Se busca inútil

“…Se puede constatar que el Estado colombiano está presente en la conciencia general como unidad espiritual y física. Pero sigue siendo un Estado débil, incapaz de imponer las leyes que ha promulgado y de disciplinar a los propios funcionarios y a los ciudadanos. Puede ser que sea capaz de establecer cierto orden público, pero su poder no alcanza para garantizar la seguridad pública, el principal bien para cualquiera, según Hobbes.”[1]


Por
Germán Ayala Osorio

El Presidente Uribe pasó de la indecisión de continuar en el cargo, a irrespetar al electorado colombiano, incluyendo a sus furibundos seguidores a quienes no sólo les dice qué hacer y llegado el caso, les dirá por quién votar, sino que ahora les señala que necesita de un inútil que se le apunte a recibirle el cargo en el 2010. Sí, un inútil, una marioneta, un ladino funcionario que él pueda manejar a su antojo hasta el 2014 cuando él, nuevamente, decida asumir la Presidencia.

Es -y será- como entregarle una buseta a otro chofer, que deberá aceptar y soportar que Uribe vaya siempre sentado al lado, vigilando que cumpla con el recorrido, con la ruta que previamente se le ha establecido. Pasados los cuatros años, Uribe recupera la buseta y la conduce de acuerdo con su propio itinerario.

El listado de posibles inútiles es grande, pues incluye ministros, ex ministros, ex senadores, ex cancilleres…, en fin, todo un abanico de posibilidades. El perfil definido por Uribe no les molesta a los presidenciables de la lista, pues ni Vargas, Santos, Noemí, Arias y Holguín, entre otros, se dan por aludidos. Llegado el caso, no les importaría servir a la patria haciendo las veces de marionetas. Todo sea por sacar adelante el país.

Qué prepotencia la de Uribe, qué forma de despreciar la democracia, la política y los partidos(bueno, lo que queda de éstos). Se burla del país, con la anuencia de los medios masivos y de la sociedad civil. Nadie se trave a confrontarlo, ni obispos de la Iglesia católica y menos aún, los dirigentes gremiales, áulicos del Presidente. Su carácter frente nacionalista es y será provocador y generador de futuros conflictos: el poder se transfiere sin necesidad de discusión pública, todo está dispuesto para que se elija a quien él diga, o en su defecto, si no hay quién se preste al juego, él se sacrificará por todos los colombianos.

El electorado no cuenta, pues al no haber ciudadanos conscientes de la responsabilidad que tienen al votar, Uribe sabe encantar y enredar parroquianos; quienes voten a favor de su continuidad- en las urnas o con el referendo- , sostendrán el desbalance que generó la Corte Constitucional en los pesos y contra pesos de la democracia colombiana; bienvenidos son los áulicos y uribistas incapaces de ver los nubarrones que se ciernen sobre las instituciones democráticas.

En dónde estaban la sociedad civil, la prensa, la Oposición y los ciudadanos conscientes de su papel en la democracia, será la pregunta que en pocos años nos haremos cuando veamos con nuestros propios ojos el error de haber permitido que Uribe se perpetuara en el poder. Claro, si acaso tendremos la oportunidad de vivir para poder planteranos el cuestionamiento.

Adenda

El afán de Uribe de vengar la muerte de su padre no le permite ver y entender que muchos de los problemas de Colombia, incluyendo la violencia, se dan por la ilegitimidad del Estado. Por ello jamás pasará la historia como un verdadero Estadista. La historia lo recordará como un ‘Patrón pacificador’.

[1] WALDMANN, Peter. Guerra civil, terrorismo y anomia social, el caso colombiano en un contexto globalizado. Bogotá: Norma, Vitral y Konrad Adenauer, 2007. p. 316.