YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 21 de junio de 2010

EL SUEÑO DE UN ADOLESCENTE

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

En un reinado de belleza muchas candidatas explican su presencia en el certamen diciendo que es un sueño hecho realidad, pues siempre codiciaron, desde pequeñas, convertirse en reinas de belleza. El caso del recién electo presidente de Colombia guarda similitudes con las fantasías de muchas reinas de belleza, a juzgar por lo expresado en el editorial de EL TIEMPO, de hoy 21 de junio de 2010: “desde cuando era un adolescente, Juan Manuel Santos se fijó como meta llegar a la Presidencia de la República[1].

Es decir, a Juan Manuel Santos lo vienen preparando para gobernar a Colombia. Desde el cómo caminar, hasta el cómo sentarse, dar la mano, saludar o no de beso y cumplir con sus obligaciones y trabajar por Colombia, son instrucciones aprendidas en largas y extenuantes jornadas de glamour, cuyo propósito es claro: hacer diferencia con los demás, con la plebe, con el vulgo, en un proceso de distanciamiento del mestizaje natural que cobija al aventajado estudiante de las buenas costumbres, que deberá terminar en un efectivo blanqueamiento de sus reales orígenes étnicos.

Como delfín, Juan Manuel Santos representa los intereses de la rancia oligarquía bogotana. Formado en lejanas escuelas, Santos comprende los problemas de Colombia desde perspectivas y paradigmas unívocos, estrechos y rígidos que han logrado por años imponer un modelo de vida que no sólo desconoce otras formas de comprender la existencia, sino que está fundado en una manida idea de civilización y progreso.

Su origen de clase le impide de manera natural acercarse a quienes incapaces de emular sus finas costumbres, apenas si les merece el reconocimiento como personas, como ciudadanos dignos de respeto.

Esa es y será la mayor diferencia con Uribe, y sobre la cual apoyará el distanciamiento de su estilo de gobernar. Uribe representa la grosería, el conflicto, las malas costumbres, la falta de etiqueta, la falta de diplomacia. Se quejaba Mockus de la hipocresía política de Santos. Bueno, con esa gobernará a Colombia, sin abandonar el camino trazado por su ordinario mentor.

No más divisiones, parecía gritar anoche el recién electo Presidente de Colombia, quizás reconociendo que en ocho años hubo una efectiva y dañina polarización agenciada por Uribe y apoyada en su falta de tacto y finos modales. Santos sabrá cortejar a quienes decidan llegar a su reino a ofrendar sus vidas, a reconocerle su estirpe y su dinastía.

En el juego del poder, la política se convierte en una verdadera fogata donde se exponen al fuego las vanidades, la exclusividad, los abolengos, la prosapia y las finas costumbres de reyezuelos y reinuchas que buscan ser aclamadas por súbditos étnica, estética y académicamente inferiores.

Nada de lo expuesto en la pira se quema, por el contrario, se fortalece. Lo que sí se consume bajo el fuego y el calor de las brazas, son los anhelos y aspiraciones de millones de nacionales que buscan mejores oportunidades para lograr llevar una vida digna. Larga vida al Rey es la frase que espera oír Santos para que su sueño de efebo le dé mayor categoría a su casta.


[1] Tomado de EL TIEMPO.COM, ingreso a las 9.00 am.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Germán,
La "unidad nacional" es una estrategia de Santos para desmarcarse de Uribe dándole juego a Germán Vargas, al partido liberal y demás fuerzas no superiores en número al partido de la U. Así no queda en las garras del poder parlamentario de la U y va construyendo el camino para su reelección a punta de contratos