YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 4 de abril de 2011

ÉTICA Y HEDOR EN EL EJÉRCITO NACIONAL

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo


Lo denunciado por la revista Semana en torno a los privilegios que tienen oficiales y suboficiales, condenados por delitos graves (violación a los derechos humanos) en la Base de Tolemaida, es una expresión más del nivel de corrupción, de hedor, descomposición y de lumpenización que se vive en las filas del ejército nacional। A lo anterior se suman eventos anteriores como fugas y denuncias por violaciones (accesos carnales violentos y falsos positivos, entre otros), que van construyendo una imagen negativa de dicha fuerza। Lo cierto es que el nivel de putrefacción y la pérdida del norte institucional de una fuerza tan importante como es el ejército nacional, deben llamar no sólo la atención de los altos mandos militares y del propio ministro de Defensa y del alto gobierno de Santos, sino de actores de la sociedad civil। Es preocupante el nivel de inmoralidad que se nota dentro de las filas de la institución militar. El asunto camina de la mano de lo que sucede en otras esferas societales, que indica que los partidos políticos, las prácticas políticas, cierta élite empresarial y política y la sociedad colombiana en su conjunto, afrontan problemas graves en materia de principios éticos y valores morales. Ello va configurando un complejo panorama social y cultural que cuestiona de manera frontal y clara, procesos de socialización y a las instituciones que los agencian. La búsqueda del éxito económico, el poder llevar una vida de lujos y de derroche y escalar socialmente para obtener reconocimiento, son factores sociales y económicos que se han entronizado en las conciencias no sólo de los hombres en armas, sino de civiles que buscan a toda costa saciar ansias de consumo y de alcanzar poder, estatus y gozar de una vida privilegiada. Son, quizás, los efectos de un modelo económico que exacerba y hace exhibir lo más oscuro y primario de una condición humana cada vez más sujeta a los mensajes enviados por agentes de la industria cultural, encargados de alimentar el hedonismo, el individualismo y la insolidaridad, así como la consecución de vidas exitosas, sin que importe si las vías para conseguirlas sean legales o ilegales, legítimas o ilegítimas



। La publicidad y los anunciantes tienen aquí su grado de responsabilidad, especialmente aquellos mensajes que aluden a lo que es y debe ser una vida exitosa.

Un ejército y en general unas fuerzas armadas y de policía purulentas, son un síntoma muy peligroso, en especial cuando dentro de la formación militar y policial se alimenta el desprecio por la condición civil. Quizás sea la respuesta -y la evidencia- ante los graves indicios de un proceso de descomposición social que tiene su correlato en lo que sucede a diario en las calles de las principales ciudades del país. Y mientras los gobernantes, las élites económica y política, las universidades y los investigadores sociales caen en cuenta de lo que sucede no sólo dentro del ejército, sino en el resto de los espacios de la sociedad, la inercia de los acontecimientos nos va acostumbrando a la muerte, a la corrupción y al hedor que se desprende de una sociedad dominada por el perverso imaginario de éxito, basado éste a su vez, en la consecución de dinero a como dé lugar. Es hora de discutir una nueva ética y de revisar muy bien qué tipo de sociedad queremos. Y ello pasa por revisar el modelo económico imperante y lo que sucede al interior de la institución castrense.

Nota: este artículo fue publicado en el espacio Aula y Asfalto, de la Facultad de Periodismo de la Universidad Central de Bogotá, edición 224, 08/04/2011,http://www.aulayasfalto.e-pol.com.ar/

5 comentarios:

The Demolisher dijo...

Focalizas el problema central de la construcción del un estado nacional, de una patria. Qué tipo de sociedad queremos habitar? Hacia donde vamos? Tú los dicho Germán huele feo. El olor que despide es putrefacto, es el producto de la insanidad moral, de la avaricia, de las ansias de dominación y de prestigio. Nos falta como sociedad y como individuos la noción de lo justo. En Colombia habita la barbarie y las elites sociales no se dan por enteradas y la fragilizada "sociedad civil" se encuentra maniatada, silenciada por el terror aquiesciente en que vive. Creo que de todas las acomodaciones posibles como pueblo escogimos la peor: hacer de cuenta que todo está bien, silenciar la conciencia frente a los procesos deshumanizantes. Los dados ya fueron lanzados. Y alguién tiene que ser cronista de la época en que vive. Buena suerte amigo.

Anónimo dijo...

Germán, estás bastante desinformado de lo que son hoy por hoy las FFAA de Colombia y su imperativo de salvaguardar las instituciones democráticas y a todos y cada uno de los colombianos.



Lo que señalas no es generalizado aunque si se ha probado jurídicamente -por supuesto- en un porcentaje reducido de algunos de sus miembros, es imposible evitarlo y sería estúpido negarlo.



Juzgo positivo para tus escritos ampliar un tanto más las fuentes referenciales, la verdad no descansa solamente en las instalaciones y el equipo periodístico de la Revista Semana o Noticias Uno, propiedad de las élites embriagadas de dinero y de poder que referencias en el artículo, ¿o crees que López y Coronel no responder a sus propios intereses y a los de sus asociados?, de candido si no funjas que no te queda nada bien.



Saludo ácrata.





D.G. Mario Caicedo

Anónimo dijo...

Hola Germán,


Que buen articulo el que escribiste hoy, ya que nos invita, a los uribistas y demás, a la reflexión y cuestionamiento de ciertas prácticas que creíamos eran aisladas u ocasionales. Para serte sincero nunca he estado tan de acuerdo con la idea de darle tantos privilegios a los militares ya que eso suele ser un arma de doble filo! Bueno no te molesto mas.


Un abrazo y saludes a los muchachos!


Efraim

Anónimo dijo...

Hola Germán, recibe un muy cordial y caluroso saludo. Espero que las cosas contigo y tu familia vayan muy bien.



Además de saludarte quería agradecerte por seguirme enviando tus escritos y por la atención que he recibido en el proceso de publicación del cuaderno de investigación.



El proceso de descomposición que mencionas en el presente artículo, es algo que viene de mucho atrás y que se retroalimentó tremendamente durante los periodos de Uribe. Dios quiera lleguemos pronto a un cambio de valores como mencionas, creo que la unión de un gran grupo de personas e instituciones podría comenzar este proceso. Pero será que nuestros grandes lideres políticos, empresariales y culturales están ya dispuestos a comenzar?



Cuidate. Abrazos,



Jaime

Anónimo dijo...

Hola Uribito:



¡Buen día!



Es sumamente, en grado superlativo, la gravedad del caso. Es una muestra más del estado de postración moral y ética en que se encuentra la nación.



Al margen de lo atroz, por el contenido mismo del problema, lo más lamentable es que los delincuentes ya han perdido el temor a la ley y al castigo. ¿Qué pasará, entonces?



Es urgente una gran movilización popular para rechazar esta situación y para reclamar de las autoridades públicas más compromiso moral con el futuro de Colombia.



Luis F-.