YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 19 de enero de 2015

EL LUGAR DEL MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Progresivamente la institucionalidad ambiental, asociada a la presencia, funcionamiento e injerencia del Ministerio del Medio Ambiente en materia de desarrollo,  se viene desmontando con todo y lo que ello significa para un país rico en biodiversidad como Colombia, en el contexto de un modelo extractivo que se viene consolidando sin mayores controles por parte del actual Gobierno. Dicho desmonte se hizo más fuerte en los dos periodos de Uribe Vélez y se viene profundizando en la presidencia de Juan Manuel Santos Calderón.

En el vasto territorio nacional la minería, legal e ilegal, es ya un factor generador de conflictos socio ambientales que muy probablemente, y ante los vacíos de poder que dejaría la desmovilización de las guerrillas de las Farc y el Eln, terminarán en disputas territoriales con claros efectos en materia de orden público. Es decir, la paz que se firme en La Habana con las Farc y la que se logre pactar con los elenos[1], será relativa ante la “aparición” de nuevos actores armados interesados en el control del negocio de la minería, legal e ilegal.

A lo anterior se suma la apuesta política del Gobierno de Santos de financiar escenarios de posconflicto con recursos de la minería. Este anuncio coincide con la debilidad institucional del Ministerio del Medio Ambiente y el fortalecimiento del Ministerio de Minas y Energías. A través de varios decretos, el Gobierno de Santos viene dejando sin funciones y competencias al actual Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. Es más, la elección del ministro Gabriel Vallejo, se entendió, por su perfil profesional, como una forma de disminuir la efectiva presencia de dicha cartera ministerial  en la toma de decisiones desde el alto Gobierno, en especial, por la mínima discusión conceptual, científica y técnica que podría brindar el ministro Vallejo.

Los decretos  0934 del 9 de mayo 2013 y el 2691 del 23 de diciembre de 2014 resultan determinantes en esa apuesta política de Santos de limitar las acciones e incluso, reducir la presencia decisoria de la cartera de Medio Ambiente.

Hay que decir que dichos decretos tienen la clara intención de facilitar la consolidación de la minería como una actividad prioritaria para el actual Gobierno, lo que implica restringir o controlar el poder político local y regional, y poner freno a la injerencia del Ministerio del Medio Ambiente.

Veamos el articulado del decreto 0934/13: “Artículo 1 la decisión de establecer zonas excluidas y restringidas de minería compete exclusivamente, y dentro de los límites fijados en los artículos 34 y 35 de la Ley 685 de 2001, a las autoridades mineras y ambiental[2], quienes actuarán con base en estudios técnicos, económicos, sociales y ambientales y dando aplicación al principio del desarrollo sostenible… Artículo 2. Dado el carácter de utilidad pública e interés social de la minería, a través del Ordenamiento Territorial no es posible hacer directa ni indirectamente el Ordenamiento Minero, razón por la cual los planes de ordenamiento territorial, planes básicos de ordenamiento territorial o esquemas de ordenamiento territorial de los municipios y distritos, no podrán incluir disposiciones que impliquen un ordenamiento de la actividad minera en el ámbito de su jurisdicción, salvo previa aprobación de las autoridades nacionales. En el Parágrafo 1, se lee que: “En desarrollo de la anterior prohibición, los Concejos Municipales y las Asambleas Departamentales no podrán establecer zonas del territorio que queden permanentemente o transitoriamente excluidas de la minería mediante acuerdos municipales u ordenanzas departamentales respectivamente, por exceder el ámbito de sus competencias… Artículo 3. Como efecto de lo dispuesto en los artículos anteriores, los certificados  de uso del suelo expedidos por las autoridades departamentales o municipales, que prohíban o señalen como incompatible el ejercicio de actividades mineras, no podrán ser reconocidos  como exclusiones o limitaciones, por parte de las autoridades para el trámite y obtención  de licencias, permisos, concesiones o autorizaciones de cualquier naturaleza que se requieran para el ejercicio de la actividad minera en el territorio de su jurisdicción”.

A finales del año 2014, y en plena época decembrina, cobró vida jurídica y política el decreto  2691 del 23 de diciembre de 2014. Se trata de un especial “regalo de Navidad” que el Gobierno Santos le “entregó” a las empresas y actores interesados en la consolidación del país como un país minero, con los riesgos ambientales y económicos[3] que ello trae.

Basta con leer el objeto de dicho decreto para entender el empobrecido lugar que el Gobierno de Santos le viene reconociendo y asignando al Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible: “El objeto de este decreto, es regular el procedimiento que deben seguir los municipios y distritos para acordar con el Ministerio de Minas y Energía medidas, de protección del ambiente sano y, en especial, de sus cuencas hídricas, el desarrollo económico, social cultural de sus comunidades y la salubridad de la población, frente a las posibles afectaciones que pueden derivarse de la actividad minera”.

Si los Concejos y los Distritos no elevan solicitudes protección de zonas en donde haya riesgos de contaminación y afectaciones socio ambientales por el desarrollo de actividades mineras, la Autoridad Minera Nacional tendrá en adelante todo la autoridad para la entrega de contratos de concesión. En el decreto se lee que “las áreas que no hayan sido objeto de requerimiento por parte  de los entes territoriales podrán ser otorgadas en concesión por parte  de la Autoridad Minera Nacional”.

Todo lo anterior discurre y transcurre en medio de un silencio generalizado de las Universidades y de la sociedad en general. Solo algunos profesores, investigadores y columnistas vienen exponiendo sus críticas y observaciones frente a los estragos que viene dejando la minería, legal e ilegal, a lo largo y ancho del territorio nacional. Es claro que los colombianos en su conjunto no alcanzan a dimensionar los riesgos socio ambientales y ecológicos que conlleva un desarrollo que, fincado en la extracción de minerales, no esté vigilado de cerca por las autoridades ambientales dispuestas para ello. Lo que viene sucediendo en el país con la biodiversidad, bien puede explicarse con la siguiente expresión: los ratones cuidando el queso.



[1] Hay acercamientos entre la dirigencia del ELN y el Gobierno de Santos, pero a la fecha no existe un proceso de paz. Por el contrario, el proceso de La Habana avanza hacia la firma del fin del conflicto.

[2] Si bien aquí se nombra a la autoridad ambiental, en la práctica es el Ministerio de Minas y Energía el ente que toma las decisiones en materia de exploración y explotación minera. En el Decreto 2691/2014 no se nombra al Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible.
[3] Por ejemplo, con  la re-primarización de la economía y el agotamiento de las riquezas.

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