Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Cada que el Presidente Santos o miembros de los equipos negociadores de las Farc y del Gobierno deciden hablar con la prensa sobre el proceso de paz, generan un mal ambiente para el desarrollo de los diálogos y la posterior negociación. A pesar de haber afirmado que los asuntos relacionados con el proceso de paz se iban a manejar con discreción, justamente es lo que menos han mostrado las dos partes dialogantes.
Inicialmente fue la prensa nacional la que puso su aporte negativo calificando como retardatario, provocador, poco diplomático y anacrónico el discurso que ‘Iván Márquez’ leyó en Oslo. La idea era deslegitimar un discurso y una postura que hoy es radicalmente distinta a las que las Farc nos tenían acostumbrados en otros escenarios de diálogo y específicas coyunturas político-militares.
Jorge Iván González analizó el discurso de las Farc para Razón Pública y señaló: “En contravía de estas apreciaciones, una lectura cuidadosa de las palabras de Iván Márquez demuestra que las FARC ya no tienen un ideario comunista: sus propuestas caben perfectamente en la concepción de los pensadores liberales de finales del siglo XIX y principios del XX. Lejos de ser comunista, el discurso de las FARC se ajusta a una versión tímida del liberalismo radical… Pero en ninguna de las apreciaciones de Márquez se dice que las FARC estén buscando una sociedad donde el Estado sea el propietario de los medios de producción. En la práctica esto significa que para las FARC el modelo de sociedad no es Cuba -y ni siquiera es China. En otros tiempos, las FARC sí tenían un discurso favorable a la propiedad colectiva de los medios de producción…”.
A pesar de este certero análisis y de otros, la débil, ahistórica y acrítica opinión pública se tragó los titulares de la gran prensa nacional, y los ánimos y la esperanza de paz sufrieron un primer duro golpe.
A medida que los días pasan y se registran hechos militares en donde cada bando busca matar adversarios y obtener pírricas victorias militares, la expectativa por el inicio de las conversaciones se mantiene. Pero hay que decirlo, no hay un buen ambiente para hablar de paz y esa responsabilidad la deben asumir voceros de las dos partes dialogantes, el Presidente Santos y la propia prensa.
El nuevo hecho político que golpea el proceso mismo, la confianza entre las partes y las esperanzas de millones de colombianos corrió por cuenta del Presidente Santos. Al responder a la propuesta de las Farc de cesar las hostilidades en diciembre, el Mandatario picó el anzuelo mediático y salió al paso de la propuesta para señalar enfáticamente que las operaciones militares no cesarán. Pero el Presidente continuó mandando mensajes a sus detractores, al país y a su equipo negociador, recogidos por la prensa con la idea clara de ponerle nubarrones al complejo proceso que apenas arranca: Santos: "El modelo económico y político no está en discusión con las FARC"(sic), dice el titular de la revista Semana.com.
Del pronunciamiento de Santos la revista destaca que “no vamos a entrar a negociar ni a conversar sobre aspectos fundamentales de la vida nacional, como la propia Constitución, el modelo de desarrollo, el concepto de propiedad privada, eso no está en discusión ni va a estar en discusión", aclaró en su despacho de la sede del Ejecutivo de Bogotá antes de viajar a España para asistir a la Cumbre Iberoamericana que hoy se inaugura en Cádiz. Pero insistió en que las bases del Estado, desde los puntos de vista económico y político, no se moverán”
De lo dicho por Santos surgen tres preguntas: la primera, ¿el Presidente escuchó, leyó y entendió bien el discurso de las Farc, pronunciado en Oslo?; la segunda, ¿cómo hacer para abordar el asunto de una política de desarrollo rural integral, que es el primer punto de la agenda acordada entre las partes, si por lo menos no se revisa el modelo económico vigente?; y la tercera, ¿el Presidente Santos ha leído con juicio el Informe de Desarrollo Humano,2011, Colombia Rural, Razones para la esperanza?
Es un riesgo para el proceso de paz dejar que asuntos delicados del mismo sean llevados y entregados a la opinión pública a través el discurso noticioso. La prensa tradicional ha dado muestras claras de no saber manejar hechos, decisiones y posturas políticas en torno a las formas como viene funcionando el Estado y la democracia en Colombia. Mal hacen, entonces, el Presidente y los voceros de las Farc y del Gobierno, en usar a los medios para exponer ideas y por supuesto, en picar el anzuelo y las carnadas que ponen los periodistas.
Si las partes sentadas a la mesa de negociación no pueden evitar pronunciarse, entonces, al proceso de paz hay que invitar a los empresarios mediáticos y a los periodistas, porque sin duda, fungen hoy como un actor político de especial incidencia en la vida pública nacional. De igual manera, incluir, en la agenda de negociación la naturaleza, pero sobre todo, la propiedad de los medios masivos, en aras de enfrentar una realidad que hoy afecta la credibilidad de la prensa y genera un tipo especial de opinión pública: la cooptación de los medios por parte de grandes conglomerados económicos.
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