Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Hay varios hechos y casos a los que el electo presidente Santos debería prestarle especial atención si de verdad quiere tomar distancia de Uribe y demostrar que su administración no hace parte del proyecto neoconservador que aquél estructuró, siguiendo instrucciones de las elites económicas y políticas y de los organismos multilaterales de crédito.
En el largo listado atino a señalar varios asuntos: el primero, el diseño de una política ambiental seria para evitar desastres ambientales por cuenta de la explotación minera, especialmente en el caso de la multinacional Anglogold Ashanti y su proyecto minero en La Colosa (Cajamarca, Tolima). Es claro que durante las dos administraciones de Uribe, el medio ambiente fue un tema menor, insustancial. Tanto es así, que la licencia ambiental a la mencionada multinacional, se entregó en 2009.
Un segundo hecho tiene que ver con la política pública Agro Ingreso Seguro a la que Juan Camilo Restrepo, próximo ministro de Agricultura, dará continuidad, según aseguró a la prensa. Carece Colombia de una política agraria estructural y de programas de seguridad alimentaria y de desarrollo agrario integral, que incluyan la devolución de tierras a los desplazados, arrebatarle al narco paramilitarismo vastos territorios y una acción que no da espera: obligar a aquellos grandes latifundistas que insisten en no poner a producir la tierra, a pagar onerosos impuestos. Hay que desestimular la concentración de la tierra en pocas manos y ese es un primer paso, de la mano de una verdadera reforma agraria en Colombia, que entregue la tierra a los campesinos y a quienes de manera sostenible y responsable socialmente, se comprometan con el desarrollo rural.
Un tercer hecho tiene que ver con los pueblos indígenas. Su situación en Colombia es grave, como reciente y repetidamente lo ha expresado la ONU. Y es así, en la medida en que dichos pueblos soportan de tiempo atrás la persecución del Estado, de paramilitares, guerrilleros, empresarios nacionales y multinacionales, actores que buscan apoderarse de los recursos naturales que reposan en sus resguardos.
Y un cuarto hecho guarda relación con la grave problemática socioeconómica que Uribe no enfrentó y que por el contrario, ayudó a profundizar y que se expresa en el aumento del subempleo, de la informalidad. Atacar de manera decidida estas circunstancias, que expresan la elevada inequidad generada por el sistema económico y por la decisión política de Uribe de beneficiar a grandes empresarios y a banqueros, ayudaría a bajar la presión social que suscita apreciar los pobres indicadores en materia de calidad de vida de los colombianos.
En el fondo sé que poco o nada hará Santos para mejorar o cambiar las circunstancias que rodean a los mencionados asuntos, pues finalmente él seguirá instrucciones tal y como lo hizo su antecesor y mentor. Que estos asuntos se queden sin abordar y sin resolver confirmará que estamos ante un proyecto político y económico de largo aliento, que busca acabar y someter a la clase media, a las paupérrimas condiciones en las que sobreviven más 24 millones de colombianos.
Hay varios hechos y casos a los que el electo presidente Santos debería prestarle especial atención si de verdad quiere tomar distancia de Uribe y demostrar que su administración no hace parte del proyecto neoconservador que aquél estructuró, siguiendo instrucciones de las elites económicas y políticas y de los organismos multilaterales de crédito.
En el largo listado atino a señalar varios asuntos: el primero, el diseño de una política ambiental seria para evitar desastres ambientales por cuenta de la explotación minera, especialmente en el caso de la multinacional Anglogold Ashanti y su proyecto minero en La Colosa (Cajamarca, Tolima). Es claro que durante las dos administraciones de Uribe, el medio ambiente fue un tema menor, insustancial. Tanto es así, que la licencia ambiental a la mencionada multinacional, se entregó en 2009.
Un segundo hecho tiene que ver con la política pública Agro Ingreso Seguro a la que Juan Camilo Restrepo, próximo ministro de Agricultura, dará continuidad, según aseguró a la prensa. Carece Colombia de una política agraria estructural y de programas de seguridad alimentaria y de desarrollo agrario integral, que incluyan la devolución de tierras a los desplazados, arrebatarle al narco paramilitarismo vastos territorios y una acción que no da espera: obligar a aquellos grandes latifundistas que insisten en no poner a producir la tierra, a pagar onerosos impuestos. Hay que desestimular la concentración de la tierra en pocas manos y ese es un primer paso, de la mano de una verdadera reforma agraria en Colombia, que entregue la tierra a los campesinos y a quienes de manera sostenible y responsable socialmente, se comprometan con el desarrollo rural.
Un tercer hecho tiene que ver con los pueblos indígenas. Su situación en Colombia es grave, como reciente y repetidamente lo ha expresado la ONU. Y es así, en la medida en que dichos pueblos soportan de tiempo atrás la persecución del Estado, de paramilitares, guerrilleros, empresarios nacionales y multinacionales, actores que buscan apoderarse de los recursos naturales que reposan en sus resguardos.
Y un cuarto hecho guarda relación con la grave problemática socioeconómica que Uribe no enfrentó y que por el contrario, ayudó a profundizar y que se expresa en el aumento del subempleo, de la informalidad. Atacar de manera decidida estas circunstancias, que expresan la elevada inequidad generada por el sistema económico y por la decisión política de Uribe de beneficiar a grandes empresarios y a banqueros, ayudaría a bajar la presión social que suscita apreciar los pobres indicadores en materia de calidad de vida de los colombianos.
En el fondo sé que poco o nada hará Santos para mejorar o cambiar las circunstancias que rodean a los mencionados asuntos, pues finalmente él seguirá instrucciones tal y como lo hizo su antecesor y mentor. Que estos asuntos se queden sin abordar y sin resolver confirmará que estamos ante un proyecto político y económico de largo aliento, que busca acabar y someter a la clase media, a las paupérrimas condiciones en las que sobreviven más 24 millones de colombianos.
1 comentario:
Muy pertinente tu reflexión, creo que este próximo gobierno esta siendo observado por los 40 millones de Colombianos y ante todo por la comunidad internacional, son muchos los retos, lo que tu planteas, además el manejo del impacto ambiental que deja el proceso del carbón en Santa Marta, creo que no se ha medido, por otro lado será que este nuevo gobno políticamente le apostara a una nueva reforma agraria?, donde según Stiglitz premio Nóbel de economía, la reforma debe apostarle a grabar con impuestos las tierras improductivas, ociosas, gran tarea la de Juan Camilo Restrepo. Cual es el impacto de la informalidad representada en un subempleo del 60% en Colombia¡¡¡ en términos de impuestos, de contribución al déficit fiscal, calidad de vida, seguridad social…. Muy complejo
Un abrazo
Martha V.
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