Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Tratamientos noticiosos como los que se dieron alrededor de hechos como el accidente del avión de Aires en el aeropuerto de San Andrés (Islas) y el trágico saldo de una señora muerta por la acción irresponsable de un conductor embriagado, acaecido en Bogotá, nuevamente hacen pensar en el aporte que ese periodismo le hace al país, en términos de generar estados de opinión, vigilar la cosa pública y/o aportar culturalmente a una nación que ofrece y tiene circunstancias identitarias y de violencia complejas.
Tratamientos noticiosos como los que se dieron alrededor de hechos como el accidente del avión de Aires en el aeropuerto de San Andrés (Islas) y el trágico saldo de una señora muerta por la acción irresponsable de un conductor embriagado, acaecido en Bogotá, nuevamente hacen pensar en el aporte que ese periodismo le hace al país, en términos de generar estados de opinión, vigilar la cosa pública y/o aportar culturalmente a una nación que ofrece y tiene circunstancias identitarias y de violencia complejas.
No vale la pena insistir en que hubo excesos en el tratamiento noticioso dado a los dos hechos relatados. No sólo hubo morbo, sensacionalismo, amarillismo, desinformación, sino juzgamiento ligero e irresponsable, especialmente en lo que concierne al caso del conductor ebrio que embistió con su vehículo a varias personas. No sólo se exigió desde los micrófonos un castigo o una pena severa contra el infractor, sino que se puso en entredicho la idoneidad y el mandato de una jueza, que determinó darle la casa por cárcel al conductor.
Bien vale la pena pensar para qué sirven esos tratamientos periodísticos que van construyendo una conciencia episomediática, o quizás preguntarnos si para el caso particular de Colombia, se requiera un tipo de periodismo alejado de ese viejo paradigma que está detrás de los valores/noticia.
¿Es posible acaso repensar el periodismo? ¿Es posible desmontar esos criterios de noticiabilidad sobre los cuales se justifican los tratamientos morbosos, espectaculares, que construyen una pobre opinión pública?
Creo que es posible y además necesario para un país como Colombia, en donde el Estado apenas si logra hacerse legítimo, y en el que la sociedad civil sobrevive atada a imaginarios colectivos e individuales perversos, como los que se asocian a prácticas como el clientelismo (privado y estatal), el narcotráfico, la insolidaridad, la cultura mafiosa que ronda y somete la ética pública, y por supuesto, la de cada individuo, entre otros muchos problemas.
Pero para lograr pensar otro tipo de periodismo en Colombia se necesitan periodistas, editores y directores con capacidad autocrítica, con una formación integral que les permita cuestionar no sólo los hechos que olfatean, sino el oficio mismo del periodismo y por supuesto, la línea editorial del medio para el cual trabajan.
Pensar otros valores/noticia para abordar las realidades colombianas es posible siempre y cuando fuentes, periodistas, propietarios de medios y audiencias, entiendan que los probados efectos que produce la información noticiosa, alimentan sentimientos de inseguridad en los ciudadanos, así como animadversión hacia el propio Estado, contra las instituciones; esos mismos tratamientos tendenciosos van alimentando ese discurso autoritario que nos dejó como herencia el gobierno de Uribe y que se respira en ámbitos naturalmente pensados para el disenso, como la Universidad.
El lenguaje es vivo y dinámico, así como las profesiones y los oficios. Las lógicas con las cuales los medios masivos hoy informan son susceptibles de confrontarse y de ser cambiadas.
Casi que se necesitaría de una re conceptualización del oficio periodístico, para un país, para una Nación, para una sociedad y para un Estado con graves dificultades para concebir proyectos comunes y respetuosos de la condición humana, e incapaces de soportar el actuar humano bajo principios democráticos.
Bastaría con que las facultades de comunicación convocaran encuentros académicos para pensar y repensar un bello oficio que sirve hoy cada vez más para reproducir prácticas y conductas humanas indignas y execrables, a través de unas rutinas de producción en donde hay de todo, menos el ejercicio del pensamiento. Hay inercia, pero no hay acción cognitiva.
Quizás con una nueva lógica informativa, alejada de lo noticioso (espectacular, banal y morboso), tengamos audiencias (ciudadanos) menos angustiadas, menos presas del miedo, más solidarias.
Hay prácticas sociales que se van aceptando y reproduciendo bajo los intereses de una industria cultural poco articulada a la construcción de un ser humano distinto a aquel que hoy sobrevive bajo la carga simbólica que emana un capitalismo salvaje, que reduce la condición humana a un valor de uso.
Son tiempos difíciles y complejos para el humanismo. Es cierto. Y cuando la prensa y el periodismo en general hacen tratamientos noticiosos que poco aportan al discernimiento y poco convocan al uso de la razón, la sociedad humana se torna aún más torpe, más insensible y claro está, menos inteligente.
Y no se trata de ocultar los hechos trágicos e informar sobre aquellos que nos parezcan ‘rosa’. Simplemente, de lo que se trata es de informar sobre asuntos trascendentales para el devenir humano en sociedad, esto es, asuntos que provoquen la discusión inteligente tanto de los hechos mismos, como de los contextos en los cuales estos se inscriben.
Sobre esa conciencia episomediàtica se vienen formando audiencias obtusas y abyectas, incapaces de pensar más allá de la fotografía que le ofrecen los medios masivos. Y eso, claro está, conviene a los intereses tanto de las instituciones financieras, como del propio Estado y de ciertas organizaciones de la sociedad civil, como a los de quienes saben que sobre la ignorancia se van construyendo proyectos de sociedad que empobrecen la vida humana.
Nuevamente la palabra la tienen las facultades de comunicación social y periodismo. Y nuevamente, registraremos su silencio porque ellas mismas, como otras facultades, así como otras esferas de la sociedad, están hoy sujetas a los designios del mercado y de ese capitalismo que reduce lo humano a la expresión de un frío código de barras.
2 comentarios:
tengo una pregunta profe.. ¿cual es la salida entonces viable para el periodista que pretenda seguir los ideales originales en un contexto como el que describe usted en estas letras sin caer en la censura por las libertades tan limitadas que tenemos hoy en dia como comunicadores?
Gracias..
Germán este artículo recoge en su contenido el debate que plantea Pierre Bourdeau en su texto Sobre la Televisión, acerca de la función que tienen los medios y los constreñimientos a que se ven abocados. En los próximos días vamos a trabajar dicho texto con los estudiantes, así que si me permites hacer uso de tu escrito, seria muy pertinente para analizar las categorías propuestas por el autor.
Carmen Jimena
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