Por Germán Ayala Osorio,
comunicador social y politólogo
En
la guerra y en el deporte hay la búsqueda de un 'superhombre', al tiempo que se
oculta la perversidad de la condición humana.
La
violencia sexual, en el contexto del conflicto armado interno, es el correlato
de una sociedad machista.
La negociación política del
conflicto armado interno que se adelanta en La Habana entre el Gobierno y las
Farc, genera desde ya un ambiente distinto en el país, a pesar de que se
mantiene y por momentos se exacerba la polarización política en torno a la
búsqueda de ese anhelo de paz y reconciliación. Eso sí, que el país respire un
ambiente distinto en torno a lo que logren acordar las Delegaciones de Paz de
Farc y del Gobierno de Santos, no significa que las transformaciones de un
deseado e imaginado escenario de posconflicto llegarán de la noche a la mañana.
O para los más optimistas, que ya estamos viviendo y disfrutando de dichos cambios contextuales.
No. Por el contrario, son muchas las prácticas y discursos que se deben modificar para
avanzar hacia la consolidación de una paz
estable y duradera.
No me voy a referir a las
urgentes transformaciones que el Estado debe agenciar hacia adentro y hacia
afuera, en sus complejas relaciones con la sociedad y el mercado. O a las
positivas mutaciones que se deben dar al interior de las Fuerzas Armadas y en
actores de la sociedad civil involucrados de manera directa e indirecta en el
devenir del conflicto armado, en particular, en el financiamiento de las
estructuras paramilitares. No. Una vez más haré referencia al papel que los
medios masivos de comunicación deberían de jugar, si de verdad quieren coadyuvar
a transformar la sociedad, el Estado y el mercado.
Insisto en que los periodistas y
los medios en tanto agentes de socialización, deben modificar sustancialmente
sus criterios de noticiabilidad. Vislumbro dos caminos para que ello suceda: el
primero, que cambien sus lógicas de producción de noticias y sus políticas
editoriales, fruto de una discusión que los haga caer en la cuenta de que esos
criterios de noticia solo han servido para estigmatizar a ciertos sectores
poblacionales y para ocultar realidades sociales, políticas y económicas de un
orden político con rasgos históricos de ilegitimidad. Y el segundo, que al
darse un fuerte y sostenido cambio cultural en la sociedad del posacuerdo, esos
mismos medios y periodistas se verán obligados a modificar el discurso
periodístico-noticioso, por la presión que puedan ejercer esas renovadas
audiencias que ojalá demandaran tratamientos periodísticos responsables social
y políticamente y fundados en una ética a prueba de intereses corporativos.
Existe un asunto clave para
lograr alterar las formas en las que históricamente viene operando el
periodismo en Colombia y las maneras en las que la sociedad consume la
información y el entretenimiento que proveen los canales privados RCN y Caracol.
Ese asunto tiene que ver con la insistencia de los periodistas en convertir en
Héroes a deportistas y militares (hombres).
Cuando el periodismo colombiano
echa a andar procesos de heroización[1] de
deportistas (en particular, ciclistas y futbolistas hombres) y de combatientes
(legales e ilegales, en particular paramilitares), termina consolidando y
legitimando prácticas machistas y representaciones sociales en torno a una idea
de Macho que tiene dinámicas conexiones con las acciones violentas de
combatientes, legales e ilegales, cometidas y perpetradas en el contexto de un
degradado conflicto armado interno. Baste con recordar los episodios de
violencia sexual contra mujeres, cometidos por todos los actores armados, para
darnos cuenta de la enorme inconveniencia de convertir en Héroes[2] a
quienes claramente no serían dignos de llamarse así.
Una sociedad conservadora como la
colombiana, que de tiempo atrás consume un discurso periodístico-noticioso en
clave de heroización, ha sobrevalorado el sentido de lo masculino, al tiempo
que insiste en posicionar un mundo que al devenir masculinizado, consolida
procesos de subvaloración de lo femenino y de todo lo que no sea digno de
informar y de representar bajo la idea de Héroes Masculinos que nos llenan de gloria, amor de Patria y orgullo.
Así entonces, los medios de
comunicación y los periodistas deberían de pensar muy bien cada que insisten en
llamar Héroes a futbolistas y ciclistas hombres y a los miembros de las Fuerzas
Armadas, por cuanto dichos procesos de heroización continúan fundados en viejos
y anacrónicos esquemas mentales que señalan que lo femenino es sinónimo de debilidad
y que la condición de civil, para el caso de los militares, equivale a ser
flojo, indigno o incapaz.
Un país que ha sufrido un largo y
degradado conflicto armado y soportado además la divulgación y entronización de
los discursos auto contemplativos de Militares, Paramilitares y Guerrilleros,
debería de darse la oportunidad de proscribir, así sea por un tiempo, el
vocablo Héroes. Debería de bastar con saber y reconocer que los actores armados
se auto proclaman como Héroes y dejar que sean ellos los que se auto proclamen
como tal, y estar prestos, los periodistas y la sociedad, a develar sus errores
y crímenes para “desmitificar” a esa figura. Recordemos algunas consignas para
exaltar las acciones militares de unos y otros: Héroes de la Patria[3],
Héroes de Granada[4], para el caso de los
paramilitares y los Héroes del Bloque Martín Caballero de las Farc[5].
En esa línea, todo ciudadano que
haga parte de las audiencias que consumen la oferta cultural (informativa y de
entretenimiento) de los canales privados RCN y Caracol, debería de examinar muy
bien los procesos de heroización que activan los periodistas deportivos y
judiciales, cuando suelen cubrir hechos deportivos y/o acciones militares.
Y no se trata de pasarnos al otro
lado, para convertir en Héroes a campesinos que sufren la política económica del Gobierno, o
miembros de Cuerpos de Bomberos que salvan la vida de un canino o de ciudadanos
del común que con arrojo defienden la vida de otros. No. Bastaría con que todos
compartiéramos los mismos principios de solidaridad, consideración y respeto
por el Otro, para construir una mejor sociedad sin que medie la participación
de Héroes que con el tiempo, poco a poco se van desvaneciendo porque pueden
estar hechos de arena o de fango[6]. O
porque simplemente, son seres humanos que de manera caprichosa un periodista lo elevó al estatus de Héroe.
Nota: artículo publicado en el Semanario Caja de Herramientas, edición 498 de junio de 2016: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0498/articulo06.html
Imagen tomada de Ejército.mil.co
[1] La
heroización de mujeres deportistas no se equipara con la de hombres que
compiten en iguales disciplinas como ciclismo, atletismo y fútbol, entre otros.
[2] La
categoría Héroes deviene universal en tanto que ella arropa a todos aquellos
miembros señalados y calificados como tales. De allí que su uso cotidiano y
desprevenido termina por ocultar los errores y los crímenes cometidos por
miembros de esos grupos de combatientes o de deportistas calificados como
Héroes.
[3]
Recuérdese la frase de una efectiva campaña, en Colombia los Héroes si existen.
2 comentarios:
Excelente
Excelente exposición y a propósito de ello, mi comentario a continuación, aunque de sobre sé que muchos e incluso muchas me rotularán de loca o en el mejor de los casos antifutbolera: en el marco del campeonato Copa América Centenario lo unico que los medios de comunicación transmiten con gran intensidad es lo que ocurre en las canchas fútbol donde los "héroes piernudos" juegan; pero lejos están de intentar siquiera de sensibilizar a los colombianos, de manera real y objetiva, sobre las causas e implicaciones de los bloqueos de las carreteras del Cauca y las marchas de los payaneses pidiendo a gritos que cesen esos bloqueos..."El pueblo contra el pueblo" pero ¿SOLIDARIDAD? ninguna y con nadie.
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