Por Germán Ayala Osorio, profesor Asociado y politólogo de la Universidad Autónoma de Occidente
La evidente derechización de medios como Caracol Noticias, Noticias RCN, CM&, El Tiempo y un buen número de medios regionales, entre otros, se traduce en la mejor oportunidad para que AFACOM[1], los programas de comunicación social, el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) y los Observatorios de Medios de varias universidades, denuncien no sólo la cooptación misma de las empresas mediáticas, sino que proclamen la crisis del periodismo colombiano.
Al declarar el estado de emergencia periodística dichos actores académicos tienen la justificación perfecta para dar vida a lo que Ignacio Ramonet llamó en su momento el Quinto poder, esto es, la creación de un organismo que vigile el actuar de las empresas mediáticas cuya acción informativa está contaminada, en palabras de Ramonet; se justifica la creación de ese inmenso Observatorio de Medios porque el poder de penetración de dichas empresas está siendo usado para ocultar las atrocidades, las mentiras y la ilegitimidad del gobierno de Uribe Vélez, y por esa vía, para generar forzosos consensos en torno a una forma de entender los problemas colombianos. Es claro que al actuar irresponsable, macartizante y provocador del Estado colombiano se sumó un actor peligroso y poderoso: los medios masivos de información.
Con la declaración del estado de emergencia periodística se pueden convocar comités académicos de reflexión con los cuales se modifiquen sustancialmente los contenidos de las asignaturas, dándole un giro a los perfiles profesionales que muchas facultades de comunicación ofrecen, en los que sobresalen la enseñanza de la técnica y la lógica informativas, las mismas con la que aquellos medios hincados, informan a más de 30 millones de colombianos. De igual manera se necesita que la relación medios y política se discuta en colegios privados y estatales.
Revisar a fondo los perfiles profesionales con los cuales los Programas de periodismo vienen formando a sus estudiantes se convierte en un imperativo ético-político, por cuanto el ejercicio del periodismo estará sujeto ya no sólo a las políticas editoriales propias del medio e incluso, a los caprichos de editores y jefes de redacción, sino a la presión que se ejerce desde la Casa de Nariño.
La decisión de la prensa de hincarse ante el poder amedrentador[2] del Presidente Uribe debe servir, también, para que de una vez por todas las audiencias se organicen para responder ante la cooptación del periodismo colombiano. Y no se trata de organizarse para decir no a la información apagando los televisores; por el contrario, lo que hay que hacer ahora es ver, oír y leer, con mejores criterios, los noticieros, los programas radiales[3] y la prensa. Hay aquí una necesidad grande: crear una cátedra para colegios, empresas y universidades, en la que se ofrezcan elementos para que las audiencias comprendan de una mejor manera la información que reciben de los medios masivos. Esta iniciativa debe estar soportada en el trabajo comprometido de organizaciones y organismos académicos.
Ejercer un periodismo en esas condiciones debe explicarse y discutirse de manera clara en las aulas de clase. Será inaceptable que la cooptación mediática en Colombia no se discuta al interior de colegios y universidades. Para el caso de los programas de periodismo, debe generarse, entonces, un diálogo abierto entre docentes y estudiantes que permita superar la formación técnica, logrando en el mediano plazo egresados críticos y capaces de discernir sobre asuntos públicos de especial cuidado.
La enseñanza del periodismo a partir de la técnica informativa y la lógica de las fuentes oficiales construye en los efebos periodistas un carácter mendicante y débil, dado que dichas fuentes se presentan como el único recurso para poder informar.
Es necesario trabajar la enseñanza del periodismo desde la investigación y desde la interdisciplinariedad. Hay que profundizar en la historia económica y política del país, revisando la siempre acomodada historia oficial. Nuestros egresados deben conocer temas y asuntos propios de la hacienda pública, del modelo económico imperante, y por supuesto, el papel que hoy cumple el Estado y su relación con el Mercado. Es necesario y urgente profundizar en la formación humanística de los comunicadores.
En esta coyuntura no es posible continuar formando periodistas avezados exclusivamente en el manejo de cámaras, equipos y programas del mundo digital, usados en su conjunto para informar.
Hay que trabajar en la formación de ciudadanos ética y políticamente responsables frente a la sociedad, en camino de convertirse en analistas, en líderes de opinión que contextualicen, confronten y contrasten las versiones de un hecho noticiable.
Hay que insistir en la generación de empresas y espacios mediáticos capaces de ofrecer servicios informativos por fuera de las lógicas industriales de los medios masivos: las audiencias no pueden seguir siendo consideradas como borregos. Ya es evidente el despertar de consumidores que ven con claridad lo que está pasando con el periodismo colombiano en las actuales circunstancias y desde el 2002.
Cuando un medio se desacredita ante la opinión pública lo hace con todo y periodistas; y esto afectará, en el mediano plazo, a las universidades y a los programas académicos que los graduaron.
[1] Asociación Colombiana de Facultades de Comunicación.
Al declarar el estado de emergencia periodística dichos actores académicos tienen la justificación perfecta para dar vida a lo que Ignacio Ramonet llamó en su momento el Quinto poder, esto es, la creación de un organismo que vigile el actuar de las empresas mediáticas cuya acción informativa está contaminada, en palabras de Ramonet; se justifica la creación de ese inmenso Observatorio de Medios porque el poder de penetración de dichas empresas está siendo usado para ocultar las atrocidades, las mentiras y la ilegitimidad del gobierno de Uribe Vélez, y por esa vía, para generar forzosos consensos en torno a una forma de entender los problemas colombianos. Es claro que al actuar irresponsable, macartizante y provocador del Estado colombiano se sumó un actor peligroso y poderoso: los medios masivos de información.
Con la declaración del estado de emergencia periodística se pueden convocar comités académicos de reflexión con los cuales se modifiquen sustancialmente los contenidos de las asignaturas, dándole un giro a los perfiles profesionales que muchas facultades de comunicación ofrecen, en los que sobresalen la enseñanza de la técnica y la lógica informativas, las mismas con la que aquellos medios hincados, informan a más de 30 millones de colombianos. De igual manera se necesita que la relación medios y política se discuta en colegios privados y estatales.
Revisar a fondo los perfiles profesionales con los cuales los Programas de periodismo vienen formando a sus estudiantes se convierte en un imperativo ético-político, por cuanto el ejercicio del periodismo estará sujeto ya no sólo a las políticas editoriales propias del medio e incluso, a los caprichos de editores y jefes de redacción, sino a la presión que se ejerce desde la Casa de Nariño.
La decisión de la prensa de hincarse ante el poder amedrentador[2] del Presidente Uribe debe servir, también, para que de una vez por todas las audiencias se organicen para responder ante la cooptación del periodismo colombiano. Y no se trata de organizarse para decir no a la información apagando los televisores; por el contrario, lo que hay que hacer ahora es ver, oír y leer, con mejores criterios, los noticieros, los programas radiales[3] y la prensa. Hay aquí una necesidad grande: crear una cátedra para colegios, empresas y universidades, en la que se ofrezcan elementos para que las audiencias comprendan de una mejor manera la información que reciben de los medios masivos. Esta iniciativa debe estar soportada en el trabajo comprometido de organizaciones y organismos académicos.
Ejercer un periodismo en esas condiciones debe explicarse y discutirse de manera clara en las aulas de clase. Será inaceptable que la cooptación mediática en Colombia no se discuta al interior de colegios y universidades. Para el caso de los programas de periodismo, debe generarse, entonces, un diálogo abierto entre docentes y estudiantes que permita superar la formación técnica, logrando en el mediano plazo egresados críticos y capaces de discernir sobre asuntos públicos de especial cuidado.
La enseñanza del periodismo a partir de la técnica informativa y la lógica de las fuentes oficiales construye en los efebos periodistas un carácter mendicante y débil, dado que dichas fuentes se presentan como el único recurso para poder informar.
Es necesario trabajar la enseñanza del periodismo desde la investigación y desde la interdisciplinariedad. Hay que profundizar en la historia económica y política del país, revisando la siempre acomodada historia oficial. Nuestros egresados deben conocer temas y asuntos propios de la hacienda pública, del modelo económico imperante, y por supuesto, el papel que hoy cumple el Estado y su relación con el Mercado. Es necesario y urgente profundizar en la formación humanística de los comunicadores.
En esta coyuntura no es posible continuar formando periodistas avezados exclusivamente en el manejo de cámaras, equipos y programas del mundo digital, usados en su conjunto para informar.
Hay que trabajar en la formación de ciudadanos ética y políticamente responsables frente a la sociedad, en camino de convertirse en analistas, en líderes de opinión que contextualicen, confronten y contrasten las versiones de un hecho noticiable.
Hay que insistir en la generación de empresas y espacios mediáticos capaces de ofrecer servicios informativos por fuera de las lógicas industriales de los medios masivos: las audiencias no pueden seguir siendo consideradas como borregos. Ya es evidente el despertar de consumidores que ven con claridad lo que está pasando con el periodismo colombiano en las actuales circunstancias y desde el 2002.
Cuando un medio se desacredita ante la opinión pública lo hace con todo y periodistas; y esto afectará, en el mediano plazo, a las universidades y a los programas académicos que los graduaron.
[1] Asociación Colombiana de Facultades de Comunicación.
[2] En una encuesta adelantada por el Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana de Bogotá y ante la pregunta ¿Alguna vez durante su ejercicio profesional se ha abstenido de publicar alguna información que consideraba importante para el público debido a presión del Gobierno?, los periodistas encuestados contestaron así: No, 67%; Sí, 33%. El universo: 200 periodistas distribuidos en 24 ciudades colombianas, de varias regiones, entre ellas Bogotá, Costa Atlántica, Oriente y Centro Oriente. Para mayor información consúltese http://sabanet.unisabana.edu.co/comunicacion/observatorio2006/investigacion.htm
[3] Entre los programas radiales gobiernistas se encuentran La FM y La W.
3 comentarios:
Me parece muy interesante… Creo que una de las estrategias más viables es ampliar la formación en los campos de apoyo como las ciencias sociales, humanas y la historia. Dado que las estructuras curriculares son tan restringidas (y que los programas se reducen cada vez más, vamos todos para 8 semestres de empaquetar información y trabajos de grado a un semestre que NI SIQUIERA cumplen con 16 semanas para la gestación de reflexiones de peso) la salida puede estar en los cursos electivos. Esta franja, que desde nuestra experiencia en Ciencias Sociales ha dado tanto resultado, debería darse como resultado de debates colectivos sobre las necesidades de la región y la nación, en nuestra realidad cambiante… así, dejamos de ver asignaturas que ya están hechas con formaletas de cemento y a las que sólo se les cambian las fechas de los exámenes y empezamos a diseñar módulos que se conviertan en conversatorios activos sobre la realidad y que brinden elementos teóricos que permitan potenciar las formaciones técnicas.
Saludos,
Teresita
PD. Considero que debería ser OBLIGATORIO para nuestros estudiantes de las diversas carreras de comunicación, la lectura crítica del texto de Bourdieu, Sobre la Televisión
Gracias profe. Alabo su intención de proponer reformas al currículo de los futuros periodistas.
Saludo
Blanca
hoy en día el periodismo, mas que un oficio lleno de informaciones, papeles, llamadas y teléfonos... se a convertido en todo un dilema moral.
Las noticias han sido consideradas como el exponente oficial de la verdad, si estas "verdades" son manipuladas, no se puede hacer mucho mas que criticar con gritos anónimos a través de discusiones y entradas en un blog. Que pena.
saludos tricky.
5 de noviembre de 2008 19:02
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