YO DIGO SÍ A LA PAZ

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martes, 12 de julio de 2011

LAS FARC: ORATES ARMADOS

Por Germán Ayala Osorio


Con los últimos hechos pre políticos planeados, cometidos y perpetrados por las FARC, en los que atacaron un colegio en Santander de Quilichao, activaron carros bombas y afectaron viviendas de civiles en otros municipios, se evidencia, con preocupación, que en dicha agrupación armada militan verdaderos orates armados, que resultan ser más peligrosos que los propios guerreros, de los que se espera una mínima conciencia de lo que es la lucha armada.

En confrontaciones tan largas como esta que soportamos los colombianos desde 1964, hay circunstancias, factores y actores que van haciendo que el conflicto mismo pierda sentido político no sólo para la sociedad civil, víctima directa o indirecta de la guerra interna, sino dentro de los propios combatientes, en especial en los farianos, que al ver lejano alcanzar el poder, ello les genera un sentimiento de frustración que rápidamente contamina principios revolucionarios, que amparados en realidades objetivas, justifican aún, para muchos, la permanencia en armas de la subversión.

El narcotráfico y su penetración en los intereses económicos y en las formas como se garantiza la presencia militar fariana, así como en las formas de actuar de sus militantes, resulta ser hoy un factor y un actor definitivo y determinante para la lumpenización de las Farc.

Existe información no confirmada por el estado mayor de las Farc, de que hay frentes dedicados de manera exclusiva a generar ganancias económicas para el comandante de frente o para aquellos milicianos que usan su capacidad militar en actividades como el pillaje, el secuestro extorsivo y el sicariato, claramente alejadas de sus propósitos políticos.

Otro elemento que juega en ese proceso de desarticulación como ejército, como fuerza ilegal que se levanta contra el Estado, es la muerte de cuadros importantes, de líderes, en operativos de la fuerza pública. Cuando las cabezas visibles y representativas de organizaciones al margen de la ley mueren en combate, son capturadas o resultan traicionadas por sus propios miembros, ante la infiltración oficial, las fuerzas milicianas tienden a dispersase, a perder cohesión, lo que hace que se pierda la línea de mando y coherencia en lo que toca a los objetivos políticos trazados por los líderes de la agrupación armada.

Hay evidencias de que las Farc se están desarticulando y diseminando en bandas criminales, sostenidas en los intereses particulares de los milicianos. Intentan, eso sí, conservar el espíritu revolucionario, pero el alto nivel de descomposición, ideológica, moral y social, poco a poco va convirtiendo a los milicianos en orates armados, incapaces de pensar en actos políticos que reivindiquen su lucha y menos aún, son capaces de medir las consecuencias de actos pre políticos como los perpetrados el fin de semana pasado.

Por ello resulta clave que el gobierno de Santos, que está tras la cabeza de ‘Alfonso cano’, entienda que con la captura o muerte de los cabecillas de las Farc se anota un triunfo militar y político importante, pero escala unas circunstancias de orden público peores, en la medida en que la fragmentación de ese ejército irregular, en pequeñas unidades criminales, no permite la superación del conflicto armado y de las circunstancias objetivas e históricas que lo generaron.

La desbandada de milicianos farianos terminará por hacer casi imposible la vida en pueblos pequeños y en ciudades en donde dichas bandas encuentran nichos para operar, pues no sólo hay vacíos de autoridad y legitimidad, sino que hay negocios y actividades ilegales lucrativas como el narcotráfico, el atraco, el secuestro extorsivo, el sicariato y el fleteo, entre otras actividades.

Lo peor que puede pasar con la captura o muerte de ‘Alfonso Cano’ y una consecuente implosión de las Farc, es la pérdida del sentido político por parte del Estado, que terminará dándole un carácter policial a esas nuevas estructuras que ya germinan dentro de las desarticuladas Farc. Y cuando ello suceda, los colombianos estaremos verdaderamente inseguros tanto en ciudades como en pueblos y veredas.




Nota: esta columna fue reproducida en el portal www.hechoencali.com, a partir del 13 de julio de 2011.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De acuerdo totalmente.

Más vale saber que anda un águila arrinconada, que miles de siriríes venenosos sueltos.

Contando con las disculpas de tan honorables animalitos.

Ah! Este conflicto sí es una joda muy deprimente… pero no viene sólo del 64, pues ese fue el inicio de otra fase.

Mi abuelo fue soldado adolescente de la guerra de los mil días, la que pensaron que había acabado con el asesinato de Uribe Uribe. Pero no…Mierda!