YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 2 de diciembre de 2013

MUJERES Y POLÍTICA EN COLOMBIA

Por Elizabeth Gómez Etayo y Germán Ayala Osorio

Se puede considerar como un aprendizaje histórico, que los mecanismos de reelección para la presidencia de la República, no sólo en Colombia, sino en otras naciones, efectivamente producen la reelección del presidente-candidato. Y sería absurdo que no fuera así, pues el ejercicio presidencial se convierte, a la vez, en la mejor campaña política. Así pues, apostar por la reelección de Juan Manuel Santos a la presidencia de Colombia no es un juego de azar. Y en este caso en particular, dada la coyuntura histórica que se edifica en torno al proceso de paz de La Habana, puede decirse que es el mejor de los escenarios para el pueblo colombiano. 

No tendría sentido desgastarse en otras campañas presidenciales, que no pasarían de ser simbólicos ejercicios de competencia por alcanzar el cargo más importante del país. Y esto, especialmente, para la izquierda democrática que debería encaminar sus esfuerzos para llegar con fuerza al Congreso, corporación que hace parte de los objetivos político-electorales del Uribe Centro Democrático.

¿Cuáles son, entonces, los otros escenarios políticos disputables? ¡El Congreso! Y eso sí que lo saben los partidos políticos emergentes, que cada vez más se diluyen como colectivos y fuerzas políticas, para convertirse en microempresas electorales en donde sobresalen las  componendas y los intereses mezquinos de unos cuantos. Justo ahí, es donde debería fortalecerse la izquierda, la social democracia, la oposición, los alternativos, los ambientalistas y las mujeres. 

En otras columnas hemos hecho mención de la importancia y la necesidad de nuevos discursos, de otros liderazgos y de nuevas personalidades, femeninas de preferencia, para que oxigenen el panorama político que el patriarcado ha nutrido por décadas y siglos. Un nuevo modelo político, económico y social es necesario y apostamos porque las mujeres sean las pioneras de tal proceso.

Es alentador pensar que el actual escenario político y la próxima coyuntura electoral son una excelente oportunidad para que líderes políticas femeninas emerjan para reorientar las formas como se han expresado y se han entendido históricamente la política y lo político. Ese liderazgo político femenino que necesita Colombia debe fundarse sobre la urgente necesidad de desmontar los discursos y las prácticas políticas de los (v) ‘barones’ de la política, que expresan la tóxica y premoderna masculinidad con la que se ha puesto límites infranqueables a la mujer para que participe activamente de la vida política del país, haciendo creer que la política, como ejercicio, es un asunto exclusivo de los hombres.

Ese liderazgo femenino debe servir para moderar los discursos y las actitudes  belicosas, éticamente acomodaticias y profundamente machistas de aquellos políticos que han llegado al Congreso para entronizar una cultura machista y patriarcal, sostenida, por un lado, en la apatía de las mujeres frente a su relativa presencia y participación en la discusión de asuntos públicos; y por el otro, en las lógicas de unas equivocadas formas sobre cómo la nación ha construido las representaciones sociales alrededor de lo que debe ser un hombre público (político).  
Apelamos a un modelo de desarrollo equitativo, que reconozca la masiva participación de las mujeres en la política. Estudiantes, obreras, empleadas domésticas, amas de casa, líderes sociales, figuras políticas, deportistas, profesionales, meretrices, modelos, escritoras, poetas, librepensadoras, periodistas, técnicas y tecnólogas, entre otras, deben comprender que las circunstancias en las que hoy devienen el Estado y la Nación, surgen de un esquivado liderazgo masculino que no respeta la vida.

Eso sí, demandamos una mayor presencia de las mujeres en la vida política del país, sobre la base de que su liderazgo y sus nuevas perspectivas de lo público estén fundadas en el profundo convencimiento de que Colombia necesita cambiar culturalmente. Cambio cultural que inicia con el afianzamiento de relaciones simétricas y respetuosas entre hombres y mujeres, tanto en la vida pública como en la vida privada. No son tiempos estos para continuar aceptando, sin mayor discusión, los designios de la tradición de una cultura patriarcal fundados en la violencia, simbólica y física, contra las mujeres y en el sometimiento de aquellas a los roles tradicionales sobre los cuales se ha buscado alejarlas de la vida política del país.


Qué tal si Aída Abella, Clara López, Piedad Córdoba(1), Ángela Robledo, Gloria Cuartas y Mónica Roa, entre otras mujeres de sus talantes, lideraran una gran campaña política al Congreso con miras a que sobre sus ideas, programas, propuestas, voces, estilos de trabajo y visiones de mundo, se sostengan y sea posible una verdadera integración política de las fuerzas social demócratas que superen las viejas rencillas partidistas y se construya verdadera Oposición en Colombia, liderada por mujeres. Creemos que es un escenario político viable y necesario para Colombia.


(1). A pesar de estar inhabilitada por cuenta del Procurador, Alejandro Ordóñez Maldonado, ella es una líder política que puede apoyar a otras mujeres que no sólo apoyen la consecución de la paz, sino lideren procesos de cambio cultural. 

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