe en su paseo por la séptima me queda la satisfacción de saber que en nuestro país el pueblo está por encima de su clase dirigente”.
De seguro que Francisco Santos quiere abandonar ese talante anodino que ha alimentado por años, y está buscando que el gobierno de su primo lo gradúe como opositor incómodo. Eso ameritaría una reunión familiar.
3 comentarios:
Hermanazo Bolivariano, porque aupa a los Santos para que se reunan. ¡ DEJE ASI ¡
Henry Jesús García
Hola Uribito:
¡Buen día!
¡Qué tristeza evidenciar que clase de dirigentes políticos nacionales. Sin embargo, hay algo de positivo: que aún en esas esferas se ve algo de "solidaridad" así sea en lo malo. Si en familia no se respeta la lealtad, ¿qué puede esperar Juan Pueblo?
Luis F.
Hola Uribito.
¡Buen día!
Lo que pasa entre esos dos personajes es, simplemente, lo que nuestros viejos dirían. vainas par Santander y que las comprenda Bolívar. Triste la politiquería y el mesianismo de esta sociedad goda y ultramontana.
Luis F.
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