Por Germán Ayala Osorio
Si un Estado se gobierna
por los principios de la razón, la pobreza y la miseria son sujetas a la
vergüenza; pero si no se gobierna por aquellos, son la riqueza y los honores
los sujetos a la vergüenza[1]
“Quienes
no conocen fuentes de verdad más puras, que no han seguido el curso de ésta
hasta cotas más elevadas, se atienen prudentemente a la Biblia y a la
Constitución y beben de ellas con reverencia y humildad; pero quienes reparan
por dónde brotan aquellas gota a gota para alimentar ese lago o aquella laguna,
se fajan fuertemente la cintura y siguen su peregrinación en busca del
manantial primero”[2].
ASIGNATURAS: Democracia y
Constitución Política y Comunicación, Conflicto y Posconflicto
Asumo el pensamiento crítico como una opción de vida
y postura política sobre las que soporto
mi actividad docente e investigativa. Y lo entiendo como un proceso de
permanente aprendizaje, guiado hacia la búsqueda de respuestas sobre hechos y
fenómenos que tocan nuestras vidas, en los ámbitos de lo público y lo privado.
De igual forma, el
pensamiento crítico, como proceso formativo y actitud de vida, me exige el
permanente cuestionamiento de versiones, verdades, opiniones, informaciones y
conceptos que rodean o tocan mi labor académica y mi vida misma.
En el aula, el pensamiento
crítico lo entiendo desde el deber ser de la academia, en el sentido en que es
ella el escenario propicio para develar, cuestionar, transformar, de-construir
y construir discursos, en aras de que los ciudadanos-estudiantes comprendan no
sólo los hechos históricos, sino las correlaciones de fuerza que subsisten en
todos los ámbitos de creación humana.
Antes de describir los
procesos académicos dispuestos en los cursos asignados, señalo cinco elementos
o factores que según mi criterio, aparecen de manera obligada en los encuentros
académicos entre profesores y estudiantes. Los cinco elementos son: 1. Encuentro
de ideologías 2. Ejercicios actitudinales[3]. 3. Formación
conceptual (pensamiento categorial). 4. Exhibición de antecedentes. 5. Lectura
de contexto (consumo de medios).
En el primero, se develan
las representaciones sociales y los marcos mentales y culturales desde donde
estudiantes y docentes miran sus propias ‘realidades’ y por supuesto, las
realidades del país y del mundo. En el segundo, aparecen las actitudes que
suelen, unos y otros, asumir frente a los procesos de aprendizaje, en donde
sobresale el gusto por saber, por conocer y por aprender. Se espera, en un
escenario ideal y óptimo que los actores del proceso de aprendizaje dispongan
de la mejor actitud para asumir no sólo los retos cognitivos que los cursos
demandan, sino las diversas formas de pensar y de asumir la discusión de
asuntos públicos que se dan en los encuentros educativos.
En cuanto al tercer elemento,
la formación conceptual (pensamiento categorial) se erige como un factor clave
y definitivo tanto para la consecución de los objetivos de aprendizaje
planteados en los cursos, como para la formación en pensamiento crítico. En cuanto al punto de la Exhibición de
antecedentes, hay que señalar que su importancia radica en que se rompe el
círculo del ‘presentismo’ en el que suelen llegar, estar y mantenerse los
estudiantes cuando llegan a la Universidad. Y por último, la Lectura de
contexto, más que un factor, es una estrategia pedagógica que uso para explicar
temas y conceptos, así como para proponer ejercicios analíticos a partir de la
información noticiosa consumida tanto por los estudiantes, como por los
profesores.
En cuanto al desarrollo de
los cursos, estos deben desarrollarse como encuentros de aprendizaje, caracterizados
por ser dialógicos, respetuosos y simétricos en la medida en que los
cuestionamientos, los debates y las diferencias que aparezcan en las maneras de
concebir y entender las realidades del país, se deben hacer desde la
confrontación conceptual y de opiniones, con el propósito de relativizar
aquellas ‘verdades’ que se sostienen en las lecturas previas, en las
experiencias de vida y en el capital social acumulados por los actores de aprendizaje que se encuentran
en el aula.
Ese escenario lo considero
propicio para que el pensamiento crítico se dé, tanto como objetivo de
formación, como proceso de aprendizaje. Asegurar esta circunstancia contextual
es fundamental en la medida en que el ejercicio crítico planteado por los
docentes, deviene de forma vinculante hacia el estudiante en la medida en que
éste comprenda que los encuentros dialógicos, a pesar de la diversidad de pensamientos,
deben ser respetuosos y profundamente democráticos.
A decir de Villarini, “… la actividad de enseñanza a debe ayudar a
crear el clima afectivo que requiere el desarrollo humano y del pensamiento
reflexivo y crítico; un clima libertad, tolerancia y cuidado, en el que los
estudiantes experimentan que el educador es también educando que vive
preocupado por entenderlos y atenderlos en su proceso de desarrollo humano y de
su pensamiento”.[4]
En el desarrollo académico
de los cursos Democracia y Constitución Política y Comunicación, Conflicto y
Posconflicto, cuestiono la legitimidad del Estado colombiano y las razones y
los actores que históricamente evitan que se configure como un orden social y
político legítimo, pero especialmente, como un referente moral a seguir por sus
asociados. Y al asumir el Estado como una correlación de fuerzas, los
cuestionamientos pasan por las élites de poder político y empresarial, los
actores de la sociedad civil y por supuesto, las actitudes asumidas por cada
uno de nosotros frente a los procesos de consolidación del Estado, de la
sociedad y de la cultura dominante.
Igualmente, confronto la
democracia formal y procedimental colombiana, con planteamientos como los de
Chantal Mouffe, cuando habla de profundizar la democracia. Y así, con cada una
de las categorías contenidas en el curso, esto es, derechos humanos, la
política y lo político. Al tiempo que
expongo mi postura crítica frente a hechos políticos y mediáticos, así como a
circunstancias históricas, voy entregando a los estudiantes los conceptos de
Estado, democracia, la política, lo político y los derechos.
En lo que corresponde al
curso Comunicación, Conflicto y Posconflicto, expongo con claridad las lecturas
que hago del devenir del conflicto, de las características e intereses de los
actores armados; de igual manera, de las responsabilidades individuales y
colectivas que debemos asumir para la construcción de escenarios de
posconflicto, en el entendido en que el proceso de La Habana termine en el fin
del conflicto armado entre las Farc y el Estado colombiano. En cuanto a la
Comunicación, circunscribo el abordaje a la comunicación de masas y en
particular al ejercicio periodístico-noticioso y editorial de la prensa escrita
colombiana. Busco que la actividad reflexiva y la crítica se conviertan en un
hábito para los estudiantes. Práctica que se hará consistente en el tiempo,
cuando ellos tengan el dominio
conceptual y hayan desarrollado la habilidad de cruzar hechos, miradas,
saberes y disciplinas.
Aunque la escritura la
considero una herramienta fundamental para el desarrollo del pensamiento
crítico en el aula, especialmente para los comunicadores sociales que recibo en
el curso Comunicación, Conflicto y Posconflicto, reconozco los resultados de
aprendizaje en los estudiantes, cuando expresan mejores opiniones, nociones e
incluso, acercamientos al dominio conceptual de las categorías vistas en clase
A pesar de los problemas y
dificultades que los estudiantes exhiben para la redacción de textos que como
mínimo den cuenta de la estructura básica, Introducción, Desarrollo y
Conclusión (IDC), les insisto en la importancia
de dominar la técnica escritural. Con
ello busco quitarle valor y peso al imaginario que indica que eso de ‘escribir
y leer’ es para los estudiantes de humanidades y ciencias sociales. Insisto, para ello, en una
formación ciudadana basada no sólo en la capacidad de discutir asuntos
públicos, sino en el dominio del lenguaje para poder expresar inconformidades y
elevar peticiones respetuosas a las autoridades, entre otras posibilidades.
La lectura de columnas de
opinión, tanto mías como de otros columnistas y blogueros, es un recurso
pedagógico valioso en aras de que los estudiantes conozcan diversas formas de
pensar y de entender los hechos y los asuntos abordados en clase.
Los estudiantes de
Democracia y Constitución Política, por ejemplo, leen dos capítulos del libro Sin
ánimo de lucro, de Martha Nussbaum y el libro de mi autoría, Paramilitarismo
en Colombia, más allá de un fenómeno de violencia política (2011).
Igualmente, para este semestre, dada la coyuntura generada, leímos apartes de del
informe de Basta Ya y artículos de Marco Palacios, relacionados con la
violencia política en el país; también, leyeron el texto Periodismo, Conflicto y Posconflicto;
entre realidades y aproximaciones, que se presenta como el texto guía del
curso. Además, los estudiantes deben seguir a un medio de comunicación durante
tres meses, con el propósito de analizar el tratamiento periodístico dado a los
hechos y coyunturas político-mediáticas surgidas en torno al desarrollo del
proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana, entre el Gobierno de Santos y
la cúpula de las Farc.
Termino
con esta reflexión alrededor de la democracia: En una eventual evaluación de un régimen democrático,
se deben realizar los ajustes necesarios para avanzar en la consolidación de
una idea de democracia acorde con los imaginarios colectivos universalmente
aceptados y con las aspiraciones y las capacidades visibles de quienes de
manera directa o indirecta ‘sufren’, soportan, se sirven o resultan víctimas
del ejercicio del poder en cualquiera de sus dimensiones y ámbitos. Por ello,
quizás la democracia exige de los ciudadanos especiales capacidades valorativas
y cognitivas, para reconocer cuándo son legítimas, viables, aceptables y
posibles esas relaciones de poder que se establecen, especialmente desde las
instancias estatales y desde poderosos actores de la sociedad civil. Cuando más
consciencia y capacidad de discusión de asuntos públicos hay en los ciudadanos,
mejor es la democracia.
La democracia, ante todo, es un proceso continuo, un
sin fin, que evalúa las circunstancias contextuales presumiblemente
democráticas bajo las cuales una comunidad humana decide vivir, para cumplir
unas reglas que permitan la sostenibilidad de las relaciones de poder,
connaturales a la convivencia humana y de las formas relacionales establecidas
y aceptadas por los miembros de dicha comunidad. Zuleta sostiene que “la democracia es la cátedra, in vivo, de la
política para los pueblos porque significa la necesidad de aprender
continuamente a luchar por los intereses y a averiguar cuáles son. La democracia es siempre un
proceso que puede ampliarse. No hay democracia terminada”[5].
Imagen tomada de filosofia.org
[1]
Confucio, citado por Thoreau en su libro Del deber de la desobediencia civil.
p. 32. www.editorialpi.com
[2]
Thoreau. Del deber de la desobediencia civil. p. 44.
[3] “Las actitudes, es decir, emociones
sentimientos, intereses, valores, facilitan o dificultan, abran o bloquean el
procesamiento de información, es decir el funcionamiento mental (Villarini,
1991). Las actitudes parecen condicionar la amplitud de nuestro pensamiento.
Las actitudes intelectuales positivas son las que nos permiten recibir la más
amplia información y procesarla de la manera más compleja. Las negativas, lo
contrario. Así, por ejemplo, la curiosidad intelectual, la tolerancia, la
flexibilidad mental, la objetividad y la sistematicidad facilitan y hacen más
efectivos el procesamiento de información porque lo abren a múltiples estímulos
y relaciones. Las actitudes intelectuales negativas, como por ejemplo, la falta
de curiosidad o conformismo, la intolerancia, la rigidez mental, el
subjetivismo, y la falta de sistematicidad, dificultan el recibir y procesar
información porque cierran y bloquean el pensamiento” (Tomado de
Ángel Villarini Jusino. Teoría y pedagogía del pensamiento sistemático y
crítico. págs 4 y 5).
[4] Villarini Jusino, Ángel R. p. 11.
[5] Op
cit. ZULETA. p. 15.
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