Por
Germán Ayala Osorio, comunicador social
y politólogo
La
sanción que el Procurador General de la Nación impuso al alcalde Mayor de
Bogotá es, sin duda, un hecho político y electoral de insospechadas
consecuencias.
Como
hecho político, la exagerada sanción del Procurador Ordóñez tiene ya varias
consecuencias: la primera, hacer que confluyan en el malestar social y político
diversas fuerzas y sectores políticos y sociales, que hoy parecen unirse en
torno a lo que se ha llamado movimiento
de indignados o de defensa de la
democracia.
Dando
por descontado que la sanción en primera instancia quedará en firme cuando se
presenten los recursos a los que tiene derecho el funcionario destituido y
sancionado, lo que Petro está haciendo al convocar a sus seguidores y
simpatizantes a movilizarse y a plantarse en la plaza de Bolívar de la capital
del país, no es más que tratar de consolidar una fuerza electoral que luche en
las elecciones de 2014, llevando al Congreso y ojalá a la Presidencia, a
quienes lleguen convencidos de que el actual régimen democrático es excluyente,
ilegítimo y por lo tanto inviable y que se comprometan con la idea de devolverle
al Estado las responsabilidades y los bienes que los neoliberales le quitaron,
razón esta que en el fondo motivó la investigación y la sanción impuesta por el
Procurador Ordóñez Maldonado.
Es
decir, detrás del fallo del jefe del Ministerio Público está una ideología de
Estado que la Derecha empresarial y política defiende de tiempo atrás, y que se
expresa en la idea de un orden social, económico y político cooptado por la
tradición y por la élite bogotana, para el servicio de unos pocos.
Convertidas
la plaza de Bolívar y el balcón del Palacio de Liévano en una suerte de ágora,
por allí ya desfilan posibles presidenciables. En el primer día habló Aída
Avella. En el segundo día, lo hizo el líder del movimiento Dignidad Papera,
César Pachón.
Es
posible que los sectores de izquierda, diletantes y con dificultades para
llegar unidos a las urnas, aprovechen esta compleja coyuntura política,
electoral e institucional, para deponer diferencias y unirse en torno a un proyecto político que no
busque implantar un régimen que se parezca a lo que llaman el socialismo del siglo XXI.
Actuar
con una alta dosis de pragmatismo les debe llevar a pensar que dentro de este
sistema capitalista y con algunas modificaciones al actual diseño constitucional,
es posible dar cuenta de un verdadero Estado social de derecho que sirva a las
grandes mayorías.
Sin
duda, Petro, con su Bogotá Humana, trasegó los caminos de un Estado local capaz
de hacerse cargo de responsabilidades que el neoliberalismo le quitó. Con un
proyecto inclusivo, de corte ambiental y profundamente respetuoso de las
diferencias culturales y de género, Petro se ganó, por un lado, el respaldo de
quienes hoy levantan su voz en las frías noches de la Plaza de Bolívar, y por
el otro lado, el odio de una clase política y económica y el de una élite
bogotana que no quieren soltar el poder, a pesar de que ante sus ojos han visto
crecer la pobreza y la exclusión social y política.
Como
hecho electoral, el fallo del Procurador se adelantó a la contienda electoral
de 2018. La Derecha y los sectores que Ordóñez Maldonado representa, dan por
descontado que Santos se reelegirá, pues saben que el actual Presidente ya
apeló y apelará en los siguientes meses, a las mismas estratagemas que los
responsables del Establecimiento vienen usando de tiempo atrás para mantenerse en el poder. Las mismas que usó Uribe para reelegirse.
De
esta forma, la sanción a Petro significa que la Derecha, de la que hacen parte
sectores retardatarios como el uribismo y su micro empresa, el Uribe Centro
Democrático, y el propio Alejandro Ordóñez Maldonado, logró sacar del camino
presidencial a Gustavo Petro Urrego. El camino, entonces, lo vislumbran
despejado para las elecciones de 2018, en donde la Derecha, con Uribe como peón
y unido por conveniencias políticas con
la élite bogotana, buscará recuperar el poder presidencial para reactivar el
proyecto neoconservador que Uribe Vélez alcanzó a implementar durante sus ocho
años de mandato. Se trata del mismo proyecto de país que los paramilitares
negociaron con quienes firmaron los pactos de Chivolo, Ralito y Pivijay.
Elecciones de 2014 y proceso de paz
en La Habana
Si
Petro logra mantener en el tiempo las movilizaciones, pero sobre todo, consigue
que cientos de miles de colombianos se convenzan de que la decisión del
Procurador – y no de la Procuraduría – es un golpe a la democracia y
específicamente a la voluntad popular expresada en los 700 mil votos con los
que se hizo a la Alcaldía Mayor de Bogotá, entonces facilitará el camino para
que sectores tradicionalmente excluidos, logren llegar al Congreso de la
República para hacerle contrapeso a las fuerzas políticas que se instalarán en
esa corporación a partir del 7 de agosto de 2014.
En
lo que concierne al proceso de paz, lo decidido por Ordóñez Maldonado debilita
la confianza de los guerrilleros en el sentido en que deben estarse preguntando
si están negociando con el Estado o con un Gobierno, cuyos compromisos con la
paz y el posconflicto pueden terminar inválidos ante la decisión de un juez o
por una instancia de control que encarnada en un Procurador como Ordóñez,
desconozca lo acordado.
En
ese sentido, Santos debe evitar una crisis institucional si hace caso a la
recomendación de Petro, de desconocer el fallo del Procurador, pero está
obligado a calmar los ánimos de los líderes guerrilleros, en aras de recuperar
la confianza en torno a que lo pactado en la mesa, será respaldado por el
conjunto del Estado colombiano. Amanecerá y veremos.
1 comentario:
Interesante artîculo no apto para la caverna. Creo que es muy laxo con la #BacrimChulavita.
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