Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Lo sucedido en la Convención
Nacional Conservadora confirma la dispersión y la fragmentación al interior del
Partido Conservador: no hubo acuerdo
dentro de la colectividad alrededor de temas claves para el país como la
implementación del Acuerdo de Paz de Colón y la reforma tributaria, entre otros
asuntos.
La irrupción de Ordóñez Maldonado
como precandidato presidencial debilitará aún más al Partido que, en su afán de
volver a ser opción de poder, estaría entregando sus banderas al ex Procurador
General de la Nación, con los riesgos éticos y morales que conlleva darle el
aval a un ex funcionario que violó la Constitución para hacerse reelegir en su
cargo como Jefe del Ministerio Público.
Las directivas conservadoras
deben leer muy bien las nuevas circunstancias contextuales que vienen surgiendo
alrededor del discurso de la paz y la reconciliación que de manera clara se
viene imponiendo en el país. Entre esas nuevas circunstancias aparece la
intolerancia frente a la corrupción. Y es claro que el fallo del Consejo de
Estado con el que finalmente fue expulsado de la Procuraduría Alejandro Ordóñez
Maldonado, confirma las dolosas actividades que llevó a cabo el entonces Jefe
del Ministerio Público para reelegirse de manera espuria y fraudulenta.
Insisto, entregar el aval a
Ordóñez como candidato presidencial del Partido Conservador es un enorme riesgo
que la colectividad no debería de correr, si de verdad quiere regresar a ser
opción legítima de poder. Ordóñez Maldonado no solo polariza y genera
resistencias en amplios sectores sociales y políticos, sino que es, desde ya,
un amplificador de conflictos y divisiones al interior del Partido. Incluso, su
carácter pendenciero y su fanatismo religioso bien podrían incendiar el país.
Más que nunca le calza perfecta, a este oscuro personaje, la imagen de bombero pirómano.
De esta forma, el insepulto
Partido Conservador se presentaría en las elecciones de 2018, con el liderazgo
endosado a Ordóñez, con el claro objetivo político de torpedear la
implementación del Acuerdo Final (II) o recientemente “bautizado” como el Acuerdo
de Colón. Se trataría de un craso error.
La colectividad corre un enorme
riesgo hacia futuro, al validar el discurso ultra conservador de Ordóñez
Maldonado. Torpedear el proceso de implementación del Acuerdo de Colón, pondría
al Partido Conservador en la orilla ideológica tomada por los “enemigos de la
paz”, como el Centro Democrático, lo que lo convertiría en un proto apéndice
del llamado uribismo y le negaría ser opción real de poder.
Si bien la fuerza
clientelista-electoral de Ordóñez, acumulada durante sus ocho años manejando la
Procuraduría General de la Nación puede resultar importante, en el Partido
Conservador saben que no será suficiente para llegar a la Casa de Nariño. Ello
lo abocaría, como en otras ocasiones, a hacer alianzas con esas otras fuerzas
que hoy se consolidan como enemigas del proceso de paz de La Habana y en
general, de la ampliación de la democracia y la consecución de un Estado y de
una sociedad modernas.
Se equivocan si piensan que el
terreno político perdido durante los últimos años se podrá recuperar con una
eventual candidatura presidencial del ladino ex Procurador General de la
Nación. Otros vientos soplan por el país. No atender la fuerza y las
direcciones hacia donde van esos vientos, solo servirá para acelerar las
aplazadas acciones con las que finalmente se logre inhumar a la cadavérica colectividad.
Imagen tomada de Semana.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario