YO DIGO SÍ A LA PAZ

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lunes, 21 de septiembre de 2015

¿QUÉ HAY DETRÁS DE LA CONDENA A FELICIANO VALENCIA?

Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo

Detrás de la captura y condena, ordenada y proferida por un juez de la República, contra el líder indígena Feliciano Valencia,  hay un evidente e histórico choque entre dos modelos de justicia: la indígena y la ordinaria. Modelos que han convivido en medio de episodios en los que sobresalen elementos propios de una vieja animadversión étnica que jueces y demás ciudadanos sienten hacia los pueblos indígenas y sus proyectos de vida. En particular, puede haber una marcada animosidad hacia el pueblo Nasa, por su lucha por la recuperación de territorios, hoy en manos de ingenios azucareros, entre otros propietarios.

Así entonces, los hechos por los cuales hoy es sentenciado Feliciano Valencia a 28 años de cárcel, pueden tener ese trasfondo social y cultural. Recordemos esos hechos: el suboficial del Ejército, Jairo Danilo Chaparral, cumpliendo órdenes superiores, se infiltró en la Minga de 2008, para afectar la movilización indígena, portando material de guerra que muy seguramente Chaparral usaría en contra de la tropa o simplemente, con ello quería incriminar a los comuneros que marchaban pacíficamente.

El suboficial fue sorprendido por la Guardia Indígena y otros comuneros. En la acción emprendida por el militar y en quienes le ordenaron “mimetizarse” en la Minga, se debe reconocer un hecho clave: el origen indígena del militar facilitaría la consecución del objetivo final que era afectar la Minga, muy seguramente atentando contra miembros de la Fuerza Pública, en el contexto de un Gobierno como el de Uribe Vélez que en especial estigmatizó la lucha social y política de los indígenas. Su apariencia física le facilitó infiltrarse, lo que sin duda hizo parte de una treta muy bien pensada por quienes le ordenaron a Chaparral “mimetizarse” en la Minga.

Tal y como lo han hecho en otras ocasiones, los Nasa procedieron a aplicar justicia, de acuerdo con sus usos y costumbres. Feliciano Valencia, como líder social y político, estuvo al frente del ritual y de la aplicación de la sanción proferida por la autoridad indígena, cuya jurisdicción está reconocida y protegida por la Carta Política de 1991.

La interpretación del juez que en segunda instancia conoció los hechos es, a todas luces, discutible, por tanto lo sucedido tuvo lugar dentro de resguardo y sus autoridades actuaron de acuerdo con sus usos y costumbres. Desconoce el Juez, además, la gravedad de las actuaciones del militar, quien no solo pretendió engañar al pueblo Nasa que marchaba, sino que buscaba, deliberadamente, afectar el sentido pacífico de esa Minga, portando material de guerra.

Juzgar a Feliciano Valencia por el secuestro del Suboficial del Ejército solo sirve para ahondar las dificultades para que estos dos modelos de justicia puedan coexistir, en medio de esa vieja animadversión que muchos “blancos” caucanos sienten contra el organizado y combativo pueblo Nasa.

Ojalá que detrás de la sentencia del juez que condenó a Valencia no hayan existido presiones de terratenientes y hacendados “blancos”, afectados por los procesos de reclamación de tierras que vienen haciendo los Nasa en el departamento del Cauca. En esa línea escribió Yezid Arteta: “Desde hace varios años Feliciano Valencia, líder de la comunidad indígena Nasa y Premio Nacional de Paz en el 2000, es observado desde la torreta del poder. Es un líder incómodo para el establecimiento. En Colombia no es raro que todo aquel que hable sobre la propiedad de la tierra tenga problemas. Problemas con el código penal o con las pistolas 9 milímetros. Las estadísticas no mienten. Líderes campesinos e indígenas presos, asesinados o desaparecidos por reclamar el derecho a la tierra. Feliciano es un reclamante de tierra. Tierra indígena[1].

Poner preso a Feliciano Valencia  tiene la clara intención de debilitar al pueblo Nasa, en especial, los procesos de reclamación y recuperación de territorios. Son, pues, muchas las circunstancias y los hechos que indican que la decisión del juez no solo es exagerada, sino que desconoce la legalidad y legitimidad de la jurisdicción especial indígena. Y además, minimiza la acción del militar, que debe ser entendida como una decisión del Gobierno de Uribe Vélez y del Estado colombiano, de atacar el normal desarrollo de una Minga y de la protesta social que está protegida constitucionalmente.

Ojalá que la Corte Constitucional entre a revisar el caso de Feliciano, previa solicitud de las autoridades indígenas. Es más, la sola colisión de las dos jurisdicciones daría para la intervención de esta u otra corporación, como la Corte Suprema de Justicia, para desenredar este asunto que compromete al país en el ámbito internacional, en lo que tiene que ver con los elementos vinculantes que conlleva el reconocimiento del Convenio 169.

Nota: hoy, 22 de septiembre de 2015, el abogado de Feliciano Valencia elevó recurso de casación ante el Tribunal Superior de Popayán, dada el evidente choque entre dos modelos de justicia. Los indígenas se preparan para movilizarse.




Nota: imagen tomada de internet. Propiedad de Radio Santafe.com


[1] http://www.semana.com/opinion/articulo/yezid-arteta-davila-la-justicia-indigena-la-justicia-segun-la-constitucion-en-el-caso-de-feliciano-valencia/442972-3

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