Por
Germán Ayala Osorio, profesor Asociado y politólogo de la Universidad Autónoma de Occidente
No es extraño que la gran prensa nacional haya ocultado o en el mejor de los casos minimizado el contenido de la Declaración de Bruselas sobre las violaciones de los derechos humanos en Colombia, elaborada por el Tribunal Internacional de Opinión, reunido en septiembre en el Parlamento Europeo.
Por qué no fue noticia el contenido de dicha declaración es una pregunta que muy seguramente no se hacen profesores y estudiantes de las facultades de comunicación social y periodismo, ocupados más en la enseñanza y en el aprendizaje de la técnica informativa, que del análisis comprensivo de nuestro complejo contexto. Menos aún se espera que se la hagan los periodistas ‘profesionales’ pues, presionados por jefes de redacción y editores, apenas si alcanzan a cumplir con la entrega de las notas prefabricadas en los consejos de redacción en los cuales, no es extraño, que participen oficiales de inteligencia del ejército o del DAS. Y qué podemos decir del hecho de que RCN, por ejemplo, es un estratégico apéndice de un gremio económico, en manos del industrial Ardilla Lülle, que concentra la propiedad de ingenios azucareros interesados en mantener a los corteros de caña en las condiciones de explotación que de tiempo atrás favorecen al industrial. ¿Cuál libertad de prensa?; ¿cuál objetividad?
La conclusión a la que llegaron los miembros del Tribunal daría, de acuerdo con los criterios universales de noticia, para que las empresas mediáticas ‘abrieran’ emisión, o con un titular inmenso en la tapa o en la primera página. Incluso, se esperaría que mantuvieran el hecho noticiable-noticioso vigente durante varios días, tal y como lo hicieron de manera irresponsable, escabrosa y espectacular con el hecho que daba cuenta de la muerte del menor Luis Santiago. Igualmente, se esperaría que se abriera un debate público con las ramas del poder público, gremios económicos, ONG, y cuanta asociación u organización exista en Colombia. Pero no, guardaron silencio.
He aquí la preocupante conclusión: “En función de todas estas consideraciones y sobre la base, tanto de los resultados de los varios Tribunales, como de los testimonios directos, el Tribunal confirma las sentencias de las sesiones de los Tribunales Internacionales de Opinión precedentes y DECLARA: AL GOBIERNO DE COLOMBIA CULPABLE DE CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD. El Tribunal constató también que la situación, lejos de mejorarse tiende a empeorar y por eso llama a la conciencia de los pueblos europeos para que ellos y sus responsables políticos se abstengan de colaborar con el gobierno colombiano. Se espera al contrario que tomen iniciativas para parar las violaciones que se cometen en el país y apoyen la construcción de una sociedad democrática, sobre la base de negociaciones políticas y de instituciones renovadas.”
Qué hacer frente a los acomodaticios criterios de noticiabilidad de unos medios masivos convertidos en amanuenses, informantes, en voceros y voceadores de un Gobierno que irrespeta, desconoce y criminaliza las protestas legítimas de los indígenas en el Cauca, de los trabajadores de la rama judicial y de los corteros de caña. Qué peligroso escenario este que se viene construyendo paso a paso, nota a nota, noticiero tras noticiero en donde el Estado persigue a sus ciudadanos al establecer una relación Amigo-Enemigo.
Es francamente preocupante lo que viene sucediendo en Colombia. Creo que la Declaración de Bruselas, más que una noticia, debemos reconocerla como una advertencia para quienes no compartimos este forzoso y peligroso consenso que medios y Casa de Nariño nos han construido en torno a la forma como se manejan los asuntos públicos. Una advertencia que es posible que se traduzca en una eventual persecución estatal.
Termino con varios grafitis que encontré en el interesante espacio digital http://www.victimasdelaprensa.com/, en el que se expone una estrategia de Observatorio de medios a cargo de Diego Guzmán E.
"La información es demasiado importante como para dejarla en manos de los periodistas." Serge Halimi.
"A un régimen mediático no le hace falta meter en la cárcel a sus opositores, los reduce al silencio" Humberto Eco.
Germán Ayala Osorio, profesor Asociado y politólogo de la Universidad Autónoma de Occidente
No es extraño que la gran prensa nacional haya ocultado o en el mejor de los casos minimizado el contenido de la Declaración de Bruselas sobre las violaciones de los derechos humanos en Colombia, elaborada por el Tribunal Internacional de Opinión, reunido en septiembre en el Parlamento Europeo.
Por qué no fue noticia el contenido de dicha declaración es una pregunta que muy seguramente no se hacen profesores y estudiantes de las facultades de comunicación social y periodismo, ocupados más en la enseñanza y en el aprendizaje de la técnica informativa, que del análisis comprensivo de nuestro complejo contexto. Menos aún se espera que se la hagan los periodistas ‘profesionales’ pues, presionados por jefes de redacción y editores, apenas si alcanzan a cumplir con la entrega de las notas prefabricadas en los consejos de redacción en los cuales, no es extraño, que participen oficiales de inteligencia del ejército o del DAS. Y qué podemos decir del hecho de que RCN, por ejemplo, es un estratégico apéndice de un gremio económico, en manos del industrial Ardilla Lülle, que concentra la propiedad de ingenios azucareros interesados en mantener a los corteros de caña en las condiciones de explotación que de tiempo atrás favorecen al industrial. ¿Cuál libertad de prensa?; ¿cuál objetividad?
La conclusión a la que llegaron los miembros del Tribunal daría, de acuerdo con los criterios universales de noticia, para que las empresas mediáticas ‘abrieran’ emisión, o con un titular inmenso en la tapa o en la primera página. Incluso, se esperaría que mantuvieran el hecho noticiable-noticioso vigente durante varios días, tal y como lo hicieron de manera irresponsable, escabrosa y espectacular con el hecho que daba cuenta de la muerte del menor Luis Santiago. Igualmente, se esperaría que se abriera un debate público con las ramas del poder público, gremios económicos, ONG, y cuanta asociación u organización exista en Colombia. Pero no, guardaron silencio.
He aquí la preocupante conclusión: “En función de todas estas consideraciones y sobre la base, tanto de los resultados de los varios Tribunales, como de los testimonios directos, el Tribunal confirma las sentencias de las sesiones de los Tribunales Internacionales de Opinión precedentes y DECLARA: AL GOBIERNO DE COLOMBIA CULPABLE DE CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD. El Tribunal constató también que la situación, lejos de mejorarse tiende a empeorar y por eso llama a la conciencia de los pueblos europeos para que ellos y sus responsables políticos se abstengan de colaborar con el gobierno colombiano. Se espera al contrario que tomen iniciativas para parar las violaciones que se cometen en el país y apoyen la construcción de una sociedad democrática, sobre la base de negociaciones políticas y de instituciones renovadas.”
Qué hacer frente a los acomodaticios criterios de noticiabilidad de unos medios masivos convertidos en amanuenses, informantes, en voceros y voceadores de un Gobierno que irrespeta, desconoce y criminaliza las protestas legítimas de los indígenas en el Cauca, de los trabajadores de la rama judicial y de los corteros de caña. Qué peligroso escenario este que se viene construyendo paso a paso, nota a nota, noticiero tras noticiero en donde el Estado persigue a sus ciudadanos al establecer una relación Amigo-Enemigo.
Es francamente preocupante lo que viene sucediendo en Colombia. Creo que la Declaración de Bruselas, más que una noticia, debemos reconocerla como una advertencia para quienes no compartimos este forzoso y peligroso consenso que medios y Casa de Nariño nos han construido en torno a la forma como se manejan los asuntos públicos. Una advertencia que es posible que se traduzca en una eventual persecución estatal.
Termino con varios grafitis que encontré en el interesante espacio digital http://www.victimasdelaprensa.com/, en el que se expone una estrategia de Observatorio de medios a cargo de Diego Guzmán E.
"La información es demasiado importante como para dejarla en manos de los periodistas." Serge Halimi.
"A un régimen mediático no le hace falta meter en la cárcel a sus opositores, los reduce al silencio" Humberto Eco.
3 comentarios:
Gracias Germán
Lamentablemente estas cosas no son nuevas en nuestro país. La violencia oficial y la desinformación de los “informadores” tienen características seculares. Pero en la actualidad se han revitalizado… es una pena!
Cordialmente,
GUILLERMO
Apreciado Germán: Muchas gracias por tu valioso texto sobre la Declaración de Bruselas
Hernando
Estimado Germán,
La sesuda reflexión que propones sobre los hechos recientes que sacuden la languida ensombrecida por los tirajes de la "gran prensa" y la elogiosa resonancia que los medios electrónicos reproducen en su algarabía de todos los días en torno a la divinizada figura del tirano, invita a interpretar la silenciosa emergencia de fuerzas que nos renuevan la esperanza, que nos recuerdan que no todo está perdido.
Gracias por es invitación a pensar.
César
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